En febrero del año 1976, a Avilés, se le estaba viniendo encima una catástrofe en forma de sucesos inquietantes.
Después de dos décadas de vacas gordas pastando en aquellos verdes valles de Llaranes y Trasona, la granja de acero comenzó a cantar las diez de últimas. Echando la vista atrás, entonces nos parecía imposible que gran parte de aquel monumental tinglado fabril, estrenado pocos años antes, se pudiera ir al carajo, así como si nada.
Eran tiempos inauditos, donde era difícil reír y era difícil llorar. De euforia para unos, de canguelo para otros. A la muerte, dos meses antes, del general Franco, Jefe del Estado español, se unía el tambaleo de ENSIDESA, una de las mayores siderúrgicas de Europa, tocada de lleno por la crisis energética mundial. Nuestro gigante de acero resultó tener los pies de hojalata y acabamos descompuestos en prados desteñidos (contaminados ya lo estábamos y en cantidades industriales) tan propios de las vacas flacas.
Recuerdo, en medio de aquel inquietante panorama, una noticia relacionada con Agatha Christie que prueba lo lejos que nos quedaba entonces Europa. La escritora británica, fallecida en enero de aquel año, había apuntalado con su obra literaria los déficits de la balanza de pagos inglesa, debido a la venta de más de 300 millones de ejemplares de sus novelas policíacas.
Policía real y en cantidad había llegado entonces a Avilés para controlar la primera gran huelga de ENSIDESA, conocida como ‘la huelgona’ (nombre justificado, aparte del hecho de que buena parte de la plantilla era de Gijón.Veriña, por ser la primera gran protesta sindical de la España post Franco). Impactaron mucho las cargas de ‘los grises’ (ese era, entonces, el color del uniforme de la Policía Armada) el domingo 25 de enero en los alrededores de la iglesia nueva de Sabugo, donde se intentaban encerrar los huelguistas, así como en el edificio sindical de la plaza del Vaticano. Edificio y lugares del callejero avilesino nos ilustran perfectamente sobre el protagonismo de parte de la Iglesia en la Transición española.
Así las cosas, el domingo 1 de febrero de 1976, el hasta entonces concejal, Ricardo Fernández Suárez tomó posesión de la Alcaldía de Avilés. Sucedía a Fernando Suárez del Villar (Figols.Barcelona, 1918–Avilés, 1989), regidor de Avilés desde 1965 y que había presentado la dimisión a escasos meses de la muerte de Franco, en noviembre de 1975.
Ricardo Fernández Suárez, más conocido como ‘Rico’, persona de carácter cordial y dialogante, nacido en Manzaneda (Gozón) y conocido empresario de transportes de viajeros, fue elegido por sus compañeros de Corporación. El Gobernador Civil ya no nombraba alcaldes, facultad ahora de los concejales, paso intermedio hasta que en 1979 con los Ayuntamientos democráticos, los alcaldes lo fueron a consecuencia del voto ciudadano.
En sus tres años y veintidós días de mandato, el nuevo alcalde fue la cara municipal avilesina en la transición democrática, periodo político cuyo inicio y terminación está sujeto a tropecientas teorías. Una de ellas lo sitúa entre la proclamación del Rey Juan Carlos, el 22 de noviembre de 1975, como Jefe del Estado y la llegada de la democracia a los ayuntamientos españoles en las elecciones municipales del 3 de abril de 1979.
Avilés no fue ajeno a aquellos tiempos de cambio y recambio, de revolcones pero no de revoluciones. Con el nuevo alcalde llegaron algunos aires nuevos. Además tuvo la fortuna de representar a la ciudad en la inauguración de grandes proyectos locales y regionales, tiempo antes planificados.
El 19 de mayo de 1976 fue un día histórico para Avilés. Con asistencia de los Reyes de España se abrió para uso público el hasta entonces parque privado del marqués de Ferrera, abrazado por calles emblemáticas como Rivero y Galiana. También, en esa fecha, se inauguró el Hospital San Agustín, primer centro sanitario moderno de la comarca.
Dos meses antes, el nuevo alcalde avilesino, asistía junto con los de Oviedo y Gijón a la inauguración de la autopista A-8, más conocida como la ‘Y’, que unía las tres principales ciudades asturianas. Se vertebraba, por fin, la zona central de la región. La nueva vía, libre de peaje, estaba construida para aguantar un tráfico de 37.000 vehículos diarios y no los 86.000 actuales.
Pero ENSIDESA era la gran preocupación y para evitar su desaparición se sucedían todo un rosario de manifestaciones de apoyo. Queda recuerdo de la más multitudinaria convocada bajo el lema de «Salvar ENSIDESA es salvar Asturias».
Pero si la siderurgia frenaba, la pesca se embalaba, en 1978, con un nuevo muelle de 302 metros, trasladándose la rula a sus nuevas instalaciones en el centro de la carretera de San Juan. También se inauguraron los cines Chaplin, en Las Meanas, y Canciller, en Versalles. Y se constituyeron las primeras asociaciones de vecinos como Llaranes, El Pozón o La Luz.
Espectacular fue la transición del colegio San Fernando, en 1976, con el traslado desde La Magdalena –su sede histórica a la sombra de una palmera– hasta la parte alta de Avilés, al haber adquirido las instalaciones del, hasta entonces, colegio de los Agustinos.
Y miles de personas abarrotaron el terreno de juego y los graderíos del estadio ‘Suárez Puerta’ no para ver fútbol sino para escuchar mítines de líderes políticos como la comunista Dolores Ibarruri ‘Pasionaria’, en su primera intervención pública en España desde su regreso del exilio, o el socialista Felipe González.
Por aquella época, 1978, es fundada la Unión de Comerciantes de Avilés y Comarca (UCAYC). Y también la Editorial Ayalga.
Y en abril de 1979 se celebran las primeras elecciones municipales democráticas después de cuarenta años de dictadura, donde el partido más votado fue la UCD, del presidente del Gobierno Adolfo Suárez, cuya lista encabezaba en Avilés el exalcalde Ricardo Fernández ‘Rico’ que había dejado la Alcaldía –siendo sustituido por Ramón Luis González García-Cuevas, que sería alcalde un par de meses– a principios de febrero para poder presentarse por la Unión de Centro Democrático que obtuvo 15.091 votos, 13.462 el PSOE y 6.159 el PCA. La coalición entre estos dos últimos partidos, hizo que fuera elegido alcalde el socialista Manuel Ponga, lo que será episodio aparte.
Porque éste lo ha sido de apuntes, y algún que otro pespunte. En próximos episodios sobre la Transición ya vendrán despuntes, puntos y puntazos.
Punto final