Las manos de Graciano son las de un auténtico artista y para comprobarlo sólo tenéis que acercaros hasta su museo. Un auténtico tesoro muy próximo a la AS-248 que va de Gijón a Pola de Siero y donde en el pueblo de Quintana os desviaréis por una empinada carretera hacia este museo “Asturias si yo pudiera”.
Tras las recomendaciones de José Manuel Miranda Velasco, al que alguno recordará por mi visita al Santuario del Carbayu, poca iniciativa me hizo falta para subirme a ´Trailera´ y poner rumbo a este lugar mágico. En él, Graciano y su esposa Marisa, hicieron de esta visita una de las que sin duda recordaré con más cariño. El camino a seguir está bien señalizado, así que no hay pérdida posible.
En el portón de entrada, varios carteles nos informan de dónde estamos y cómo realizar la visita.
Al fondo, el pueblo sumergido en un manto de negruzcas nubes nos deja una estampa típicamente asturiana.
Graciano es un hombre sencillo que empezó con la talla de la madera y acabó dedicando 40 años de su vida a lo que hoy en día tenemos la suerte de poder disfrutar gracias a su esfuerzo. Hace unos 10 años apróximadamente decidió mostrar sus obras a la gente y ésta fue la razón principal por la que tuvo que constituir una Asociación sin ánimo de lucro, de la cual él es el único representante. No cobra entrada, sólo la voluntad y como Asociación todo está en orden: el museo cuenta con aseos, extintor,… Y pese a haber solicitado ayuda no ha recibido subvención económica de ningún tipo. Después de lo que he visto en mi visita me considero una de sus mayores fans, sin lugar a dudas.
Comenzó construyendo la réplica de Santa María del Naranco y no paró hasta hoy. Aunque, según él, tiene ganas de poder disfrutar de sus obras. Un descanso bien merecido que podría verse mermado por uno de sus proyectos más inmediatos: instalar iluminación interior a todos los monumentos del Prerrománico Asturiano, de cuyas iglesias hay una réplica exacta en este museo. Unas vitrinas de cristal las protegen de los temporales.
Cada una con su cartel explicativo.
Y uno que me pareció interesante..
Junto a Marisa y Graciano nuestra conversación discurre entre anédotas y relatos curiosos.
Entre ellas, una de las historias que más les conmocionó fue la de una chica ciega que quería conocer el museo con el único de los sentidos con el que podría hacerlo: sus manos. No era ciega de nacimiento por lo que sabía perfectamente lo que estaba tocando. Graciano fue capaz de “iluminar su vida” por unos instantes y eso, ella no lo olvidará nunca. Su historia llegó a los medios de comunicación que, desde luego, no dejaron que se quedase archivada en un cajón y la publicaron dándonos una muestra de lo que es posible a llegar a hacer una persona cuando desea algo realmente.
Meticuloso y perfeccionista, nuestro artista se desplaza a los lugares para conocerlos mejor, medirlos y sacar un gran número de fotografías las cuales le facilitarán un poco su trabajo. Por ello, todos los edificios están construídos con extrema precisión (mientras hablamos, suenan las campanas del Big Ben).
No falta un sólo detalle. Todo está construído al milímetro y con delicadeza.
El material empleado es la piedra arenisca.
Y la teja árabe.
Dos años y medio tardó en construir la réplica de la Basílica de Covadonga. El resultado es, sencillamente, espectacular.
En ella sí encontramos iluminación, tanto interior como exterior.
Y más construcciones asturianas que no pueden faltar en la exposición,…
Hubo incluso algún momento cómico.
En el camino, unas piedras con nombres de diferentes lugares. No sólo de Asturias, sino de todo el mundo.
En ocasiones, la Naturaleza crea formas muy curiosas, a la vez que hermosas…
No desvelaré la obra que en breve será presentada para que podáis descubrirla por vosotros mismos en el museo y lo que sí os enseñaré será la “joya de la corona” de la exposición, la cual han decidido enseñarme en último lugar.
Es para quedarse sin palabras.
Todo se lleva a la máxima precisión.
Marisa me comenta que la frase estrella durante las visita es: ” Con todo lo que tenemos tan cerca y no conocemos nada”, en relación a que cuando se presentó el Big Ben vinieron vecinos de los pueblos limítrofes y no tenían conocimiento de la existencia del museo. Se extrañanaban por tenerlo tan cercano y no saber de él. Suele pasar. La verdad es que Graciano no para y ha salido ya en numerosos reportajes de prensa.
Sin ningún tipo de apoyo por entidad alguna tuvo que ingeniárselas para poder mantener el museo por lo que pone a la venta algunas de sus obras.
Y yo no me fui de allí sin mi recuerdo..
Si es que a este artista hay que conocerle para entender su obra. Porque Graciano “no es sólo un hombre de Asturias, es un hombre del mundo”. Espero que os haya gustado.V´SSSSS.
Enlaces de interés: www.soniabarbosa.es
Podeis seguir a Graciano en la página del Museo Asturias si yo pudiera en Facebook.