Las fiestas del Bollo de Avilés, declaradas de Interés Turístico Nacional, buscarán este año pasar al libro Guinness por el record participativo de la Comida en la Calle del lunes de Pascua.
Al mediodía de aquel lluvioso domingo,2 de abril de 1893, solo los pocos que no llevaban paraguas, pudieron aplaudir cuando el escritor y periodista Antonio María Valdés (‘Aneroyde’) desde uno de los balcones centrales del Hotel La Serrana, al lado del palacio de Camposagrado, terminó de leer su discurso con un ¡Viva la fiesta del Bollo!
El remate de ‘Aneroyde’ sonó un tanto cómico a algunos de los asistentes, pero no a los miembros de la nueva Cofradía del Bollo formada con la pretensión de organizar una fiesta donde participase toda la población avilesina, enganchando al personal con lo que siempre funciona (comida y bebida) aunque fuera tan elemental como un bollo mantecado y una botella de vino blanco.
La cofradía estaba compuesta por gente de diversa ideología y procedencia y presidida por el médico castropolense Claudio Luanco, simpatizante del Partido Progresista, que ha pasado a la historia local –quien se lo iba a decir a algunos estirados de casino y sacristía que tanto lo despreciaron– como un personaje destacado de la misma (ver ‘La historia de Claudio Luanco, un médico que inyectó alegría y cultura’ en LA VOZ DE AVILÉS del 1 abril de 2013, o buscar en Google).
La Cofradía, según tiene publicado el periodista Venancio Ovies, estaba formada, aparte de Luanco, por Wenceslao Carreño (coronel de artillería, fascinante personaje descrito en ‘El coronel si tiene quien le escriba’ ver en LA VOZ DE AVILÉS 18 enero de 2015, o en Google), Bernardino Cabrera, Javier Carreño, Pío Arines (Vista de Aduanas destinado en Avilés), Luis Solís, Ramón Carcedo (Ingeniero industrial gijonés), Florentino Guardado, Francisco Rodríguez Maribona, Federico Trapa y Joviniano R. Pumariega. Y como ‘adjuntos’ sin querer figurar pero sí trabajar: Armando Fernández Cueto (autor del diseño arquitectónico de destacados edificios avilesinos, ver ‘Por sus obras lo conoceréis’ en LA VOZ DE AVILÉS del 2 abril de 2014, o en Google), el poeta ‘Marcos del Torniello’, (ver ‘El popular y bienquisto poeta Marcos del Torniello’ en LA VOZ DE AVILÉS del 10 febrero de 2014, o en Google) y el ya citado Antonio María Valdés.
Claudio Luanco se basó en el festejo ovetense de La Balesquida para poner en marcha el del Bollo «una fiesta que olvidara las abstinencias, ayunos y vigilias de la Cuaresma, para entregarse en la Pascua de Resurrección a festejar el sabroso cabrito».
Y aquello que comenzó casi como una broma se fue convirtiendo en un festejo multitudinario cuyo plato fuerte, dicho sea en todos los sentidos, es actualmente ‘La Comida en la Calle’ en la que miles de participantes ocupan miles de metros de mesas, sentados en miles de sillas de tijera, a lo largo de calles y plazas del Casco Histórico para dar cuenta del menú que traen preparado de sus domicilios.
Comilona popular donde las haya, fue ‘instituida’ en 1993 por Mariví Monteserín (actual alcaldesa) y concejala [entonces] de la Corporación presidida por el socialista Santiago Rodríguez Vega.
Fue un triunfo clamoroso. El Bollo había dado un salto cualitativo importantísimo más allá del desfile de carrozas y el folklore, que sigue siendo lo clásico de la fiesta.
La participación en la banquete callejero es tan espectacular que se quiere medir oficialmente (en el cómputo se excluirán a los comensales del parque Ferrera, si es que el Ayuntamiento autoriza –imprudentemente creo yo– la Comida en el parque), este año de 2017, para entrar en el Guinness World Records, que es como se conoce ahora El libro Guinness de los Récords.
Y todo esto ocurre 124 años después de la fundación de una fiesta del Bollo a la que muchos miraron de reojo cuando nació, actitud repetida cuando se creó La Comida en la Calle.
La Balesquida ovetense es tradición de ‘bollo preñao’ y botella de vino en un Martes de Campo. El Bollo avilesino es una tradición que ha progresado desde un bollo mantecado y vino a comida multitudinaria al aire libre que va camino de figurar en el Guinness.
Convengamos que en Avilés una tradición, al menos en el caso del Bollo, ha resultado un progreso.