Poco a poco van pasando los meses y voy llenando mi ” libreta de viajes”. Poco a poco voy descubriendo que no todo es Jauja y que , muchas veces, das más que recibes y que el dicho “errare humanum est ” casi nunca se tiene en cuenta.
En fín, esta es la crónica de un rincón que, situado junto a la carretera AS-17 y que, como sucede en muchas ocasiones, está algo “escondido”. De hecho, mucha gente sólo sabe de la existencia de la fuente, de la cual se dice que tiene propiedades curativas. Un pintoresco lugar ligado a una leyenda : la ermita de la Consolación.
Es muy frecuente ver grupos de personas llenando sus bidones vacíos con las aguas que brotan de este manantial. Sin ir más lejos, alberga muchos recuerdos que, a mi paso, afloran, o bien esbozando una sonrisa o bien, soltando alguna lágrima, recordando a alguien que ya no está pero que, a la vez, lo llena todo.
La creación de un aparcamiento y una acera hasta el Ayuntamiento de Corvera, muy próximo al lugar, han ayudado a que sea menos ” peligroso ” acercarse hasta aquí .
El lugar es mágico…
De aquí parte la ruta al bosque de Nubledo, un cómodo y bonito paseo para conocer un poco más este concejo.
Poca distancia hay hasta la ermita a la cual se accede subiendo unas escaleras.
Es evidente la cercanía de la carretera pero también, que es difícil verla si uno no se fija. Fácilmente pasaría desapercibida ante nuestros ojos.
Una buena elección mi visita de hoy…
Exploro el lugar…
Ubicada al lado de una pequeña cueva en la llamada Peña Corvera (recibía este nombre porque era un lugar donde abundaban los cuervos) y que dió origen al nombre del concejo.
Cuenta la leyenda…..
Según “la Foz del Pielgu ” ( Defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Corvera d´Asturies), el apelativo “de la Consolación” proviene de una aparición de la Virgen a una tal Josefa Villar de Bances, vecina de Sabugo (Avilés), y a su hija, que regresaban de adorar las reliquias de la catedral de Oviedo; al salir de Nubledo hacia Avilés, ya de noche, la niña se asustó ante la oscuridad y la aspereza del paisaje, y entonces, al pasar frente a la ermita, la Virgen se apareció para consolarla. Sin embargo, parecer ser que la ermita lleva su apelativo y advocación ya desde su fundación por Martín de Bango y Alonso Nomparte.
Escondida en lo alto, esta joya de Corvera había captado mi atención desde el primer momento que supe que existía. Emplazada en un simbólico rincón, esa tarde pasé a conocerla.
Lluvia, lluvia y más lluvia a la vuelta… Pero conseguí “robarle” un trocito de su historia, una leyenda que aún hoy perdura y que seguirá haciéndolo durante años.
Enlaces de interés: Ayuntamiento de Corvera.