El insólito origen de la enseña avilesina está en los colores del club de fútbol Español de Barcelona quien, a su vez, las había tomado de un almirante italiano del reino de Aragón.
Tenía yo, en tiempos del régimen franquista, un amigo que se las daba de anarquista y que montaba sus batallas individualmente contra el poder establecido de un modo original cuando no cómico.
Por ejemplo, deformando la letra de canciones que tuviesen tintes patrióticos como es el caso del pasodoble -del músico granadino J.M. Alonso y que forma parte de su humorada cómico-lírica ‘Las corsarias’- que se convirtió en popularísima canción patriótica que todo el mundo conoce como Banderita. El caso es que cuando se cantaba en banquetes de amigos, el aspirante a anarquista, cambiaba el ‘tu eres roja, tu eres gualda’ por ‘no eres roja, no eres gualda’ y como se cantaba a coro y a voces destempladas por la bebida nadie se daba cuenta y el quedaba feliz por haber negado en público y a voz en grito a la dictadura.
«¿Filósofo?… Hay gente pa tó» dejó dicho el torero Rafel ‘El Gallo’ cuando le presentaron a un señor apellidado Ortega y Gasset como un famoso filósofo. «Hay banderas pa todo» diría mi amigo el anarquista si hubiera conocido la gestación de la bandera de Avilés: dos franjas azules y una blanca en el centro con el escudo municipal y hubiera sabido que no tiene sanción legal algo de lo que informa el manual ‘Heráldica institucional y Vexicología del Principado de Asturias’.
La enseña tradicional de Avilés es un pendón (dicha sea con perdón, haga el favor, pues me refiero a la acepción que define a bandera o estandarte pequeño) de color carmesí con el escudo de la villa en el centro. Algo que si hay oportunidad se puede ver en el salón de recepciones del Ayuntamiento avilesino.
Llegados a este punto hay que decir que el fútbol hizo posible la actual bandera de Avilés. Una sorprendente historia, a la que tengo aludido en alguna ocasión, y que comenzó cuando el avilesino Eusebio Fernández Muñiz que ejercía importantes labores de representación industrial en Barcelona, se aficionó allí a un nuevo juego deportivo, inglés (como no), conocido en España como fútbol. Eusebio fue de los pioneros, llegando a formar parte de la junta directiva del Real Club Deportivo Español de Barcelona alcanzando, incluso, la vicepresidencia de la entidad.
Cuando se casó con la avilesina Emilia Rodríguez Maribona, el industrial volvió a su ciudad natal con una amplia experiencia en el entorno del mundo futbolístico de la que se beneficiaría el equipo de su ciudad natal. Puso fin al caos de equipación que tenía el Stadium de Avilés (nombre, entonces, del primer club de fútbol de la ciudad) y Eusebio Fernández (que con el tiempo sería presidente del club) estableció unos nuevos colores: azul y blanco a rayas verticales. Ocurrió en la temporada 1923-1924.
Lo de gestionar equipación similar a la del Español de Barcelona respondía a sus conocimientos del mercado textil catalán y sabía de los bajos precios de las camisetas a rayas azul y blancas dada la cantidad de piezas que se fabricaban en esos colores.
Llegados a este punto no está de más saber que el club Español de Barcelona se formó como respuesta al F.C. Barcelona fundado por un suizo (Gamper) acompañado en la directiva por ingleses como Witty, Morris, Harris o Steimberg. El periodista García Candau escribió al respecto que «el Espanyol fue fundado por españoles (catalanes en este caso) católicos y el Barcelona por protestantes extranjeros». Por su parte Alfredo Relaño, director del diario AS, lo sintetiza más diciendo que «el Barcelona fue creado por un suizo y otros extranjeros y en el vecino Español todos eran universitarios barceloneses».
Queriendo fijar sus raíces en lo más hondo de la historia, los catalanes que fundaron el club Español de Barcelona, basaron el diseño de sus camisetas en los colores de la enseña del almirante Roger de Lauria, marino italiano al servicio del reino de Aragón que en 1285 defendió victoriosamente al mando de las tropas mañas las costas de Cataluña (condado dependiente del reino aragonés) que habían sido atacadas por los franceses.
En Avilés la bandera del Stadium también era a franjas azules y blancas (en horizontal) como la del Español de Barcelona. Y el fútbol comenzó a hacer popular estos colores que lucían en algunos escaparates de establecimientos comerciales, por su parte los confiteros avilesinos comenzaron a colocar pequeñas banderitas de papel -con las franjas azules y blanca y el escudo de Avilés en el centro- clavadas (utilizando un alfiler como asta) en los bollos que por Pascua se venden como rosquillas. Esto de las banderitas fue algo que luego se extendió a las tartas de celebración y posteriormente lucían como adorno en solapa de muchas chaquetas y vestidos.
Fue una moda que coronó el Stadium cuando se proclamó campeón de España de fútbol amateur, así que no pasó mucho tiempo (ocurrió hacia la mitad del siglo XX) para que una bandera con esos colores -tan celebrados en ámbitos deportivos y festivos- ondeara en el balcón del Ayuntamiento tal y como sigue haciéndolo hoy.
Fútbol y confitería conformaron esta bandería que no ha sido impuesta por acontecimientos guerreros ni personajes de nobleza caduca, es una bandera del otro día pero que no costó ni una gota de sangre. Todavía.