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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Novelas clásicas de Avilés

(Episodio sobre buena parte de las novelas, más destacadas, de las escritas por avilesinos y también aquellas donde la ciudad aparece como protagonista principal de las mismas).
      Circula por Asturias una repetida sentencia, desconozco autoría de la misma, que dice que «Si Gijón es ciudad de pintores, Oviedo y Avilés lo son de novelistas». No voy a entrar en el fondo de dicha valoración, pero algo esconde de verdad porque, aparte de por otras cosas, la capital asturiana también es famosa por «La Regen­ta», de ‘Clarín’ o por Pérez de Ayala y su «Tigre Juan». El caso avilesino no se queda atrás como ciudad propicia a los novelistas cuya nómina encabeza Armando Palacio Valdés, uno de los fijos en las listas del ‘Hit Parade’ histórico–literario asturiano.

Armando Palacio Valdés, con su esposa Manuela Vega, en el Parque del Muelle.


      En las novelas, Avilés aparece unas veces con su verdadero nombre y otras con uno ficcionado, como Nieva y Sarrió que son lo que utiliza Palacio Valdés en ‘Marta y María’ y ‘El cuarto poder’, respectivamente, o Villaclara usado por Pérez de Ayala en “La pata de la raposa’, o Arobias (que así llama a la ciudad José Villalaín en ‘Fondo’, novela que publicó como folletín en LA VOZ DE AVILÉS en 1910) o, en fin, Miracielo nombre con el que disfraza a la villa Constantino Suárez ‘Españolito’ en su obra ‘Isabelina’.
      Sin duda, la novela mas célebre y leída –y no solo en nuestro idioma, también en francés, inglés, ruso, sueco y checo– de las ambientadas en Avilés es ‘Marta y María’ de Armando Palacio Valdés, publicada en 1883. En Nieva –cuyo paisaje urbano es fácilmente reconocible si el lector es avilesino– habita la pudiente familia Elorza cuyas dos hijas, Marta y María, son el eje central de la obra y cuyo domicilio lo sitúa, el escritor, en el palacio ubicado en el inicio de la calle Rivero, conocido como de García Pumarino (o también como de Llano Ponte). Es importante estar enterado de que Palacio Valdés vivió de niño –cuando lo trajeron desde su lugar de nacimiento en Entralgo– frente a esta mansión que, en honor del escritor y al ser reconvertida en cine, en 1949, la propiedad del inmueble acordó bautizarlo como ‘Marta y María’. Otra curiosidad es que Palacio Valdés parece que escribió esta obra en el hotel ‘La Serrana’, su alojamiento avilesino durante los veranos que pasó en la villa.
      Avilés aparece también, bajo el nombre de Sarrió, en su novela ‘El cuarto poder’ aunque ya no tan claramente. Para Patricio Adúriz (escritor, periodista y Cronista Oficial de Gijón entre 1982 y 1992) Sarrió es «un producto mixto en el que hay retazos del Avilés de la infancia del escritor y el Gijón de sus correrías de la mocedad». En otra novela de Palacio Valdés, ‘La fe’, aparece el nombre de Avilés aunque de manera secundaria. Sin embargo en ‘La novela de un novelista’, escrita en 1921, ya no esconde el nombre de Avilés para referirse a la ciudad que describe, quizá porque es una autobiografía
      Quien ya escribe de principio a final, llamando a Avilés por su nombre es Eloy Fernández Caravera (1887–1980) en su novela ‘Mayita’, que describe el ambiente y costumbres avilesinas en una visión panorámica. Esta obra, antes de convertirse en libro había sido publicada, en 1942, por entregas –algo que antes se llevaba mucho en el periodismo– en el diario LA VOZ DE AVILÉS.
      Eloy F. Caravera utiliza en ocasiones el bable ‘finolis’ que se hablaba en Avilés (que, por ejemplo, no cambiaba las terminaciones de los vocablos terminados en o por la letra u). En esas anduvieron también José María Malgor y Constantino Suárez ‘Españolito’ en su trilogía ‘Isabelina’,  ‘Un hombre de nuestro tiempo’ y ‘Ramonín’.
      Fernando Morán, que compagina la diplomacia (y mas tarde la política, llegando a ser ministro) con la literatura, es autor de una apreciable  obra literaria en la que destaca su novela ‘También se muere el mar’, donde queda reflejada la ciudad «Así está Avilés panza arriba con los pies en el agua» como una tranquila villa que iba a ser sacudida con la llegada de la gran industria metalúrgica.
      Lejos de Avilés, pero sobre la ciudad, escriben desde América autores avilesinos (emigrados unos, exiliados otros) novelas algunas injustamente desconocidas como ‘Un pueblo donde no pasaba nada’ de Rafael Suárez Solís (1881–1968), emigrado a Cuba donde llegó a ser director del prestigioso ‘Diario de la Marina’. Este sabuguero publicó más de 17.000 trabajos periodísticos y es autor (y siempre desde La Habana, donde había llegado en1907 alos 26 años de edad) de obras literarias y teatrales cuya acción transcurre en el Avilés que había dejado atrás.
      En ‘Un pueblo y cuatro agonías’ escribe, también desde La Habana e igualmente sobre el Avilés de su niñez y juventud, Luis Amado Blanco (1903-1975), que comienza su novela de cervantina manera: «En un lugar de Asturias de cuyo nombre me acuerdo muchas veces hay una villa tendida cerca del mar, pero a la que no llega el encaje de las olas…». Amado Blanco, a quien con frecuencia, el Papa Pablo VI invitaba a tomar café (es histórico) para charlar de lo divino (faltaba más) y de lo humano en las estancias privadas de El Vaticano, donde el médico Amado Blanco fue embajador de la Cuba de Fidel Castro y decano del cuerpo diplomático.
      Donde tampoco llegaba el encaje de las olas, pero si la resaca de la nostalgia, era a la capital mexicana donde forzosamente tuvo que residir el escritor, abogado y político (alcalde de Avilés en dos ocasiones) David Arias Rodríguez del Valle (1890–1975). Antes de partir al exilio había escrito, en 1934, ‘Después del gas’, nove­la apocalíptica donde presiente desde Avilés los desastres de la guerra civil española y de la II Guerra Mun­dial. Cuando se publicó fue catalogada como ciencia-ficción, pero luego los hechos le dieron la razón por haber intuido en su novela que una segunda guerra de extensión mundial había de ser inevitablemente implacable y sus consecuencias afectarían terriblemente a la población civil, como fueron por ejemplo: el holocausto judío en Europa y las bombas nucleares que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, en Japón.
      En general, los escritores que han adoptado Avilés como lugar donde transcurre la acción de sus novelas ensalzan el atractivo del paisaje urbano con especial predilección por calles emblemáticas porticadas como Galiana, Rivero o La Ferrería. Y por supuesto la Ría, siempre mayúscula ella.
      Pero disfracen a Avilés o no, escriban aquí o allá, demuestran que no hay soluciones geográficas para problemas emocionales. Y aparte de que todos los aquí citados tengan talante literario, algunos también tienen talento.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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