Fue en La Granda donde el presidente de aquella ENSIDESA dio, en enero de 1974, una concurridísima rueda de prensa para complementar una sensacional noticia, hecha publica el mes anterior.
La Granda era residencia para VIP que ENSIDESA había construido, al borde de un pantano, en términos municipales de Gozón. Una leyenda urbana, muy extendida en Avilés, cuenta que se hizo como albergue estival para el general Francisco Franco, entonces –y desde 1939– Jefe del Estado español. Cosa que, como todas las leyendas, tiene poco de histórico y verdadero. En sus desplazamientos vacacionales veraniegos entre Galicia y el País Vasco (hoy parece de ciencia ficción que Franco veraneara en Guipúzcoa) su yate ‘Azor’ fondeaba frente al muelle de aquella ENDASA hoy llamada ALCOA y en estado de virgencita que me quede como estoy –zona de la Ría donde durante siglos estuvo anclada aquella mítica isla de San Balandrán que se comió una draga– pero el general, generalmente, cuando no lo hacia a bordo, se desplazaba en coche a pernoctar a San Cucao de Llanera en la casa familiar de su esposa Carmen Polo. Y no en La Granda, residencia que luego se haría famosa (‘los cursos de La Granda’) como sede, de prestado, de la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos.
Y en aquella multitudinaria rueda de prensa en La Granda, el entonces presidente de ENSIDESA, Alfonso Álvarez Miranda, explicó la fusión por absorción de la Unión de Siderúrgicas Asturianas, S. A. (UNINSA) por la Empresa Nacional Siderúrgica, S. A. e informó que la nueva la empresa seguiría llevando el nombre de ENSIDESA, que estaría situada entre las 20 más importantes del mundo, las 10 primeras de Europa y que contaría con una plantilla de unas 25.000 personas.
Fachada principal de la Central Térmica de Avilés
Aquello –luego lo sabríamos– fue un salvavidas concedido a la siderurgia privada para poner sus bienes a resguardo de la estatal, ante los efectos que traería la llamada ‘crisis del petróleo de 1973’ y que pondría patas arriba la industria siderúrgica mundial. Un trance generado por los países árabes al decidir no exportar más petróleo a los países que apoyaban a Israel, que eran prácticamente los principales de Europa occidental y América. Hay una frase inventada por Francis Bacon, que el tiempo convirtió en refrán, que dice que si «si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña». Podía pensarse que el capital privado –propietario de UNINSA y con factorías en Veriña, La Felguera y Mieres– había hecho caso de dicho dicho (han leído bien, no es crisis gramatical) para así hacer un frente común a las esperadas pérdidas económicas resultantes de la crisis generada por los árabes. Pero de eso nada monada, porque lo que olfatearon los de UNINSA fue lo morrocotudas que iban a ser dichas pérdidas y más que acogerse al refrán se apuntaron a otro inventado por los argentinos del grupo musical ‘Les Luthiers’: «Si la montaña viene hacia ti, corre, que es un derrumbe». Y en estampida lo hicieron hacia el paraguas estatal de ENSIDESA. Así que los beneficios históricos de 1974 (3.000 millones de pesetas) se tornaron en 27.000 de pérdidas en 1983, mientras paralelamente volaban miles de puestos de trabajo. Desde entonces los inviernos vinieron crudos, muy crudos, particularmente los eneros, para Avilés.Fachada trasera de la Térmica
Por ejemplo el 15 de enero de 1987, cuando se anunció el cierre de ocho instalaciones de la factoría de Avilés: dos baterías de cok, los Sínter 3 y 4, dos hornos altos, la acería LD-II y el tren desbastador de laminación. Aquel año, el Real Avilés y del C. D. Ensidesa aprobaban por mayoría la fusión de ambos equipos. Y un joven príncipe de Asturias (el hoy rey Felipe VI) era galardonado con una de las sardinas de oro que anualmente otorga la asociación ‘Sabugo, ¡Tente Firme!’, en un acto celebrada en la medieval iglesia de Sabugo. Pero la tragedia siderúrgica avilesina tuvo su apoteosis con la voladura, en enero de 2008, de la Central Térmica, que había entrado en servicio en 1957, una especie de catedral del barroco industrial, arquitectónicamente catalogado por organismos internacionales. Esta es una herida sin cerrar, ya que así que pasen los años se continuará hablando y continuará asombrando la barbaridad de su derribo a cambio de un plato de lentejas, de 6 millones de euros, que fue lo obtenido por su chatarra.5 enero 2008. Cae la última de las tres chimeneas de la Térmica
Similar a ella solo había una, en Londres y hoy es una instalación que, remodelada es conocida como Tate Modern, acoge al Museo Nacional Británico de Arte Moderno desde el 2000. El aprovechamiento de la Térmica londinense –contruida entre 1947 y 1963–supuso un impulso al desarrollo económico y cultural del área de Southwark en la que se sitúa y es considerado un ejemplo para futuros proyectos, como forma de potenciar crecimiento y desarrollo económico. En Avilés (España) en el año 2005 cesó la actividad de la Térmica y en pocos meses las autoridades locales pasaron de considerarla como una joya del patrimonio industrial aprovechable para fines culturales, a ordenar primero el achatarramiento de la antigua maquinaria y luego el derribo del edificio, que se cumplió en vísperas de la festividad de los Reyes Magos de 2008 con la voladura (12.58 horas del día 5 de enero) de la última de sus chimeneas, a pesar de la petición que para su conservación hicieron organismos de todo tipo empezando por el Colegio de Arquitectos de Asturias y terminando por la UNESCO. La térmica contaminó que se las peló. Puso perdidos pulmones, pantalones, faldas, ojos y pelos de varias generaciones avilesinas. Pero cerrada su fase productiva, era cuando podía haber sido inteligentemente conservada, como se viene haciendo con otros edificios singulares industriales, en otras ciudades españolas y europeas. Primó la ganancia fácil, la falta de imaginación, el desprecio por lo singular y la grosería hacia lo estético. Si que es verdad que los inviernos han sido crudos para la siderurgia avilesina. La Térmica de Londres sigue en la zona de Southwark. La de Avilés estaba en la de San Sebastián. Se me vienen a la mente unos versos tradicionales aragoneses, que le encantarán a Rosa de la Fuente y que acompañan allí la procesión del santo celebrada en enero:
«Glorioso San Sebastián,
si en este invierno tan crudo
te sacan medio desnudo,
en el verano ¿qué harán?». No se en Aragón, pero en Avilés cuando llegó el verano de aquel 2008 ya había desaparecido (con la excepción de la acería Siemens cuya estructura fue respetada por el industrial Daniel Alonso), desde la Ría hasta San Sebastián y desde San Sebastián hasta Llaranes, la industria de cabecera de ENSIDESA. Fue volado parte del patrimonio industrial de Avilés, instalaciones construidas en la década de los 50 del pasado siglo, una época que transformó como ninguna otra, la historia de Avilés. Hay quienes pasean por el bosque y sólo ven leña para quemar.