Son los generados con anterioridad a 1950, los desarrollados a partir de ese mismo año -con la llegada de la gran industria a la comarca avilesina- son conocidos como los modernos.
Es justo en la mitad del siglo XX cuando en Avilés se origina el mayor número de cambios ocurridos a través de su historia, su mayor revolución socio-económica en todos los sentidos.
Es en ese año de 1950 cuando se iniciará la mayor transformación sufrida hasta ahora por la histórica ciudad asturiana. La mecha la prende la llegada de la gigantesca empresa estatal Ensidesa a la cabeza, que se instala a ambos márgenes de la Ría
La industrialización trajo consigo la construcción en el concejo avilesino de barrios de viviendas sociales para acoger a la “riada” de gente que acudió en busca de trabajo, téngase en cuenta que Avilés sextuplicó su población en pocos años. Estos barrios, nacidos entre las décadas de los cincuenta y los sesenta, forman un anillo en torno a la ciudad: Llaranes, La Espina, La Luz, La Carriona, Versalles, Buenavista, San José Artesano (al que le quedó El Tocote porque al ser viviendas rifadas (tal era la necesidad) la pregunta habitual en la ciudad era ¿Tocote el piso?) y Francisco Franco (y que nadie llamaba así ya que era conocido como El Tocarate… ya que si no te tocó el otro tocatare éste …) actualmente su nombre se ha reconvertido en “La Texera”.
La mayoría de los habitantes de estos barrios, al menos en su primera población, procedían en un alto porcentaje -aparte de distintas poblaciones asturianas- de regiones como Andalucía, Galicia, Castilla y Extremadura.
Pero conviene no olvidar que antes de la instalación de estos grandes poblados obreros, en Avilés ya existían otros antiguos, cercanos al centro y con una personalidad propia. O sea, los barrios tradicionales avilesinos.
Miranda: Situada en la parte alta de Avilés, quizá sea mas justa la denominación de pueblo al referirnos a Miranda (entre 2.000 y 3.000 habitantes) por su singularidad y por el entusiasmo que ponen sus habitantes en, y para todo, tipo de iniciativas. La industria artesanal ceramista (la famosa cerámica negra de Miranda) y la de los caldereros marcan su historia. Aquí nació uno de los hombres más ricos del mundo en su tiempo: José Menéndez Menéndez, también conocido como “El rey de la Patagonia”. Y para que nada falte hasta pueden presumir de un dialecto local, el bron, que incluso, desde la parroquia, trataron de ‘resucitar’ a través de emisiones radiofónicas de FM. A lo largo del siglo XX destaca el impulso y la influencia que tuvo José Manuel Feito, miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), autor de numerosas obras etnográficas y organizador infatigable por el impulso de la comunidad. En Miranda hay dos edificios notables: la casa de León Falcón, edificio almenado construido en el siglo XVII y la ermita de San Cosme y San Damián, situada en una vetusta casona en La Lleda, donde la tradición cuenta que nació el pintor Carreño Miranda contemporáneo del gran Velázquez.
Villalegre: Situado a la salida de la antigua carretera a Oviedo, fue a principios del siglo XX lugar residencial. Los ricos burgueses que impulsaron por aquel tiempo la modernización de la ciudad se hicieron construir hermosos chalets (e incluso una iglesia) en la zona, aún se puede contemplar alguno de hermosa apariencia, aunque la mayoría han sido abandonados o derribados. Ésta antigua zona residencial, está desde la década de los cincuenta encajonada entre los poblados de Llaranes, La Espina y La Luz, lo que ha hecho perder personalidad a Villalegre.
Valliniello: Un barrio, a lo largo de la historia, administrativamente muy discutido entre los municipios de Gozón y de Avilés, donde pertenece actualmente. En la carretera que va hacia Luanco, Valliniello ha sufrido como nadie los efectos de la contaminación de la industria siderúrgica, al estar sobre una colina bajo la cual se asentaban las instalaciones más contaminantes (muchas de ellas están hoy cerradas) lo que ponía los humos prácticamente a los pies del barrio. Valliniello (unos 4.000 habitantes), también es conocido como San Pedro Navarro, que es el nombre de su iglesia parroquial que aún guarda alguna remota reliquia medieval. En contraposición los más recientes muelles del estuario avilesino llevan el nombre de Valliniello.
San Juan de Nieva: Es el último núcleo urbano en la desembocadura de la Ría que lo divide en dos partes.La población de la margen izquierda ha desaparecido pero sigue conservado las instalaciones industriales y portuarias de una de las mayores empresas mundiales de fabricación de zinc (AZSA). En la margen derecha conserva parte del antiguo caserío destacando la calle (Fernández Hevia) que Avilés tiene más incrustada en la bocana de la Ría. Sigue siendo tan inusual como encantador contemplar de vez en cuando la circulación -en paralelo o cruzándose- de transatlántico con automóviles.
San Cristóbal: Es de las mejores atalayas de Avilés. Desde San Cristóbal de Entreviñas se puede divisar la ciudad o el mar (según el gusto de cada uno), con impresionantes vistas sobre las playas, especialmente la de Salinas. En tiempos pasados fue lugar de plantación de abundantes viñedos y hoy es lugar para el paseo soleado entre casas de antigua estampa y recientes construcciones bajas a modo de “segundas residencias” e incluso algún club social como el Real Club Tenis de Avilés. Por otro lado, en los merenderos para el disfrute gastronómico de San Cristóbal destacaban (ya no se llevan tanto) las apoteósicas tortillas de patatas del lugar donde sus cebollas te hacían llorar aunque ellas no experimentasen emoción alguna. Que se sepa.