(Es el pseudónimo de Luis Menéndez Alonso, famoso poeta avilesino que fue un histórico dinamizador de la cultura local).
En parte de la huerta del convento de San Francisco del Monte (hoy iglesia de San Nicolás de Bari) que durante siglos estuvo dando frutos a los frailes, se construyó a principios del siglo XX un edificio destinado a escuelas públicas y en él se instaló la primera biblioteca pública de Avilés, pionera en el préstamo de libros a domicilio, una modernidad de entonces. Siempre me pareció fascinante este hecho histórico ocurrido en la huerta de los frailes cuando comenzó a dar libros. La agricultura de la cultura.
Lumen
Hablo de la histórica Biblioteca Popular Circulante, ya tratada en pasados episodios, fruto de una tertulia de amigos que se reunían en un café (‘La tertulia prodigiosa del Café Imperial’ episodio publicado en LA VOZ DE AVILÉS de 9 de noviembre de 2014) a las órdenes de un ingeniero militar, loco por los libros que guardaba por miles en su casa de la calle de La Ferrería (‘El coronel si tiene quien le escriba’ episodio correspondiente al 18 de enero de 2015). Porque fue el coronel Wenceslao Carreño quien armó aquel primer Patronato de la nueva biblioteca que funcionaba a base de socios y permitía llevar libros para leer en casa algo que tuvo un inmediato efecto multiplicador cultural sobre la población avilesina.
En el Patronato figuraban intelectuales (miembros de la tertulia, claro) como Fortunato Sánchez-Calvo, David Arias Rodríguez del Valle o Manuel G. Wes, fundador y director de LA VOZ DE AVILÉS. Como bibliotecario fue elegido el poeta Luis Menéndez Alonso más conocido como Lumen, acrónimo de su nombre y primer apellido.
Lumen había nacido en Avilés el 11 de noviembre de 1894. Fue un escritor autodidacta que comenzó a publicar trabajos literarios en la prensa en 1911 y ya no pararía, siendo La Voz de Avilés su medio más habitual.
En 1911 el avilesino Lumen contrae matrimonio con la polesa María del Carmen Díaz. De esa unión nacerán seis hijos.
«Yo escribo mientras coses la ropa de los pequeños, / y el vaivén de la aguja y el rasgar de la pluma / dicen todo un poema de cuidados y ensueños / y de encajes de espuma…»
Carmen Díaz, esposa de Lumen.
En 1923 dirigió el semanario festivo ‘La Batelera’ y al año siguiente la anual ‘El Bollo’, al tiempo que creaba una nueva y muy cuidada publicación literaria: ‘Avilés Gráfico’.
Su trabajo poético fue en aumento hasta publicar en Madrid, en 1925, ‘Mirando hacia la cumbre’ que viene a ser una antología de su obra en verso. No tarda en ser tenido como maestro por jóvenes que iniciaban su carrera literaria como es el caso de Ana Arias Iglesias que firmaba sus poemas como Ana de Valle.
Lumen no paraba. A su diario trabajo municipal, añadía la dirección de revistas, colaboraciones en medios locales, regionales y algunos americanos. Pero sobre todo se volcaba, todas las tardes, en la biblioteca donde los libros circulaban que era un primor
Y también fue un gran dinamizador cultural. Por Avilés y gracias a su gestión pasó gente como Miguel de Unamuno, Gerardo Diego, Valle Inclán, Pérez de Ayala y algunos etcéteras más. Sin olvidar la estancia de Federico García Lorca y la actuación de su grupo teatral ‘La Barraca’ en la plaza de España.
Al declararse la Guerra Civil de 1936, Lumen defendió con decisión, desde los medios, al régimen republicano. Cuando Avilés fue tomado por las tropas de Franco, en noviembre de 1937 Lumen fue detenido y fusilado. El horror. Poco más de un año antes había visto morir asesinados por ‘elementos incontrolados’ del bando republicano a antiguos compañeros: escritores como BIF (seudónimo de Indalecio F. Balsera) o a su director en La Voz de Avilés Manuel G. Wes.
Lumen tenía escrito « ¡El dolor de la obra irrealizada / que se soñó tan honda, y el dolor /de ver que el ideal no ha sido nada /más que una estampa que perdió el color!»
La biblioteca cuyo primer cobijo, decía más arriba, fue en las escuelas nacionales ubicadas en un solar de la antigua huerta de los Franciscanos, al lado de Artes y Oficios, tuvo que trasladarse en 1927 a la calle Rui Pérez hasta que contó con un edificio construido ex profeso en la calle Jovellanos, en 1934. Al terminar la guerra fue trasladada al Instituto Carreño Miranda, en El Carbayedo, donde fueron expurgados 3.000 de los 10.000 volúmenes que había logrado reunir Lumen.
Con el tiempo la Biblioteca Popular Circulante volvió a la calle Jovellanos, aunque fue rebautizada como Bances Candamo y perdió su independencia al ser integrada en la Casa Municipal de Cultura.
Organismo que desde 1989 ocupa un nuevo edificio en la plaza Álvarez Acebal donde se sigue viendo al poeta en el segundo piso. Allí, en el hall de la sala de lectura de la biblioteca está plantado su busto de bronce –obra de Ramón Caso de los Cobos– para que nadie olvide lo que Lumen hizo por la cultura de Avilés.
Estaba de madre que habría de regresar al solar de la antigua huerta de los franciscanos donde sembró la afición por la lectura. Al lado del parque Ferrera cuya principal avenida, que lleva su nombre, conduce directamente, desde la nueva biblioteca a Rivero, la calle de aquel a quien todo el mundo en Avilés conocía como Lumen. El que confesó tener un orgullo «el soberano orgullo de ir conmigo entre la gente».
Inolvidable.