Hay una calle en San Juan de Nieva, paralela a la Ría, que tiene la singularidad de ser la única desde la que se divisa el Océano Atlántico.
San Juan de Nieva es un pueblo costero asturiano dividido en dos por la mar salada y partido en tres por los ayuntamientos de Castrillón, Gozón y Avilés.
La geografía y la administración local hacen picadillo a un San Juan que debe su invernal apellido a la mítica península de Nieva.
En San Juan mueren (y nacen) vías de comunicación, aunque hoy –y para el marinero en tierra que escribe este episodio– sea un ‘finisterre’, un lugar donde acaba la carretera para coches y el camino de hierro para trenes. Aquí comienza la mar y si el peatón quiere seguir ha de continuar como nadador.
En la parte del pueblo de la margen izquierda –hoy comido urbanísticamente por la Autoridad Portuaria de Avilés y merendado administrativamente por Castrillón y Avilés– termina una línea ferroviaria actualmente de cercanías y que en tiempos fue de largo recorrido. Hablo del famoso exprés nocturno Madrid–San Juan de Nieva, algunos de cuyos vagones (de la compañía que había puesto en marcha el mítico ‘Orient Express’) traían el glamuroso rótulo de ‘Compañía Internacional de Coches Cama y de los Grandes Expresos Europeos’, que no sé porqué a veces venía en portugués lo que te remitía a una imposible ensalada literaria de aventuras de John le Carré y poemas de Fernando Pessoa.
En la otra margen de la Ría, la derecha, y en la península de Nieva está lo que queda hoy en pie como zona urbana de San Juan. También está divida administrativamente; hay casas en calles sin bautizar que pertenecen al municipio de Gozón. La única rotulada pertenece al de Avilés y lleva el nombre de Antonio Fdez. Hevia, uno de los propietarios (junto con su hermano Aniceto) del astillero soldado al pueblo. El empresario falleció en 1918, en un accidente ocurrido durante la botadura de un buque y la Corporación avilesina le rindió homenaje, el 26 de junio de 1942, dándole su nombre a esta calle situada a orillas, y en paraelelo, de la bocana de la Ría.
La línea de puntos divide San Juan de Nieva. De la mitad de la foto, y para abajo, es Gozón; de la mitad hacia arriba Avilés.
También el Ayuntamiento avilesino tiene dentro de su ‘Catálogo de bienes inmuebles del municipio’ localizadas, con categoría de protección parcial, un conjunto de casas populares (nº 12), el astillero (nº 14) y dos casas tradicionales con mirador (números 4 y 6). Estas últimas, al borde del precioso paseo marítimo con ‘muro’ de maroma, son las más llamativas de la localidad y en una de ellas tuvo el famoso ‘Pachico’ tienda y mesón, en su día muy visitado por su excelente caldereta de mariscos, a orillas del giro que hace la Ría y que es conocido como Curva de Pachico, que también tiene su historia en episodio aparte.
‘Pachico’ (Francisco Corostola Alcíbar) junto con ‘Rico El Buzo’ (Ricardo García Fernández) y ‘Pepe La Vara’ (José Fernández García) son tres personajes históricos de la margen derecha de la Ría de Avilés.
A mí éste San Juan que queda en pie (en Avilés conocido como el ‘San Juan de allá’) siempre me había olido a cine, al Visconti de ‘Muerte en Venecia’. Todo por una foto del hotel ‘La Rosa’, situado al lado de la Peña del Caballo, que daba comida, bebida y alojamiento a gente atrevida que venía desde Avilés –en un vaporcito que hacía la línea– a tomar baños de mar mostrando una pequeña parte de sus carnes (con bañadores más o menos del estilo del hoy noticioso burkini) antes de que comenzase a funcionar el Balneario de Salinas.
Y el otro día, cuando partía el trasatlántico ‘Europa’ unos niños que se bañaban al lado de la rampa de San Juan saludaron una y otra vez, y no sé porqué en italiano, a los viajeros del crucero al grito de ¡Arrivederci! ¡Arrivederci!… mientras la nave hacía sonar su sirena; la escena me recordó al Fellini de ‘E la nave va’ y sobre todo a la secuencia del trasatlántico de ‘Amarcord’ e hice –desde la calle Antonio Fdez. Hevia, con el barco navegando a mi izquierda y coches circulando a mi derecha– una foto que les muestro de la nave encarando majestuosa el mar mientras caía el sol.
Y todo eso ocurrió aquí en Avilés, en una calle del San Juan ‘de allá’ donde puedes ver el San Juan ‘de acá’; grúas con pinta de dinosaurios e iglesia vanguardista; faro de Avilés e isla La Deva; Océano Atlántico e la nave va.
El acabose.