EL RENACIMIENTO DE LA RÍA DE AVILÉS.
DEL FARO DE SAN JUAN AL CENTRO NIEMEYER, PASANDO POR EL NUEVO MUELLE que…
¿POR QUÉ NO LLAMARLO DE SAN BALANDRÁN?
La margen derecha de la Ría de Avilés siempre estuvo al margen de acontecimientos históricos. Desde ese punto de vista se puede decir que fue un cero a la izquierda ya que la gloria siempre se la llevó ésta con el establecimiento en ella de la histórica villa de Avilés.
Sin embargo, pasados los siglos, el renacimiento le ha venido a Avilés por la margen derecha de su Ría.
Han de saber, es urgente que descubran, que se han venido sucediendo las maravillas en Nieva, la antigua Noega, donde al mar quebrado en curva le dicen «Pachico», o aquel primer hotel «La Rosa», como de película de Visconti y los primeros baños públicos de Avilés que luego se fueron a Salinas cuando empezó a funcionar el tranvía eléctrico, o esa Peña del Caballo, que no es una peña cualquiera, y la fuente del Emballo (agua dulce a un metro de la salada), el Arañón y el Faro, donde hace poco Woody Allen -el músico de Manhattan- estuvo filmando escenas para una película que recorrió el mundo.
Quede claro que el Renacimiento de la Ría avilesina, tuvo lugar en la margen derecha, comenzando con el faro -al que casi todos decimos de San Juan por justicia geográfica, pero cuyo nombre oficial es Faro de Avilés- y donde tiene la histórica Villa de Avilés su Finisterre y también su nacimiento, depende de la posición del navegante.
El faro levantado en el siglo XIX fue, ya digo, la señal del renacimiento. Luego en el XX surgió un pueblo llamado Zeluán (toponimia marroquí). Y siguiendo, cronológicamente, una enorme fábrica de nombre Empresa Nacional Siderúrgica S.A. (ENSIDESA) y también otra llamada Empresa Nacional del Aluminio S.A. (ENDASA), hoy ALCOA, que estaba en la margen izquierda y se vino a la derecha.
Y luego en el XXI vinieron el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer y el nuevo muelle ¿de San Balandrán? construido por la Autoridad Portuaria de Avilés.
Al fin y al cabo dicho organismo (antes Junta de Obras del Puerto) se merendó, por la cosa del progreso, la isla de San Balandrán.
¿Qué menos que «reparar» su desaparición bautizando como ‘de San Balandrán’ al nuevo muelle de la Ría que crece frente a la nueva rula? La isla estaba muy cercana a la nueva instalación portuaria.
Sería perpetuar, en Avilés, nombre tan mítico como universal en el mundo de la navegación marítima.
Sería una imagen de marca, de calidad exquisita, para la milenaria ciudad asturiana.
(Síntesis del artículo publicado en la revista avilesina El Bollo 2015)