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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Marta y María, famosas hermanas de mucho realce en Avilés

Este diario que tiene usted entre las manos, o que le sostiene virtualmente su ordenador, es nada menos que el vicedecano de la prensa asturiana.

LA VOZ DE AVILÉS nació el domingo 26 de enero de 1908. Su primer número fueron cuatro páginas en formato sábana, donde se entremezclaban parabienes, editoriales, noticias locales y unas ‘pingaratas’ de nacionales, que entonces la información estaba tan cara como estrecha de cauces por donde discurrir. Pero el signo de calidad (dejando aparte el carácter pionero de LA VOZ), la guinda de aquel histórico pastel informativo, fue la publicación del primer capítulo de un folletín  de Armando Palacio Valdés «el mas grande novelista español y el más conocido en el extranjero» según el nuevo diario.  El folletín (elemento, entonces, muy usado por la prensa) transcribiría diariamente y hasta el 17 de septiembre la famosa novela ‘Marta y María’. Y el autor –al que tiene tan estudiado Francisco Trinidad– era por entonces escritor de relumbrón nacional e internacional.

Marta y María de Betania, son nombres de resonancia religiosa, a cuyo hermano Lázaro, según los Evangelios, resucitó Jesucristo. Por ello el arte se ha preocupado de la figura de estas dos mujeres de Judea, siendo motivo de maravillosos cuadros de pintores geniales como Tintoretto o Caravaggio, aunque ninguno, creo yo, como el Velázquez, autor de un magnífico ‘Cristo en casa de Marta y María’.

Pero regresemos a la tierra de Carreño Miranda, donde también  son famosas otras dos hermanas del mismo nombre, aunque de apellido Elorza, por el hecho de ser las protagonistas de la segunda –y una de las más famosas– novela de Armando Palacio Valdés: ‘Marta y María’.

La escribió en 1893 y la acción –que transcurre en un Avilés disfrazado para la ocasión con el nombre de Nieva– recuerda en cierto modo el episodio evangélico, que Palacio Valdés traspone de tal forma que María representa el amor místico, mientras su hermana Marta tiene un sentimiento más ajustado a la realidad. Al final, será Marta la que se lleve el gato al agua, casándose  con el antiguo prometido de María.

El escritor, que había pasado su niñez en Avilés, situó el escenario principal de la obra en el palacio de García Pumarino (también conocido como de Llano Ponte) situado frente a su anterior domicilio avilesino, en el número 8 de la calle Rivero, cosa de la que intenta informar una placa ilegible, allí colocada. El libro abunda en la descripción de diversas zonas de la Villa que el autor tanto y tan bien conocía. En 2010 ha sido reeditado, sépanlo quienes quieran, que al tiempo que gozar de una buena lectura pueden conocer un poco más Avilés.

En su estreno fue un éxito de crítica y público. Y no fue llevada al cine, como muchas de las novelas de Palacio Valdés, pero el cine vino a ella, en 1949, cuando un empresario avilesino tuvo la idea de dedicar el antiguo palacio –que también fue colegio y convento– a sala cinematográfica. Claro, que a costa de arrasar el interior palatino, artística capilla incluida.

Yo creo, y algo tengo escrito, que esta mansión es el colmo de la inspiración encadenada, ya su arquitectura está imbuida por la del cercano municipal, y si para Palacio Valdés fue uno de los motivos de inspiración para escribir su novela al propietario del inmueble le influyó tanto la obra literaria que bautizó el nuevo local de exhibición cinematográfica como ‘Marta y María’.

Antes de eso, cuando el coliseo avilesino (llamado ‘Palacio Valdés’, como se puede imaginar quien no conozca Avilés) abrió sus puertas en agosto de 1920, el público se preguntaba por la gran pintura plasmada en el telón del escenario. Pocos sabían que había sido obra del andaluz Manuel Marín Magallón (1866-1933), escenógrafo y profesor de Bellas Artes de San Fernando, que reprodujo una escena de la novela, en la que María interpreta un fragmento de ‘La Traviata’. Y ahí sigue –sube y baja– el telón.

Marta y María han entrado también en el mundo de la escultura, de la mano de Amado González Hevia ‘Favila’. Es una obra realizada en 1999 e instalada en la calle Constantino Suárez ‘Españolito’, en un entrante del hotel ‘Silken’ de Avilés ya que es propiedad del dueño del edificio. Su sitio quizá debería ser otro, más cercano a la vivienda que en la calle Rivero habitó Palacio Valdés y al palacio situado frente a la misma, tan ligado por su nombre –como sala de cine– al gran autor asturiano. Pero las cosas son como son, estas esculturas de bronce y a tí te encontré en la calle.

Caso notable, el de este palacio que por ser dedicado a cine se quedó solo en fachada, y que ahora que ya no hay cine – cerró en septiembre de 2013– le vendría al pelo una estatua allí delante, aunque solo sea para que aquel espacio siga recordando a Palacio Valdés, cosa que no hace una desgracia de placa, que no hay su tía que la lea, cosa que intentan mascullando improperios los, nativos y forasteros, que pasean y admiran el casco histórico de Avilés.

Con lo fácil que sería aplacarlos.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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