(Una de las singularidades desconocidas de Avilés es su privilegiada relación con la Informática donde, por ejemplo ENSIDESA en la persona de Fernando Soler Mateo, es un referente mundial en la programación de procesos industriales).
Pocos saben del eco, bien es verdad que de resonancia íntima, que ha producido la muerte del filósofo y escritor Umberto Eco en una pequeña página (18 miembros) que venía durmiendo la siesta, en la red social Facebook, y cuyo nombre lo dice todo: ‘Una calle para Paco Menéndez, Informático’.
La desaparición del intelectual italiano espabiló la reivindicación de dicha página –cuyo administrador es el periodista de LA VOZ DE AVILÉS Fernando del Busto– y que es lograr un homenaje civil al avilesino Francisco Menéndez González, profesionalmente conocido como Paco Menéndez (Avilés, 1965–Sevilla, 1999), considerado hoy todo un clásico en el mundo de la informática española, por ser el autor –junto con el grafista Juan Delcán– del mejor programa de videojuego de la historia española. Hablo de ‘La abadía del crimen’, basado en la novela de Umberto Eco ‘El nombre de la rosa’.
También lo de Eco ha tenido eco en Madrid, donde están considerando darle el nombre de una calle a este Menéndez de Avilés, adelantado de la informática, y que será un episodio aparte junto con otros avilesinos pioneros en la historia local en la materia. Pero eso al tiempo.
Porque hoy toca recordar la proeza mundial de un equipo informático de Avilés, perteneciente a la Empresa Nacional Siderúrgica S.A. (ENSIDESA), abuela de Arcelor-Mittal, al frente del cual estaba un hombre singular y tenaz llamado Fernando Soler Mateo (Vigo, 1928–Madrid 2012), ingeniero, economista y licenciado en Informática.
Soler fue de los madrugadores de aquella gigantesca empresa, de los empezaron a trabajar en las oficinas de la casa número 29 de la calle La Ferrería, nombre que ni pintado para un domicilio siderúrgico. Tengo escrito que fuimos de la fragua al horno alto.
En la magnífica ‘Revista Monsacro. Arqueología y Patrimonio Industrial’, Fernando Soler Mateo dejó un histórico testimonio de su paso por ENSIDESA, a donde había llegado procedente de la Empresa Nacional Bazán para poner en marcha el departamento de Ordenadores Electrónicos, nombre que entonces sonaba a chino, aunque seguramente otros dirían que a coreano.
Con ‘la empresa’ (que así a secas era conocida, por la gran mayoría, aquella ENSIDESA en Avilés) creciendo a todo trapo, las oficinas centrales se trasladaron de la calle La Ferrería (‘la casa estaba apuntalada en todos los pisos para aguantar tantos papeles y tanta gente como estábamos allí metidos’) a un nuevo edificio en La Marzaniella (Trasona) donde Soler, en 1959, recibió los primeros equipos informáticos que ocuparon considerable espacio en los bajos del inmueble.
Y ahí comenzó una tan brillante como desconocida navegación informática que Fernando Soler capitaneó, con el apoyo de un ingeniero de armas navales especializado en la construcción de submarinos, llamado Áureo Fernández Ávila, entonces el mandamás de ENSIDESA.
Con programas informáticos, hoy considerados medievales, llegó a procesar las nóminas de los miles de trabajadores de ENSIDESA, nóminas que se venían haciendo a mano, pura caligrafía contable hoy también considerada medieval. Y seguidamente se procesaron, en Avilés, las nóminas de las plantillas de todas las empresas estatales radicadas en Asturias.
Aquello fue un anticipo de lo que vino luego cuando puso rumbo al control de los gigantescos almacenes generales de la fábrica, estableciendo programas de bases de datos que agilizaron de manera extraordinaria un trabajo en el que, hasta entonces, se afanaban cientos de personas.
A esas alturas el departamento de Ordenadores Electrónicos había crecido en medios y en personal. Eran mirados como bichos raros, gurús de lenguaje extraño que manejaban máquinas incomprensibles. Acceder a las instalaciones de Ordenadores era entrar en un mundo nuevo, inmaculado, silencioso. Un orden protegido por aire acondicionado. Algo nunca visto.
