Hoy domingo se celebra el cumpleaños de Pedro Menéndez nacido en Avilés el jueves 15 de febrero de 1519.
El natalicio parece que tuvo lugar en la calle La Ferrería y sobre el edificio en cuestión hay dos teorías. Una mantiene que fue en el primero de la margen izquierda de dicha calle, actualmente ocupado por oficinas municipales, y otra señala al solar hoy ocupado por el inmueble numerado con el 29. La Ferrería fue durante siglos la calle mayor de Avilés, población que también es conocida como ‘La Villa del Adelantado’, en honor a la fama conseguida por Pedro Menéndez como fundador de la, hoy mayoritariamente considerada, ciudad más antigua de los Estados Unidos de América.
En Avilés no. Pero en San Agustín sí que celebran el cumpleaños (conocido como ‘Menéndez Day’) de Pedro Menéndez con sonados actos. Su figura, rodeada aquí de sombras para algunos historiadores, allí es objeto de respeto y agradecimiento por el orgullo de lucir, la ‘vieja’ San Agustín, como decana de las ciudades americanas.
Y, hablando de historiadores y aniversarios, recuerdo que fue el lunes 3 de febrero de 2003 cuando se abrió al público la sala de consultas en el Archivo Histórico, domiciliado en Valdecarzana. La primera persona que lo utilizó fue el historiador norteamericano y profesor de la Universidad de Florida, Eugene Lyon, que aquellos días estaba en Avilés «Vengo enviado por la ciudad de San Agustín de la Florida para buscar en los archivos de Asturias datos muy trascendentales para nosotros», declaró a la prensa avilesina.
En los dos meses que permaneció aquí –dentro del acuerdo de intercambios entre el Ayuntamiento local y el de San Agustín de la Florida– el doctor Lyon, como lo conocíamos coloquialmente, consultó archivos municipales, regionales y eclesiásticos. No paró y todo lo hizo sin prisa pero sin pausa.
‘Don Alberto, me temo que mi castellano del siglo XXI no es tan bueno como el de los siglos XVI y XVII. Discúlpeme’, era un latiguillo constante de Lyon, que en consonancia con los siglos citados trataba a todo el mundo de don y doña.
Se alojaba en el hotel ‘Luzana’, hoy en pausa, y a última hora de la tarde cuando los ojos le hacían chiribitas de tanto leer, se refugiaba en el añorado ‘Joey’ de la calle de La Cámara, espléndida cafetería que ejercía en ocasiones de consulado de San Agustín de La Florida, un refugio bañado en té de todas clases y sobre todo de aquellos crujientes churros prestos a navegar en chocolate de las Indias (Made In Isabel) que eran el vicio confesado de este investigador histórico cuyos conocimientos habían hecho posible que el famoso buscador de tesoros, Mel Fisher, localizara el galeón ‘Nuestra Señora de Atocha’ y rescatara del fondo del océano un fabuloso tesoro de metales preciosos, valorado en más de 500 millones de dólares.
Eugene Lyon, un norteamericano de ascendencia escocesa nacido, en 1929, es una eminencia en la historia de la península de La Florida, a la que llegaron en 1565 Pedro Menéndez y un nutrido grupo de asturianos que al desembarcar en aquellas costas de América del norte y fundar San Agustín de La Florida, pusieron el huevo del urbanismo europeo en lo que con el tiempo serían los Estados Unidos de América. Estirando el razonamiento a lo bestia, aquel avilesino de la calle de La Ferrería, con su fundación ciudadana de San Agustín, hizo posible lo que vino luego: Nueva York, Chicago, Los Ángeles o Miami mismamente.
Aquello fue una epopeya, una historia de gigantes que casi resume Enrique de las Alas Pumariño cuando escribe que «He estado en Miami, he volado a Orlando sobre los Everglades y no he podido dejar de preguntarme que pensarían aquellos hombres de Avilés, que sólo habían visto alguna lagartija, al encontrase con los caimanes»
Lyon, al igual que Menéndez, también fue marino y sirvió en la guerra de Corea a bordo del destructor USS Hobson (DMS-26). Desde que tenía 38 años ha venido estudiando la trayectoria americana del Adelantado de Avilés y sus acompañantes, mayormente asturianos. Comentaba que sus investigaciones, en España, sobre la época colonial en América hechas fundamentalmente en el Archivo de Indias de Sevilla le ocuparon (sumando estancias) cerca de seis años de su vida.
Fruto de ese gigantesco trabajo es su obra ‘The Enterprise of Florida’ (‘La empresa de Florida’), magistral descripción de la aventura excelentemente documentada, de la empresa de Menéndez de Avilés. Lyon estaba muy ilusionado con la edición de su libro en castellano, que se le había prometido desde el Ayuntamiento avilesino. Más tarde me entregó el manuscrito de la versión en castellano en la que se trabajó con altibajos, pero con la dedicación que la obra y su autor merecerían, cosa compartida por Adolfo Camilo Díaz (Coordinador de la Casa Municipal de Cultura de Avilés) que asignó dinero para una correcta traducción del libro que realizó la escritora y profesora Natalia Menéndez.
Seleccionadas las ilustraciones, la obra quedó lista para su edición en 2007 pero de aquel libro ‘La empresa de Florida. Pedro Menéndez de Avilés y la conquista española de 1565–1568’ nunca más se supo. Han pasado ocho años y ni mu.
Una vez me hablaron de un tipo que leía siempre la última página de los libros antes de empezar, no sea que se muriera antes de acabarlo. Con este alcanzaría la inmortalidad.
A ver si el nuevo concejal de Cultura, que traerá la primavera electoral, saca a flote el libro del doctor Lyon, varado en algún cajón municipal. Llegaría a tiempo, el nuevo concejal, de homenajear a su paisano Pedro Menéndez de Avilés, Adelantado de La Florida, del que en agosto de este año se celebra el 450 aniversario de su histórico arribo a tierras del norte de América el 28 de agosto (festividad de San Agustín) del año 1565.
Hay que editar y reeditar. Hay que hacerle memoria a la gente y luchar para que sepa que es mucho peor perder la memoria que la cartera.