Noviembre se despide con los últimos coletazos de sol, bajas temperaturas y la escasez de unas lluvias muy necesitadas que no acaban de llegar. Rodar por el paraíso asturiano siempre ha sido todo un privilegio y el poder compartirlo con la inmejorable compañía de Javi, Carlos y Jorge resultó ser una de las mejores experiencias con las cuales despedir el año que se termina. Una ruta circular disfrutando del Puerto de Somiedo, la zona de Babia y el, siempre fascinante, Puerto de Ventana , nos llevó a realizar una parada en un lugar, para muchos de paso, de esos que merecen un alto en el camino: Santa María del Puerto de Somiedo (El Puerto).
Eran apenas las 10 horas de la mañana cuando Javi, Jorge y yo salimos sobre nuestras monturas desde una gasolinera de Villalegre rumbo al cruce de Cornellana donde, supuestamente, Carlos, otro compañero de ruta, nos esperaría en un área de servicio. Confusión por mi parte, tengo que decirlo, esperamos por él en el lugar equivocado y no en el pueblo por lo que Carlos estuvo algo más del tiempo previsto esperando por nosotros y nosotros por él. Finalmente y, una vez solucionado el equívoco, salimos los cuatro simple y llanamente con un único propósito: aprovechar el día disfrutando de nuestra afición, las carreteras y los paisajes asturianos.
Carretera muy frecuentada por motoristas, dejamos atrás la AS-15, para ir en busca de la AS-310 desde Tuña, la cual, nos deparaba alguna que otra sorpresa como esta…
Aquél día la niebla dificultó el que pudiésemos apreciar la perspectiva menos habitual del Embalse desde una zona elevada. Javi y Jorge afirmaban que no habían pasado nunca por ahí y que, sin duda, lo positivo de aquello, sería la excusa perfecta para poder volver a hacerlo.
La ladera de la montaña por la que descendimos estaba sombría y los regueros de agua reposaban helados junto a las cunetas. Hacía frío, mucho frío. Apenas marcaba un grado la temperatura en el cuadro de mi ´Trailera´ y la idea de Carlos de parar a tomar un café en Belmonte fue bastante aplaudida. En la mesa de aquél bar, un inesperado mensaje de ánimo, seguramente, por lo que aún nos quedaba por llegar.
Risas y buenos momentos que llenaron los minutos haciendo que nos olvidásemos del frío, dejándolo en un segundo lugar. Y una vez entrados en calor, salimos en búsqueda del primer puerto, el de Somiedo, atravesando una carretera salpicada de túneles horadados en la roca en la que la humedad dejaba un asfalto brillante a su paso.
El paradisíaco escenario del territorio somedano se cubría de blanco dando lugar a impresionantes fotos de postal que ninguno quiso dejar de inmortalizar con su cámara.
Los contrastes de verdes, grises,…se acentuaban según les diera o no el sol. Y seguimos rodando curva contra curva,…
Para llegar en lo alto a una gran recta de entrada al pueblo.
Escogimos el comedor con las mejores vistas posibles, aunque en esta zona, cualquier rincón es una ventana al paraíso.
Y no nos resultó nada difícil hacer allí nuevos amigos…
Poco a poco veíamos cómo el grupo iba creciendo y, al final, todos querían nuestra compañía..
El frío estaba presente en todos los rincones del pueblo,..
Aunque el mejor truco, ponerse al sol, ya se lo sabían algunos..
Una bonita perspectiva de la iglesia, mientras escucho como música de fondo el discurrir de las aguas de un río cercano.
Agudizando el ingenio, se consigue fabricar un modelo de ´banco´ un tanto particular,..
Aunque en el área recreativa que hay en la entrada del pueblo, el que había, estaba vacío.
Rincones que no nos dejaban indiferentes en esta braña vaqueira..
Y siempre queda la opción de caminar para aquellos a quienes les guste el senderismo,…
Es hora de continuar ruta y lo hicimos hacia la impresionante zona de Babia, todo un paraíso para cualquier motero. Detrás de Carlos, que iba haciéndonos de guía, llegamos hasta la Laguna Grande.
Hacia un lado,….
Hacia el otro,…
La escasez de lluvias ha causado estragos y de todas las veces que estuve en este lugar, esta fue, sin duda, la que menos agua tenía. Algunos tramos estaban cubiertos de una fina placa de hielo que no parecía querer abandonar la superficie y, tras unos minutos, abandonamos la zona para ir , de nuevo, en busca de la tierrina.
El acceso lo haríamos a través del Puerto de Ventana(1.587mts).
Sin poder evitar hacer una parada en el mirador que nos encontramos en la subida desde el cual, como bien se diría “una imagen vale más que mil palabras”.
Hubo alguno que no daba abasto con tanta foto… Y es que no era para menos con todo lo que teníamos delante.
La zona asturiana estaba muy sombría y, con extrema cautela, descendimos con algún que otro susto en el cuerpo. Desde atrás, observaba cómo mis compañeros rodaban muy lentamente y el asfalto se cubría por momentos de hielo. Finalmente, y para entrar en calor, paramos a tomar un café al poco de pasar el pueblo de Proaza y, desde allí, nos despedimos hasta la próxima que, seguramente, será muy pronto. ¿Nos acompañaréis?.
Espero que os haya gustado. V´SSSSS.