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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

El casco histórico de Avilés y un caballero llamado José Francés

A tenor de lo que tengo leído sobre él, si hay alguien a quien seguro le hubiese entusiasmado la proximidad de la arquitectura vanguardista del centro cultural Oscar Niemeyer –tan solo separadas por un estrecho brazo de agua– con la arquitectura tradicional del casco histórico, ese alguien sería José Francés Sánchez-Heredero.

Madrileño, escritor, periodista, crítico de arte y unas cuantas cosas más, pasaba sus temporadas veraniegas en nuestra ciudad, donde participaba con entusiasmo indisimulado en la vida cultural avilesina: creación de la Sociedad de Amigos del Arte, mecenazgo de artistas plásticos locales, artículos periodísticos sobre Avilés en prensa nacional, etc. Y todo esto con tal alarde de calidad y cantidad, como para que, ya en 1926, el Ayuntamiento avilesino lo nombrara hijo adoptivo de la villa avilesina.

Pero hoy, José Francés, no está aquí en función de sus cualidades artísticas, literarias o periodísticas –que ese es un episodio aparte– sino por su ponencia, apasionadamente favorable acerca del informe presentado –en los años cuarenta del pasado siglo– por el conservador de monumentos de la zona cantábrica, el arquitecto ovetense Luis Menéndez-Pidal Álvarez, sobre la categoría monumental de la villa de Avilés y la necesidad urgente de su protección.

La ponencia que elaboró José Francés, en base a ese informe, y el seguimiento que hizo de la misma por los vericuetos burocráticos –labor facilitada por su cargo de secretario perpetuo de  la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando– hizo posible que el tesoro patrimonial de Avilés quedara blindado para siempre. Algo impagable, creo yo.

Él, por tanto, fue para uno de los ‘culpables’ (el otro ya quedó dicho que Luís Menéndez-Pidal) de que gran parte del casco antiguo de Avilés fuera declarado Conjunto Histórico-Artístico por el Estado español, según decreto publicado en el periódico de mayor tirada de España (o sea el Boletín Oficial del Estado) el 27 de mayo de 1955 y firmado por el jefe del Estado, Francisco Franco, y su ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Jiménez.

Tal acontecimiento, por aquellos años, pasó algo desapercibido, quizás por la fiebre industrial que se había adueñado de la villa avilesina, señalada por el Estado español, en 1950, para instalar en la margen derecha de su Ría, una gigantesca factoría siderúrgica. Fue aquella, de los cincuenta, la década más trabajosa de cuantas vivió Avilés en su trabajada historia.

La implantación de la Empresa Nacional Siderúrgica S.A. (ENSIDESA) coincidió, casi, en el tiempo con la de una factoría de aluminio (ENDASA) y otra de vidrio (CRISTALERIA ESPAÑOLA). Todas ellas vinieron a complementar la factoría de zinc –luego sería Asturiana de Zinc S.A. (AZSA) – que tenía la histórica Real Compañía Asturiana de Minas, protagonista principal de la industrialización del Avilés del siglo XIX.

Total, que en la segunda mitad del pasado siglo XX, en Avilés el paisaje empezó a cambiar a toda mecha, a la vez que recibía miles de inmigrantes por un tubo. Venían de toda España. La ciudad no estaba ni de lejos socialmente preparada para lo que se le vino encima y las débiles infraestructuras cantaron la Traviata. Adecuadas a una población de 21.340 habitantes se hicieron trizas. Pero no hubo catástrofe y mal que bien, Avilés soportó como pudo aquel tsunami demográfico que la haría cuadruplicar con creces su población (en 1978 ya había alcanzó los 90.458 habitantes).

Una cifras de mareo. Un vértigo que quizá se hubiese llevado por delante a cualquier otra villa por muy recoleta que fuera y por mucha colección de edificios y lugares artísticos que tuviera. Pero no a la monumental Avilés, entre otras cosas, y en gran parte, por la intervención de José Francés.

«Visto el informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a propuesta del Ministro de Educación Nacional y previa deliberación del Consejo de Ministros, DISPONGO (…) declarar conjunto histórico artístico las siguientes zonas de la villa de Avilés: Las murallas (…); antigua plaza de la Constitución, hoy llamada Plaza de España; antigua calle de La Herrería (…) con el interesante Palacio de Valdecarzana (…); calle de San Bernardo, con el Palacio de Camposagrado (…) calle del Rivero, con el palacio de Ponte (…) calle de Galiana (…) plaza de San Nicolás con la Iglesia de San Nicolás y la capilla de Las Alas; plaza de San Francisco y la iglesia parroquial; plaza del Carbayo con la iglesia de Santo Tomas de Canterbury; la antigua cárcel y el Canapé»… (Extractos del texto del decreto de 1955)

Quizás haya que preguntarse que hubiese sido del casco histórico avilesino si no hubiese tenido ésta carta de ley, este escudo protector.

Sobre todo teniendo en cuenta que por aquellos tiempos la especulación inmobiliaria era terrible y la urgencia social de albergar a miles de personas desplazadas a Avilés, para trabajar en sus factorías, más terrible todavía.

¿Hay que mirarse en el espejo que proporciona el cataclismo urbanístico de Gijón, por ejemplo, para responder a esto? Creo que sí. Y, añado, que no me extrañaría un bledo que el centro urbano de  Avilés hubiera sido, prácticamente, borrado del mapa de no haber contado con el arma legal del decreto aquí tratado y por aquel intelectual madrileño enamorado de Avilés, ‘trabajado’.

A José Francés (1883-1964), personaje al que fascinaba la mixtura entre lo antiguo y lo moderno, ya decía más arriba, que le hubiese encantado el complejo de arquitectura vanguardista del Niemeyer que, ubicado en la margen derecha de la Ría, ‘dialoga’ con el casco histórico de Avilés, situado en la margen izquierda, de la misma, y dotado de un monumental repertorio arquitectónico tradicional.

Casco histórico que, algunos vemos, de tan contrastada calidad como para intentar acceder a que sea declarado Patrimonio de la Humanidad. Título que concede, o no, la UNESCO (siglas en inglés que corresponden a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

Siempre y cuando este organismo internacional haya recibido una petición oficial al respecto.

Que no consta. Y en esas estamos, como la ‘Eleanor Rigby’ de John Lennon y Paul McCartney, esperando tras la ventana.

Que lo urgente es esperar.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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