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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Azúcar en Villalegre, La Habana y Madrid

(Miguel Díaz Álvarez nació en Villalegre (Avilés), emigró a Cuba donde llegó a ser el penúltimo alcalde español de La Habana y vuelto a España gestionó con enorme éxito la Azucarera de Madrid).

            Frente a los andenes de la estación de ferrocarril de Villalegre, al otro lado de las vías, una enorme chimenea –sin humo del que presumir– tiene esculpido: 1898. Es el año de inauguración de la Azucarera de Villalegre, símbolo del pasado industrial del Avilés de entre siglos XIX y XX, forjado mayormente al calor del capital de los indianos procedentes de Cuba.

           Año en el que terminó la presencia española en América, al haber conquistado Cuba su independencia, marcando así el fin del imperio español que había comenzado en el siglo XV con el descubrimiento del continente americano.

           Pues en ese histórico 1898 era alcalde de La Habana Miguel Díaz Álvarez, nacido en Villalegre (Avilés) el 10 de junio de 1858, y bautizado en la parroquia de Molleda, al no disponer la primera localidad de iglesia (no la tendría hasta 1941). Por su partida de bautismo, que Ramón Baragaño publicó en este periódico, sabemos que sus padres fueron Clemente Díaz y Josefa Álvarez, campesinos «que se ayudaban a vivir con la administración de un parador o venta» según tiene escrito el gran enciclopedista Constantino Suárez ‘Españolito’. No me resisto a volver a dar los nombres (por si ello abriera algo más de luz sobre este destacado personaje) de los abuelos del recién nacido Miguel. Los paternos fueron Domingo Díaz y Bernarda Mortera y los maternos José Álvarez y Tomasa Menéndez. Los padrinos del bautizo, su abuela Bernarda Mortera y su tío Manuel Pantiga.

           Como tantos miles, Miguel Díaz Álvarez, emigró a Cuba en 1872. Pero siendo un rapacín de 14 años. Manca ¿eh?

           Trabajó aquí y allá hasta crear, con tiempo y trabajo, una empresa de transportes, entonces de tracción animal. Y se enriqueció. Y se metió en política (Unión Constitucionalista, embrión del Partido Liberal). Y se fue a la guerra, llegando a alcanzar el grado de coronel luchando contra los independentistas cubanos.

           Y así, entre esto y aquello, llegó a ser concejal del Ayuntamiento de La Habana  en 1889, hasta que el 1 de febrero de 1897 fue nombrado, para sorpresa de quienes no lo conocían, Alcalde de la capital cubana.

           Contaba entonces con 39 años de edad y asombró, incluso a los que lo conocían, con una brillante gestión municipal sobre todo en materias de higiene y urbanismo. Fue como una centella que encontró vacías las arcas municipales y cuando cesó en el cargo (un año y quince días después) tenían 40.000 pesos en oro y los sueldos de todos los empleados puestos al día, algo históricamente inusual.

Villalegre, hace 100 años.

           El diario ‘ABC’ de Madrid, en un artículo (13 febrero 1931), sostiene que fue el último alcalde español de La Habana, pero consultada la lista de mandatarios de la institución municipal cubana, aparece como penúltimo ya que fue sucedido por Pedro Esteban González-Larrinaga, marqués de Esteban, antes de la entrega del poder a los independentistas ‘avalados’ por el ejército norteamericano.

           Del colonialismo español, Cuba pasó directamente al imperialismo yanqui, después al capitalismo salvaje, hasta que llegó Fidel y mandó ‘a parar’ con el comunismo que estos días –con Obama maniobrando en los Estados Unidos– parece que se descafeína.  

           Miguel Díaz regresó a España, siguió en política, fue senador y en 1903 le ofrecieron dirigir una gran empresa, con sones entre cubanos y chulapos: La Azucarera de Madrid.

           El avilesino, de «conducta honesta adornada con un carácter afable y acogedor» llega a la localidad madrileña de Arganda del Rey, donde se levantaba –en situación ruinosa– la factoría azucarera y en poco tiempo le dio la vuelta convirtiéndola (cuenta la prensa de la época y cantan las cifras empresariales) en una explotación modelo, con 28 Km. de fincas con plantaciones de remolacha a lo largo de la ribera del Jarama,  que dio trabajo a 1.600 personas, llegando a más de 3.000 en temporada de recolección.

           Miguel Díaz Álvarez murió, en Madrid en 1928, a los 70 años. Su bastón de alcalde de La Habana está depositado, según dejó ordenado, en el Tesoro de la basílica de Covadonga.

           Un respeto.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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