Hace ya cinco años que los productores de la película española ‘Ocho apellidos vascos’ se pusieron las botas, económicamente hablando, por lo que el negocio continuó -en cines y teatros- con catalanes y andaluces, moda que lleva camino de desbordar el ámbito regional y entrar en el local. Voy a curiosear con los de Avilés.
Echando un vistazo a los ocho apellidos locales que más personas o personajes, nacidos o pacidos en cualquier época y de cualquier clase y condición, salen los siguientes: Alas, Álvarez, Carreño, Fernández, Graiño, González, Menéndez y Suárez. De entre ellos escojo, como muestra, algunos que no tienen porque ser los más destacados dentro de cada apellido.
Es el caso por ejemplo de los Alas donde son famosos los guerreros y mercaderes con ese apellido, pero me llama la atención María de las Alas Pumariño (Avilés 1915-Gijón 1977) mujer de mucho calado que pasó las de Caín hasta que se reconoció su reivindicación para que se asignara una pensión a las viudas (como ella misma) de los militares republicanos que lucharon en la incivil Guerra Civil española. Otra es Teresa Imaz de las Alas, que trabaja como restauradora notable tanto de interiores de templos (Santa María de Cancienes), monumentos (Los Canapés) y estatuas como la del Adelantado de La Florida en el parque El Muelle.
En cuanto a los Álvarez voy de un rector de la Universidad de Oviedo, como fue Sabino Álvarez Gendín (Avilés 1893-Madrid 1995) a una gran maestra de escuela -y abanderada de los derechos de la mujer- de nombre Faustina Álvarez García (Renueva.León 1874-Canales.León 1927) que enseñó a leer y a escribir durante seis años a niños de la antigua escuela de Miranda y que más tarde sería la primera mujer en acceder a puestos educativos relevantes a nivel nacional, aparte de ser la madre que parió a Alejandro Casona, dramaturgo famoso. Y lo que son las cosas: la primera escuela de Faustina Álvarez fue la del pueblo leonés de Busdongo lugar de nacimiento de Amancio Ortega (dueño de la multinacional Zara) quien fue suegro del jinete avilesino Sergio Álvarez Moya (cuyos padres viven en Heros, al lado de Miranda) y que estos días anda en lenguas por un romance que una revista amarilla le cuelga con Jessica Springsteen, jinete norteamericana, hija del mítico rockero.
Para hablar de los Carreño no citaré al universal pintor así apellidado sino al navegante Bartolomé Carreño, que nacido en Avilés en el siglo XVI exploró -por orden del rey de España- las islas ignotas llamadas Bermudas. O de Esther Carreño (Cienfuegos.Cuba 1915-Avilés 2008) directora -excepcional caso por su condición de mujer en aquel tiempo de 1950- del Instituto Carreño Miranda y también diputada provincial durante el franquismo, cosa igualmente rara. O de Pantaleón Carreño padre de trece hijos a cada cual mas destacado y para muestra cito a Eladio Carreño polifacético personaje que llegó a ser alcalde de Gijón o Eduardo Carreño científico de talla internacional.
En el capítulo de los Fernández me acuerdo del escritor Eloy Fernández Caravera con su ‘Mayita’ por bandera, del músico Mario Ramón Fernández Cuervo ‘Morenito’ tan importante en el mundo coral avilesino y de los alcaldes Simón Fernández Perdones (Luanco 1819-Avilés 1874) autor del primer apunte para una historia local (‘Anales de Avilés’) y Ricardo Fernández Suárez (también conocido como Rico) y que fue un político que formó parte del puente (conocido también como Transición) entre el régimen franquista y el democrático municipal que entró en vigor en 1979.
Hay un arco de gente con el apellido Graiño que abarca desde el primer ingeniero-jefe (José María) que tuvo el puerto de Avilés a una pareja de militares de alta graduación como Francisco (que un astrónomo notable) y Amalio, pasando por dos farmacéuticos de aúpa como Celestino Graiño Caubet y su hijo Celestino Graiño Cors quien puso en marcha un museo de ciencias naturales en Avilés con el material que había reunido su padre. El museo se llamó Graiño, claro.
Un dignatario religioso y una dirigente comunista están, entre otros, en el capítulo de los González. Me refiero a Felipe González Abarca fraile mercedario que llegó a obispo de Ibiza y Santander y a Laura González -a la que estos días le discutieron un homenaje público en Castrillón- que fue concejala en Avilés, eurodiputada en Estrasburgo y Presidenta de la Junta del Principado de Asturias. Un González, de nombre Manuel y de segunda apellido Wes, fue fundador en 1908 y primer director del diario LA VOZ DE AVILÉS.
No citaré al histórico Menéndez de Avilés que este año está de aniversario, pero si a Mario Menéndez (Oviedo 1951-2005) cineasta que lo bajó (junto con Fran Vaquero) de su pedestal en el parque El Muelle y lo filmó paseando por la ciudad, unos años más tarde dirigiría el largometraje ‘El vivo retrato’, primera película de la autonomía asturiana.
Región ésta donde en el siglo XVII dejaron espléndidos trabajos, empezando por la catedral de Oviedo, los arquitectos avilesinos Menéndez Camina, padre e hijo. Otro que figura en el olimpo, atlético, es el arquero Alfonso Menéndez Vallín que se trajo a Avilés una medalla de oro de la Olimpiada Barcelona’92.
Respecto a los Suárez saco del baúl de los recuerdos a un alcalde de nombre Fernando Suárez del Villar (Figols.Barcelona 1918-Avilés 1989) que cargó, desde 1965 a 1976, con buena parte de los problemas sociales, urbanísticos y educativos originados por la instalación en Avilés de la gran siderúrgica Ensidesa, imán de multitudes en busca de trabajo. Gigantesca fue también la obra (de Rafael Suárez Solís (Avilés 1881-La Habana 1968) escrita a orillas del mar Caribe, en Cuba, donde publicó más 17.000 trabajos periodísticos y originales obras literarias y teatrales en alguna de las cuales la acción transcurre en Avilés donde su obra sigue siendo desconocida. Por fortuna no ocurre lo mismo con la de Marian Suárez, la poeta avilesina más galardonada a nivel nacional.
«Porque fueron, somos. Porque somos, serán» dice la vieja frase.