Hoy en día hay múltiples lenguajes de programación como Fortran, Cobol, APL.etc., o sistemas operativos con lenguajes de ayuda como el Unix, múltiples DOS, etc. Pero en Avilés, y por aquellos años 60, solo disponían de un Assembler primitivo y aunque iban informatizando con éxito la factoría –cosa inusual entonces en España– no era suficiente. Soler y los suyos trabajaban febrilmente en un mundo de pasos por dar y viajaban de aquí para allá, o sea Francia o Alemania que es donde se cocinaba la tecnología informática, lo desconocido.
Y así, sudando la gota gorda, y la neurona también, lograron tan altos niveles de conocimiento que hicieron posible que la navegación informática de ENSIDESA alcanzara reconocimiento mundial. ‘Llegó el sueño esperado’ escribe Soler Mateo.
Tal hecho, resumido, tuvo lugar en las nuevas instalaciones de Laminación en Frío (entre Trasona y Tabaza). Allí, los de Ordenadores Electrónicos, habían estado hurgando en los procesos de producción, que discutieron, planificaron y finalmente programaron. Pero las pruebas finales por ver si funcionaba todo lo que habían hilvanado, no fue posible hacerlas aquí por la complejidad tecnológica.
Tuvieron que ir al laboratorio que IBM tenía en la ciudad alemana de Sindelfingen. Escribe Soler «Abrimos las maletas, sacamos los programas ensamblados, los cargamos en los sistemas, introdujimos la información de planta desde los terminales y. . . ¡¡la impresora de planta funcionó!!… Fue la primera aplicación en tiempo real de teleproceso industrial siderúrgico de la historia. Los trabajadores de la planta arrancaron a aplaudir y lo celebramos con Coca Cola. Nosotros tuvimos una de las emociones más grandes de nuestra vida».
Hicieron historia. Así que al regreso a Avilés el sistema se aplicó y entró en marcha en ENSIDESA que se convirtió así en pionera mundial en esta materia informática de procesos industriales.
La noticia tuvo eco mundial, así que no fue extraño que la multinacional IBM –entonces símbolo del poderío tecnológico USA en el mundo– no cesara de traer a Avilés a clientes y a técnicos para que comprobaran en directo la fabricación siderúrgica informatizada, novedad mundial ‘Made In Avilés’, inventada por Fernando Soler Mateo y sus colaboradores donde «Menos los titulados que llegamos de fuera, la plantilla era asturiana y en su mayoría avilesinos».
Y nombra especialmente a Faustino Río Busto, Jesús Álvarez Naves y Rafael Rodríguez Vigil. Todos ellos dejaron ENSIDESA, después de que lo hiciera Soler al poco de jubilarse aquel Áureo Fernández Ávila, presidente de la empresa siderúrgica, que supo proteger la lucidez de Fernando Soler. Los que sucedieron a Don Áureo, como era conocido en ‘la empresa’, dieron signos de no apostar por el futuro informático.
A Soler y al núcleo de su equipo se los rifaron, como se puede suponer, las empresas punteras. Nuestro hombre siguió su acostumbrado paso laboral –firme y decidido– en otras tierras, e incluso tuvo tiempo para escribir ‘Gestión Informática de la Producción’, una de las obras de referencia en diseño asistido por ordenador.
Esto de la informática con ribetes universales es –otra más– de las singularidades desconocidas de Avilés, la comarca de Asturias (datos de 2010) con más ordenadores en las viviendas (el 72,4% de ellas tienen algún tipo de ordenador) y también la que cuenta con mayor número de hogares (el 62%) que tienen acceso a Internet.
Son datos que a Menéndez y a Soler les gustaría saber y no descarto que lo sepan. Como también que en la ciudad hay mucho negocio informático del que cito dos ejemplos como MrSoft (en la plaza de Camposagrado) o Astarte Informática (excelentes profesionales con quienes Soler haría buenas migas pues están frente a su antigua domicilio avilesino en la calle González Abarca). Y todo eso aparte de empresas como Aspediens, Software AG, Satec y Computer Sciences Corporation (CSC). Ésta última con cerca de 800 trabajadores.
Baltasar Gracián, celebrado clásico de la Literatura, escribió que «El verdadero saber es de pocos», una sentencia que ni clavada para un clásico de la Informática llamado Fernando Soler Mateo.