No son todas las que eran algunas han sido gastadas, unas por el tiempo y otras por los tiempos que corren.
Avilés ha sido pródiga en capillas y tomen el término en su más amplia acepción. Estos pequeños templos se prodigaron en el recinto urbano y en la zona rural. Me voy a referir a los que siguen plantadas en su sitio dibujando un arco de amplio espectro que abarca desde la predominante ermita de La Luz a la tan artística como encerrada, acosada y acorralada capilla de los de Las Alas (a la que el personal, por economía expresiva, sigue llamando ‘de Los Alas’).
Y entre medias están las capillas encendidas o sea abiertas. Y también las apagadas, generalmente de uso privado, desaparecidas unas y clausuradas otras.
Las capillas encendidas están abiertas, aunque no continuadamente, al visitante. Es el caso de La Luz, un episodio aparte. Allí mismo, en Villalegre, unas ruinas en la calle principal nos remiten a Santa Apolonia, capilla tan apagada como arruinada.
Cerca, en el antiquísimo Llaranes, está San Lorenzo capilla histórica –un episodio aparte– como canta su ventana prerrománica.
Luego, en el centro urbano y formando parte del casco histórico, están las famosas de San Pedro en la calle Rivero, de Jesusín (cariñoso diminutivo con el que la población avilesina ha venido conociendo desde hace tiempo a Jesús de Nazaret) en la espectacular calle Galiana y la medieval de Las Alas situada a un costado de la iglesia de San Antonio en la calle La Ferrería. Las dos últimas ya han sido episodio aparte.
Avilés también contó con capillas apagadas, las de propiedad privada hoy cerradas. Por ejemplo en el palacio Ferrera su capilla ha pasado a ser ‘La Capilla’ comedor de lujo del hotel. En el de Camposagrado sigue al aire, en la torre derecha, el arco que unía al palacio con su desaparecido oratorio. Más grotesca es la situación de la del antiguo palacio de Llano–Ponte que pues al ser reconvertido en salón de proyección cinematográfica (llamado Marta y María) hace cerca de 70 años fue lamentablemente destruido el interior del edificio y la taquilla incrustada justamente en la puerta de la capilla, que tenía acceso desde los soportales del exterior.
También hay tres destacadas mansiones donde su capilla ha corrido distinta suerte. La casa de Eladio Muñiz (esquina de las calles Cuba y La Cámara) sigue conservándola, pero en la de Arias de la Noceda –calle Galiana– su pequeña capilla neogótica es hoy el archivo de los servicios municipales que hoy alberga el edificio. Y en La Lleda, camino de Miranda, en la antigua casona de los Carreño sigue existiendo una más que curiosa capilla con un pequeño y encantador retablo barroco.
Pero volvamos al argumento inicial, o sea La Luz y Los Alas.
La ermita de La Luz, a 107 metros sobre el nivel del mar, es la altura totémica (junto con el Gorfolí) del Avilés urbano. Desde ella se domina la ciudad, su zona industrial y la desembocadura de la ría en el océano Atlántico. Quizá hay mejores vistas desde otros lados, pero ninguno tan cargada de mitología como este monte de La Luz, donde se exhibe el pequeño templo construido en el siglo XVIII, parece que sobre otro más antiguo, dedicado a la Virgen de La Luz actual patrona de Avilés, cuya imagen, si es mirada con detalle, es de llamar la atención.
Y sin embargo en la capilla de Las Alas la luz no acaba de entrar y eso que está en pleno centro del casco histórico de Avilés a un costado (pero independiente aunque no lo parezca) de la actual iglesia de San Antonio, que fue durante siglos la parroquial de San Nicolás de Bari, cuando la villa estaba amurallada, Avilés era la segunda población de Asturias después de Oviedo y además mandaba mucho –por vía marítima– en el norte atlántico peninsular. Hay gente que desconoce su ubicación, de tan escondido como está este monumento del siglo XIV alabado por historiadores en general y expertos del gótico en particular. Tan hermoso como humillado.
-Sólo al diablo se le ocurre!… Convertir el espacio que hay delante de la capilla en patio de luces con tendales y todo ¿Dónde se vio?… Me comentó, Sofía Legazpi, una vez.
En Los Alas debería hacerse la luz algún día. Ya tarda.