Avilés, una ciudad cargada de historia, está revisando el Plan Especial de su monumental casco antiguo.
Estos días anda en lenguas el casco histórico de Avilés, que inicia el proceso para su aprobación definitiva después de las modificaciones del documento redactado, en 2012, por el equipo del arquitecto Carlos Ferrán.
Este famoso urbanista, ganador de varios premios nacionales e internacionales, declaró en su día que el casco histórico de Avilés –para él en algunos aspectos más importante que el de Oviedo– debería ser candidato a ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Y defendía las ventajas que acarrearía para la ciudad el solo hecho de solicitar el inicio de ese proceso.
Pero no es sólo Carlos Ferrán. En la red social Facebook hay una página titulada ‘Avilés Casco Histórico Patrimonio de la Humanidad’ que tiene, a la hora de escribir estas líneas, más de 7.300 seguidores.
En cualquier caso no hay duda de los importantes vestigios del pasado que guarda Avilés en calles y edificios de su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico Artístico por el Estado español.
Durante la Edad Media fue villa distinguida por un Fuero Real. Se fortificó y comenzó a desarrollar una considerable actividad comercial, su puerto marítimo fue el artífice, que la convirtió en la segunda población de Asturias. De aquella época guarda palacio, capillas e iglesias.
En el siglo XVII, el crecimiento demográfico hizo necesario construir fuera de la muralla. Y surgieron tres palacios: el municipal y los de Ferrera y Llano Ponte que a su vez dieron origen a la actual plaza de España (El Parche, para los avilesinos) y al nacimiento de las impagables calles de Rivero y Galiana. Mansiones y vías públicas que, junto con el palacio de Camposagrado, conforman hoy una monumental herencia de arquitectura barroca.
A finales del XIX la ciudad recibió un nuevo impulso urbanístico que dio paso -al desecar las marismas- a espacios como el parque del Muelle y la excepcional plaza del Mercado. También entonces se construyeron espléndidos edificios en las calles La Cámara, La Muralla y La Fruta.
Hacia la mitad del siglo XX, se establecieron en Avilés grandes factorías metalúrgicas que casi quintuplicaron su población con la llegada de trabajadores de muchos puntos de España. Este ‘ensanche industrial’ obligó a la construcción de poblados en la periferia de la ciudad y supuso un vertiginoso crecimiento de su centro urbano propiciando, en suma, el mayor cambio que Avilés ha experimentado en su historia.
La mayoría de las señas de su pasado lograron sobrevivir a aquella avalancha industrial, pero paradójicamente las que están desapareciendo son las del patrimonio industrial, como fue el caso de la Central Térmica, gemela a la sede del museo Tate Modern de Londres. No sabemos valorar –con la honrosa excepción del Arnao de Castrillón– la arqueología industrial y eso nos pesará en el futuro.
Con todo, estamos en una ciudad atlántica milenaria, recoleta y muy paseable, en la que uno de sus elementos arquitectónicos más singulares, el soportal, siempre nos pondrá a buen resguardo, del sol o de la lluvia, para descubrir el arte y la historia que Avilés sigue atesorando.
Uno de los más antiguos periódicos europeos el ‘Berlingske Tidende’ de Copenhague y en extenso reportaje sobre Asturias concede (¡asómbrense!) la mayor relevancia a Avilés al hablar de las tres grandes ciudades de la región.
No tiene desperdicio el párrafo final del citado trabajo periodístico que me remitió, en su día y alborozado, Armando Sirvent Palacio-Valdés (entonces residente en Dinamarca) biznieto del universal escritor.
Lo transcribo: «Está Gijón con un Acuario emocionante y con una Universidad Laboral increíblemente pomposa que Franco hizo construir en su dictatorial delirio de grandeza. Oviedo con su elegante barrio antiguo alrededor de la catedral con graciosas tiendas antiguas. Y Avilés, por la que la mayoría de la gente pasa de largo, pensando que es una pesadilla industrial a causa de las vistas desde la autopista, pero el centro de la ciudad es un pequeña perla que un día será nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si uno es joven y quiere conocer a jóvenes españoles, este es el lugar dónde hacerlo. Todo el centro de la ciudad con las largas aceras con soportales, se llena por las noches de gente joven».
Escrito está en uno de los diarios decanos de la prensa europea.