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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

El Cañón de Avilés, un lugar remoto del planeta.

(Sabemos más sobre la Luna que sobre lo que hay en los 5 Km. de  profundidad de este Cañón, uno de las más importantes del mundo, situado a unos 15 Km. mar adentro del Faro de Avilés).
            En Avilés tenemos una geografía sosegada y una geología alborotada. Sosiego y alboroto eran para Berlanga –me lo confesó en ‘Las Conchas’ de Salinas un 26 de abril de 1985– los principios de un erotismo elegante.
            Geografía y geología son, en Avilés, coyunturas científicas tan preñadas de excitaciones que han venido pariendo, desde no se sabe cuando, historias fabulosas como la hoy aquí narrada, aunque a algunos les puedan parecer todo esto un ‘sindiós’. Hablo del Cañón submarino de Avilés que –aparte de su importancia geológica, pesquera y demás– extiende el nombre de la villa histórica por todos los mares y confines de la tierra.
            Leo que vivimos de espaldas al mar y que el mundo líquido nos resulta un medio tan inédito y despreciado por inexplorado. Y, por lo que sabemos hasta ahora, el universo que habita en el Cañón de Avilés supera a cualquier ficción, sea escrita por Herman Melville (‘Moby Dick’, un cachalote albino) o por Julio Verne y sus ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’.
            Ver para creer, sí. Pero como tampoco era cosa de tirarse al agua y llegar hasta el Cañón, me sumergí en libros especializados y artículos perdidos en páginas de esquelas.
            Salí a flote empapado de las maravillas de esta colosal sima marina, ‘colocada’ geográficamente en situación oblicua a la costa, entre los cabos Vidío y Peñas (aunque la cordillera submarina llegue hasta Navia y Colunga) y que alcanza, frente a la ría avilesina, una profundidad cercana a los 5 kilómetros, constituyendo unos de los mayores y más profundos valles submarinos del Planeta. Tan hondo como desconocido.
            Tiene su origen en los Picos de Europa. Y de hecho la ría de Avilés está ‘embarcada’ sobre este Cañón que ‘desemboca’ en la mar originando una tremenda fosa de 4.750 metros de profundidad, que viene a ser como si le dieras vuelta al Mont Blanc (4.810 metros, la mayor altura de la Unión Europea) en el Océano Atlántico. La repanocha.
         Queda uno pasmado pensando en los torbellinos telúricos, enormes abismos y las gigantescas ensaladas geológicas con las que convivimos. Por lo que no es extraño que de esas simas surjan grandes misterios, especies inéditas y criaturas fabulosas.
          Las oscuridades –para los humanos a partir de los 80 metros de profundidad marina se entra en la noche– del Cañón de Avilés están dominadas por los cachalotes y los calamares, algunos de ellos salidos de madre en lo que a tamaño se refiere.
            El cachalote, rey del abismo marino, se sumerge hasta los 3.000 metros (no hay mamífero que lo haga a más profundidad que él) y tiene el cerebro más grande y más pesado de todos los seres vivos. Este cetáceo, que mide entre 16 y 20 metros, pesa cerca de 60 toneladas y es el animal dentado (cada diente pesa un kilo) más grande del mundo. Este rey del abismo está considerado muy sociable excepto por los calamares que son su alimento principal y de los que consume una tonelada diaria.
          En el Cañón de Avilés hay calamares a punta de pala, pero hablemos de los especiales los llamados ‘calamares grandes’ (los ‘kraken’), algunos de los cuales se podían ver –hasta que un temporal se los llevó– en el Museo del Calamar Gigante de Luarca. Y ya en la cima de la profundidad el ‘calamar colosal’ leyenda viviente que mide entre 15 y 18 metros; pesa media tonelada y sus ojos –del tamaño de un balón de fútbol– son mayores que los de cualquier otra criatura sobre la Tierra.
          Cachalote y el calamar colosal protagonizan batallas titánicas en las profundidades del océano.
          Por supuesto que en el Cañón hay un inmenso mundo, en continuo descubrimiento, de especies vegetales y animales por las lentas exploraciones que en los últimos años se vienen llevando a cabo. Pero ésto, así como las explotaciones pesqueras y los planes de protección son un episodio aparte.
            Dijo –en LA VOZ DE AVILÉS–  Carlos Remis, fisioterapeuta y aventurero nato que viajó hasta el Cañón en su tabla de surf y cobertura de varios amigos, que «es un sitio muy bestia, único y que encima está al lado de casa (…) muchas veces no somos conscientes de lo que nos rodea».
          No lo somos.
          Sigue siendo un desconocido este paraíso submarino que, con 4.750 metros de profundidad está considerado como el valle subacuático más profundo del mundo. Se sabe más de la Luna que sobre el Cañón de Avilés, uno de los lugares más remotos del planeta Tierra.
          Seguimos estando en la luna, al respecto.
          Ojalá este episodio no me deje a la luna de Valencia, la de Luis Gª Berlanga y su sonrisa vertical, en mi afán de difundir la cercanía de Avilés –7 millas marinas, unos 15 Km., mar adentro– a un universo prohibido. Puede que algunos sientan una atracción muy intensa.
         Erótica.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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