La sorprendente variedad del arte gótico en la Villa de Avilés | Los episodios avilesinos - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

La sorprendente variedad del arte gótico en la Villa de Avilés

(En estado sólido existen distintas muestras de gótico en un palacio y, sobre todo, en edificios de culto religioso. No hay gótico líquido por más que alguien haya querido establecer tal categoría en el histórico río Tuluergo, hoy subterráneo y reconvertido en alcantarilla. Y, en estado gaseoso se encuentra el gótico industrial que aquí hubo, hasta que fue volado).

         La historia del arte tiene unas cadencias que se van cumpliendo y agotando. Como la vida misma.

          En los siglos XII y XIII, en Europa central, allá por tierra de godos, allá por tierra extranjera, cumpliendo esta ley de las cadencias artísticas cambiaron la moda arquitectónica y pasaron del románico al gótico.

          Surgieron edificios que pasaron de tener arcos de medio punto (los de la media circunferencia, que diría Gila) a tenerlos apuntados. O góticos.

          En los templos el cambio fue espectacular, surgiendo catedrales de afiladas torres como intentando tocar el cielo para acercarse lo más posible a la divinidad, cuyos principios eran predicados en sus interiores a muchedumbres de creyentes, en espacios de grandes vanos y gigantescas cristaleras que permitían maravillosas entradas de luz. Todo lo contrario de la, hasta entonces, dominante arquitectura románica de pequeños templos, oscuros y bajos.

          De la introversión del románico, se pasó a la extroversión gótica. Como si de una película de Bergman pasaras a una de Woody Allen, o algo así.

          Fue por aquel entonces medieval –cuando la estaba palmando el románico para que naciese el gótico– que esta Villa de Avilés consagró sus principales templos a santos foráneos: El inglés Tomás de Canterbury, el italiano Francisco de Asís y Nicolás de Bari, santo oriental emigrado a Italia.

          Eran consecuencias del cosmopolitismo del que gozaban los puertos comerciales como el de Avilés que fue el más importante, durante un tiempo considerable, del norte atlántico español. Recibíamos universalismo vía marítima. Por aquí entraban sedas de York y también ideas –aparte de vinos franceses– con añadidos noticiosos de vanguardismos europeos.

          Las primeras grandes manifestaciones del gótico se dieron fuera de la ciudadela amurallada. Concretamente en la portada norte del convento de San Francisco del Monte (hoy parroquia de San Nicolás de Bari) y en la principal de la iglesia de Santo Tomás de Canterbury (Sabugo vieja). Era un románico tardío, o un gótico tempranero, era el protogótico. Andábamos, entonces, por el siglo XIII.

          Del considerado gótico puro, por así decir, las muestras estaban dentro de las murallas y en La Ferrería, entonces, calle mayor de la Villa. De aquella, conservamos dos capillas, la de Pedro Solís y la de la familia de Las Alas. Así como la espléndida casa de Valdecarzana, único ejemplo que del siglo XIV nos queda en Asturias de vivienda de un rico comerciante, una evidencia de que no solamente los nobles tenían mansiones grandiosas. Aunque sea excepción que confirma la regla.

          La capilla de Pedro Solís, hoy integrada en la iglesia de los Franciscanos, responde a un gótico clásico de finales del siglo XV. Sin embargo la de los Alas, con unos ciento cincuenta años menos, es independiente del templo (aunque hoy se presenten unidos exteriormente) y la más destacada por su original edificación y elegante traza, hoy disfrazada de patio de luces.

         Al igual que Valdecarzana, se trata de edificios cúbicos. Y en ambos concurre también la teoría, mantenida por algunos, de que sus ideas constructivas son fruto de la información que atracaba en el puerto de la Villa. Según ésta hipótesis –con visos de ser muy cierta– la modernidad viajó en barco, desde Francia hasta aquí para traer la moda arquitectónica que hizo posibles este palacio y aquella capilla.

          Del gótico flamígero se conserva la espectacular tumba de un Alas (como no) en la actual parroquia de San Nicolás de Bari.

          Pero la espectacularidad, la voluntad gótica de verticalidad, con torres de 47 metros de altura, no llega hasta principios del siglo XX, con la nueva iglesia de Santo Tomás de Canterbury (Sabugo nueva). Y también unos cuantos edificios de entonces, en calles céntricas, responden a ese gótico resucitado o neogótico.

          A mitad de dicho siglo se construyó, en la margen derecha de la Ría, una enorme siderúrgica (20.000 trabajadores en su época de esplendor) con cuatro hornos altos. Puro gótico industrial. Apenas duró cincuenta años, ya que fue destruido cuando achuchó la crisis de turno. No quedó en pie ni una muestra de este gótico industrial, que es el mayor símbolo de una etapa crucial de la historia avilesina. Un ejercicio de ignorancia y de falta de visión de la jugada que pone al descubierto el desconocimiento del poder socio-político sobre la riqueza potencial del patrimonio industrial.

        Excepto este ejemplo de gótico gaseoso y ante la ausencia de gótico líquido (aquí y en Lima), lo que queda hoy plantado por Avilés es gótico en estado sólido, de toda clase de épocas, latitudes y  longitudes, que -como se ha visto- es mayormente un gótico de a Dios gracias.

(Edición revisada del episodio publicado en ‘La Voz de Avilés’ el 28 de agosto de 2011)

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


septiembre 2015
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930