Esta historia de la calle La Cámara ya la tengo contada, pero es que es interminable. Y de manual, sobre todo para hablar de José Manuel Pedregal, destacado personaje local, regional y nacional. Intentó rimar política con ética y estética, modernizando ideas cosa fina. Y tanto fue así, que en época de revoluciones predicó evoluciones.
Pero, a lo que iba con La Cámara, arteria principal de Avilés desde finales del siglo XIX. Si te fijas en los nombres que tuvo, te quedará explicada la historia penúltima de la ciudad: Julián García San Miguel (desde 1897), José Manuel Pedregal (desde 1923), Generalísimo Franco (desde 1938) hasta recuperar su nombre clásico, La Cámara, el 18 de julio de 1979.
El primer personaje, García San Miguel (segundo marqués de Teverga) fue el mandamás de la política local que consiguió logros innegables para Avilés, ganancias como el ferrocarril y el puerto comercial. Pero abusó del tiempo, y 30 años en el poder local dejaron, a su formación política, tan amojamada como envuelta en corruptelas. Otra historia interminable.
Fue entonces cuando llegó el reformista Pedregal y acabó con el partido liberal del caducado marqués.
Era este Pedregal –nacido en Oviedo, en 1871, y residente en Avilés, a partir de su casorio y hasta su muerte en 1948– de familia adinerada, aunque el patrimonio, en su caso, no estuvo reñido con la cultura, ni con su creencia de la redención de la pobreza por medio de la educación y de la formación de asociaciones políticas o con los declarados afanes socio-económicos reivindicativos, cuyo caso más claro era el del entonces creciente partido socialista fundado por Pablo Iglesias.
Y así como el marqués de Teverga había marcado destacados hitos en el progreso industrial de Avilés, Pedregal fue el político culto, que se afanó en afinar convivencia y progreso por medio de la educación.
No es casual que en su etapa, como diputado por Avilés en Las Cortes, se ponga en marcha el primer instituto de enseñanza media: el ‘Carreño Miranda’. También consiguió logros en obras públicas: electrificación ferroviaria en el Pajares, bases del ferrocarril Gijón-Ferrol, creación de la Junta de Obras del Puerto de Avilés, modernización de carreteras y bastantes más etcéteras.
Progreso y moderación eran la base de aquellos –escasos– políticos que, como José Manuel Pedregal, contaron con esa impronta que les dio el haberse formado en fundaciones vanguardistas como la famosa Institución Libre de Enseñanza, de la que años más tarde (en 1917) llegaría a ser presidente. Un organismo donde a lo largo de más de un siglo, la obra y la influencia de los hombres y mujeres formados en él, ha sido de una importancia incalculable para España.
Cuando José Manuel Pedregal fue presidente de esa Institución, en uno de sus organismos dependientes –la célebre Residencia de Estudiantes– ya estaba instalado un aragonés aspirante a cineasta, Luís Buñuel, y al poco fueron admitidos un poeta andaluz, Federico García Lorca y un pintor catalán de nombre Salvador Dalí. Una generación de restallo mundial.
Era persona, este José Manuel Pedregal, de contrastada profesionalidad como letrado hacendista, así que era de cajón que llegara a ministro de Hacienda. Fue en 1922. Igualito que su padre, Manuel Pedregal Cañedo, que lo había sido, en 1873, durante la primera República.
Su hijo lo superó, tanto en número de cargos ostentados como en la gran y educada influencia que ejerció en Avilés, Asturias y Madrid, pasando por encima del fundador de su partido Reformista, el controvertido Melquíades Álvarez. Posteriormente fue, Pedregal, presidente del Consejo de Estado durante la II República
Cuñado y primo del político era el escritor y filósofo Estanislao Sánchez-Calvo, un intelectual como la copa de un pino, pero políticamente desaliñado y displicente.
Pedregal, al igual que millones de españoles, vivió momentos trágicos de la historia de su país, culminados con la espeluznante Guerra Civil (1936-1939). Como es imaginable, nada tiene que ver con los hechos acaecidos en el palacete que lleva su nombre, ocupado forzosamente, en 1937, ‘para usos municipales’.
Una alargada mirada histórica, la de José Manuel Pedregal Sánchez-Calvo.
Progreso, cultura y moderación, fueron su bandera. Tricolor, mira tu.