Algunos de los avilesinos que de Florida a California, y en mayor o menor grado de importancia, participaron hace siglos en la conquista y colonización de los hoy Estados Unidos de América.
El próximo viernes, 15 de febrero, se cumplen 500 años del nacimiento de Pedro Menéndez el más destacado asturiano en el descubrimiento (desde el punto europeo de aquella época) de un nuevo continente bautizado como América.
(Infografía realizada por Manuel Campa García)
La aventura está íntimamente ligada con los descubrimientos geográficos y en el caso de los avilesinos se traduce a estar ceñida principalmente a territorios de América del norte, en hechos ocurridos entre el siglo XVI y principios del XVII y de costa oriental a costa occidental -de Florida a California- pasando por las grandes llanuras de Nuevo México.
De las andanzas de Pedro Menéndez, por tierra y mar, se ha escrito bastante, aunque nunca es suficiente ante la figura de tan fascinante y polémico aventurero. Nacido en 1519 en un Avilés casi humeante todavía a causa del pavoroso incendio sufrido en 1498 que destruyó tres cuartas partes de la villa. Su etapa infantil y adolescente tiene toda la pinta de muy desgraciada, quien sabe si por la muerte de su padre y el nuevo casorio de su madre o porque Pedro era así de esos alocados de coger el montante y, como ancha es Castilla, terminar en Valladolid (donde encontraron al rapacín y lo devolvieron) o bien de hacerse a la mar como ocurrió después. En cualquier caso el niño Pedro Menéndez huía de Avilés.
Ya adquirida fama y relieve como navegante y guerrero, alcanzó su cenit en las costas atlánticas del norte de América en 1565 cuando consiguió fundar, en la península de Florida, el lugar bautizado como San Agustín que hoy pasa por ser mayormente (hay polémica sobre ello y será un episodio aparte) el más antiguo asentamiento europeo en los actuales Estados Unidos de América. Y ese fue un hecho histórico de mucho relieve.
En el otro extremo de América del norte tenemos noticias, datadas de 1602, sobre la aventura de Antonio Flórez -a quien, según escribe ‘Españolito’, se le reputa nacido en Avilés- formando parte de una expedición para explorar toda la costa partiendo de Acapulco y navegando hacia el norte para descubrir y cartografiar los puertos y bahías de la costa occidental americana y también averiguar un paso que comunicara (lo que hoy conocemos como estrecho de Bering) el Pacífico Norte con el Atlántico septentrional. Las 200 personas que componían la expedición (marineros, soldados, carpinteros, frailes y dos cosmógrafos) embarcaron, al mando de Sebastián Vizcaíno, en una flota de tres barcos de nombre ‘San Diego’, ‘Santo Tomás’ y ‘Tres reyes’. El piloto y capitán de esta última fragata era el avilesino Antonio Flórez quien se dejó vida en esta aventura cuando ya estaban de regreso.
La expedición por las costas de California y Oregón descubrió y dató lugares que hoy nos resultan muy familiares. Por ejemplo la flotilla exploró la isla de Cebros, la bahía que llamaron de San Francisco (donde hoy se asienta la famosa ciudad), la isla de San Jerónimo, la ensenada de las Once Mil Vírgenes (hoy de San Quintín), un puerto que denominaron de San Diego, que les pareció el mejor que había en todo el Pacífico (y bien que atinaron porque San Diego es hoy la ‘capital’ de la Armada de los Estados Unidos) y también otro lugar que consideraron como un puerto excelente fue el que denominaron Monterrey… Todo esto ha quedado detallado en un documento que se puede consultar hoy en el Archivo de Indias de Sevilla «Derrotero de la navegación desde el puerto de Acapulco al cabo Mendocino y boca de las Californias…»
Y ya que andamos navegando por aquí habrá que recordar (relatada en episodio aparte) ya tierra adentro la empresa de Nuevo México de la que formó parte Cristóbal López, quien según ficha confeccionada en 1597 declara ser hijo de Domingo López de Avilés y haber nacido en la villa asturiana en 1557 (o sea 38 años después de Pedro Menéndez). En la citada ficha se añade que Cristóbal López «era de buen cuerpo, grueso, moreno, barbinegro, con una cuchillada encima del ojo izquierdo». Un DNI literario.
Datos estos, que como buena parte de los anteriores, que figuran en el trabajo de José Ramón Martínez, Rogelio García y Secundino Estrada titulado ‘Historia de una emigración: asturianos en América, 1492-1599’», Oviedo, 1992.
Una obra desgraciadamente inédita al igual que ocurre en Avilés con un libro relacionado con el Adelantado y titulado ‘The Enterprise Of Florida. Pedro Menéndez de Avilés and the Spanish’ escrito por el prestigioso historiador norteamericano Eugene Lyon y señalado como obra capital para entender la envergadura de la aventura americana del marino avilesino y cuya traducción al castellano (realizada por la poeta y profesora avilesina Natalia Menéndez) para su posterior edición, fue un proyecto del concejal de Cultura -Juan José Fernández (de IU)- en la Corporación 2003-2007 (presidida por Santiago Rodríguez Vega, PSOE) está en poder del Ayuntamiento de Avilés desde prácticamente la finalización del aquel mandato municipal en 2007 y entrada de una nueva Corporación (presidida por Pilar Varela Díaz, PSOE). Circunstancia que originó un parón que sería su entrada en imprenta y que nadie volvió a activar.
Y si el hecho es que la traducción de la obra escrita en inglés (y que en castellano sería ‘La empresa de Florida. Pedro Menéndez de Avilés y la conquista española de 1565-1568’) quedó lista para su edición en castellano quedó, repito, en poder del Ayuntamiento de Avilés, igual todo consiste en buscar en algún cajón, o en no se donde, y aplicar las consabidas matracas burocráticas para que se pueda llevar el texto a la imprenta y contar con una obra clásica (hasta ahora en idioma inglés) que narra la envergadura de la empresa montada por aquel aventurero de brújula y espada nacido hace 500 años por estos pagos. Pues páguelo el municipio, coño.
¿No pide el Ayuntamiento, a entidades y personas, colaboración para celebrar los cinco siglos de edad del Adelantado de La Florida? ¿Y no es un libro un digno homenaje al personaje? Pues de mano municipal está terminar lo que comenzó en su día.