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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Cuatro, de los trece, hijos de Pantaleón Carreño y Dominica Valdés

Pantaleón Carreño García vivía en la calle de La Ferrería, casi en su inicio, en la zona porticada de la derecha. El inmueble –integrado en el conjunto de casas, con estrecho soportal, que todavía hoy podemos ver– era conocido como ‘Casa de Carreño’. Por entonces, a principios del siglo XIX, la gente rica (excepto los marqueses con palacio bajo y plantas, capilla adosada y bosque privado) residía, en esta calle, la principal de Avilés desde la Edad Media.

Pantaleón, cuando casó con Dominica Valdés siguió viviendo en ella y allí nacieron los hijos del matrimonio. Carreño era un destacado hombre de negocios relacionados con el sector naval. También fue alcalde, en 1833, histórico año en el que llegó la industrialización a la comarca avilesina de la mano de la Real Compañía Asturiana de Minas, que se estableció en Arnao para sacar carbón bajo el mar.

Pantaleón y Dominica educaron a sus trece hijos con indudable provecho y al menos cuatro de ellos fueron gente de llamar la atención. Para muestra, no un botón sino cuatro bautizados como Feliciano, Eduardo, Pedro y Eladio. Unos chavales que demostraron ser de una pasta especial cogiendo el petate y largándose a Francia, Inglaterra o a Cuba, que entonces era una provincia más de España, pero que estaba en casa el carajo a semanas de navegación a bordo de barcos canijos.

Fue gente que pasó por esta vida viento en popa a toda vela, destacando en diferentes ámbitos: científicos, pedagógicos, políticos y literarios. Y el colmo es que dos de ellos, Eduardo y Eladio, fueron de los primeros asturianos que pasaron a la historia visual al ser registrada su cara en papel (‘daguerrotipo’) gracias al invento fotográfico, nacido entonces.

Pasen y lean.

Feliciano Carreño Valdés (Avilés,1813–San Diego de los Baños. Cuba, 1847) fue de muy joven a Inglaterra estudiando en la universidad de Oxford, donde adquirió una completa formación humanística. Cuando terminó regresó a Avilés, y dos años más tarde cogió otro barco que lo llevó a Cuba. Allí fracasó en los negocios, que no era lo suyo, y entonces se dedicó de lleno a la enseñanza, tanto de ciencias como de letras, porque Feliciano  le daba a los dos palos. Pronto se convirtió en un personaje, por sus colaboraciones literarias y su participación en la creación de sociedades educativas por la isla caribeña. Obsesionado por las bondades de la cultura, reunió una fabulosa biblioteca, en la que se incluían libros editados en los Estados Unidos de América y parte de la cual parece que fue donada a la Escuela de Artes y Oficios de Avilés, por su hermano Pedro a quien se la había dejado Feliciano en herencia, y que fue encontrada el otro día (febrero de 2014), en el cuarto de los trastos de dicho centro. Bienvenida sea la valiosa colección de Feliciano Carreño Valdés, restáurense los libros con diligencia y cuélguense en el tendal de la cosa cultural.

Luego está Eduardo Carreño Valdés (Avilés, 1819–París, 1841), médico y botánico, dedicado a la investigación. Para darse una idea, cuando murió, en Paris a los 23 años de edad, ya era un científico de prestigio que trabajaba con los padres la ciencia botánica, figuras universales del calibre del español Mariano Lagasca o el suizo Pierre Edmond Boissier. Tanta era ya su reputación (repito: 23 años) en esa ciencia, que el gran Boissier homenajeó a Carreño bautizando una planta con el nombre de ‘Carregnoa’. En Avilés, una calle lleva el nombre de Eduardo Carreño Valdés, personaje al que LA VOZ DE AVILÉS dedicó un episodio el 2 de junio de 2013 (en la edición digital se localiza en http://blog.elcomercio.es/episodios-avilesinos/tag/eduardo-carreno-valdes/)

Su hermano, Pedro Carreño Valdés (Avilés, 1821–1879) fue un escritor que también emigró a La Habana, al cobijo de su hermano Feliciano. Allí se dio a conocer como periodista y también como autor teatral, representándose sus obras en diversas ciudades cubanas, tarea que continuó al regresar a a Gijón, al cobijo de su [otro] hermano Eladio. Colaboró en diversos medios asturianos entre ellos ‘El Eco de Avilés’ (primer periódico de la historia local) y ‘La Luz de Avilés’. Su autoría teatral fue tan fecunda como poco conocida; tiene publicadas y representadas nueve comedias, siete dramas y hasta una zarzuela, con título de tesina sociológica, ‘El industrial de nuevo cuño’. Dejó inédito un volumen de poesía y cuatro comedias.

Otro que se las traía fue Eladio Carreño Valdés (Avilés 1834 – Gijón, 1901) médico, periodista y político. Siendo apenas un adolescente, su hermano Feliciano –nuevamente–  le animó y convenció para que emigrase a Cuba. En La Habana completó estudios y posteriormente cursó medicina. Pero Eladio tenía morriña, así que dejó el Caribe y regresó al Cantábrico, tocando puerto en Gijón donde aposentó. Ejerció de médico en el Hospital de Caridad de Gijón y de profesor en el Instituto Jovellanos. Al igual que sus hermanos fue incansable en sus actividades, que tan febriles fueron que me obliga a resumir las más notorias, como que fundó el Partido Republicano Federal (de trazas liberales) y en 1873 –tiempos de la Primera República española– llegó a ser Alcalde de Gijón. Y luego siguió fundando, que es gerundio, tres periódicos y un semanario. Formó parte del grupo de notables que puso en marcha el famoso Ateneo Obrero, la mayor referencia asturiana de la cultura popu­lar. En la polémica portuaria tomó partido por la construcción de un gran puerto en El Musel y también acertó. Gijón, donde fue persona muy querida, le ha dedicado una céntrica calle, al lado del paseo marítimo de San Lorenzo.

Tremenda estirpe, al menos la navegante aquí narrada. De los que quedaron en tierra hay noticias de Emilio Carreño Valdés que fue alcalde de Avilés de1881 a1887 y Atanasio Carreño Valdés que también lo fue y por duplicado: de1872 a1874 y de1887 a1891.

Tiene dicho el filósofo que «hay que volar a todos los vientos de todos los mares, pero hay que procrear en un nido». El que hicieron Pantaleón Carreño y Dominica Valdés, en la calle La Ferrería de Avilés, fue de restallo.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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