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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

El Camino de Santiago traspasa el casco histórico de Avilés

            Hubo una vez un reino de Asturias, cuando aún éramos más grandones que ahora, que ocupaba toda la cornisa cantábrica.

            Uno de los reyes asturianos, de nombre Alfonso II, mandó construir una iglesia ‘de porte asturiano’ allá cerca del fin del mundo –lo que se llamaba Finisterre, porque se creía que más allá solo había mar– en el lugar conocido como Compostela, para que acogiera las reliquias recién descubiertas del apóstol Santiago, reimpulsando así una antigua costumbre de peregrinaje de fieles hacia la tumba del discípulo de Jesucristo delatada ya anteriormente, según cuenta la tradición, por los fulgores de estrellas bajadas del cielo hacia aquel lugar desde entonces conocido como ‘Campus Stellae’ que derivaría con el tiempo en el  vocablo Compostela.

            No le faltó tiempo a Alfonso II (760–842) para potenciar la noticia del milagro sideral por la Europa cristiana con lo que el monarca asturiano consiguió que desde entonces y a lo largo de siglos, guiados desde los cielos por La Vía Láctea, llegaran a Compostela multitud de creyentes generando una gran vitalidad económica, social y cultural por los lugares de paso. A cambio se pagó un desolador peaje sanitario en forma de epidemias.

            En uno de los Caminos que conducen a Compostela, el costero, una de las villas que ofrecen parada y fonda a los viajeros es Avilés que ya en 1515 construyó (los albergues locales son episodio aparte) un edificio ex profeso que acogiera a los peregrinos que recorrían aquella espectacular ‘autopista’ cultural. Goethe escribió que Europa se hizo peregrinando a Compostela.

            El Hospital de Peregrinos estaba fuera de la muralla en el entonces arrabal del Ribero y cuando la incuria lo destruyó (en 1948) Avilés construyó otro albergue más modesto, pues la sociedad había ido cambiando y ya no peregrinaban tantos a ganar indulgencias divinas. Actualmente ha vuelto a tomar un gran auge cultural.

              Tal como está estructurado el Camino –hablo del costero y en dirección este a oeste– una de las etapas trae a los peregrinos desde Oviedo o Gijón, según, hasta Avilés donde hacen noche, para continuar frescos a Soto de Luiña buscando la meta de Santiago de Compostela.

              Lo hacen cruzando la ciudad siguiendo el recorrido tradicional por lo que traspasan gran parte del casco histórico avilesino ayudados por señales de tráfico especiales con el símbolo del peregrino compostelano, o sea una concha (interpreten este vocablo, los sudamericanos que leen este episodio, en el mejor de los sentidos que se le da en España o sea caparazón de carbonato cálcico de los moluscos).

              Así que salen del Albergue situado frente al final de Rivero, calle que recorren en su totalidad, enterándose que fue urbanizada en el siglo XVII y que junto con Galiana son dos de las más espectaculares de una villa que tiene kilómetros de soportales, entre antiguos y modernos.

              Tendrán más al llegar a la plaza de España, sensacional Parche arquitectónico, y continuarán camino por la calle de La Ferrería, como marca la concha (sigan conteniéndose la mayoría de los lectores en habla hispana del continente americano) al inicio de esa vía.

A la izquierda Concha indicadora del Camino de Santiago en la calle La Ferrería.

              Se trata de la que fue calle mayor de Avilés durante siglos, y por tanto atesora destacados monumentos como un palacio gótico, edificado en torno al siglo XIV por un rico mercader para servir de lonja comercial y de vivienda familiar. Más adelante y cuando la calle comienza su descenso hacia el parque del Muelle pasarán ante un complejo religioso formado por la iglesia, hoy de San Antonio (siglo XII) y la capilla de Las Alas del siglo XIV.

              Al llegar al parque (donde durante siglos se encontraban los peregrinos con los muelles del tradicional puerto de Avilés) deben dirigirse al barrio de Sabugo; antiguamente lo hacían pasando el puente que comunicaba la villa amurallada con aquel barrio marinero. Hoy lo hacen yendo a un costado de la fachada norte del palacio de Camposagrado y luego de la plaza del Mercado (oficialmente Hnos. Orbón) hasta alcanzar la calle de La Estación.

            Antiguamente conocida como calle D’Alante es una de las tres históricas de Sabugo junto con la D’Atrás (Bances Candamo) y la D’Enmedio (Carreño Miranda). La de La Estación, es recorrida por la persona viajera a Santiago de Compostela, justo hasta divisar el ábside de la iglesia de Santo Tomás de Canterbury (siglo XIII) donde habrán de girar hacia la plaza del Carbayo.

            Luego saliendo hacia la calle Marcos del Torniello tomarán la Avenida de Alemania e irán subiendo, dejando el barrio de Pescadores (o Nodo) a la derecha, por la empinada carretera de San Cristóbal para desde allí introducirse por caminos del territorio municipal de Castrillón.

            ¡Buen Camino!… Es la tradicional despedida al peregrino. 

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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