¿Y qué tal si esta semana nos alejamos del resto del mundo para sumergirnos en los parajes mágicos del concejo de Allande?. Escucharemos el silencio de esta desconocida zona asturiana para adentrarnos en los rincones de un pueblo que aún mantiene costumbres ancestrales. Pasearemos por sus calles descubriendo nuevos recovecos y nos asomaremos a esta ventana al paraíso natural para dar a conocer un lugar que parece sacado de un cuento. La pizarra de los tejados de sus cuidadas viviendas y el verde de los prados, un color difícil de imitar, serán protagonistas en esta ocasión de un relato que trata de dar a conocer otro trocito de nuestra Asturias. Nos vamos hasta San Salvador del Valledor, como no podía ser de otra forma, sobre mi “Trailera“.
Partiendo del mítico puerto del Pozo de las Mujeres Muertas, a unos 10 kilómetros por la AS-34, nos encontramos este pequeño tesoro de la “tierrina”. Después de mi visita a Fonteta, realizada con una guía de lujo, Ana Díaz Blanco que, con exquisita atención me enseñó el pueblo que le vio crecer y, recomendada precisamente por ella, me dirigí hasta San Salvador para descubrir este remanso de paz en medio de un valle con mucha historia, el Valledor, formado por dos valles unidos siendo cada uno de ellos una parroquia: por un lado la de San Martín del Valledor, que nace en el puerto del Palo y por la cual discurre el rio del Oro y, por otro lado, esta de San Salvador que parte del Pozo de las Mujeres Muertas y es transitada por el rio Valledor. Ubicado a 490 metros de altitud y siendo capital de la parroquia con el mismo nombre, San Salvador engloba los pueblos de Barras,Bustarel,Collada,Fonteta,Trabaces, Villalaín y Villanueva. Toca bajarse de la moto para explorarlo con calma.
No podía tener mejor entrada al pueblo.
Ni mejor recibimiento. Esos a los que ya estoy tan acostumbrada.
Rincones llenos de color..
Cabe destacar la presencia de hórreos y paneras en esta zona en muy buen estado.
Extendido por este concejo, el de Cangas del Narcea y Tineo, el estilo decorativo “allande” se caracteriza porque los motivos tallados representan un gran círculo en el que se representan figuras geométricas: rosetas, tetrasqueles, radiales,..utilizando para ello básicamente la escuadra y el compás.
La puerta está abierta. Sigamos explorando San Salvador.
La plaza hoy está vacía.
Pero os aseguro que yo sí estaba.
A mis espaldas, pude comprobar cómo todo el pueblo es en sí mismo un auténtico mirador. Y si no, juzguen ustedes mismos porque yo no sabía dónde mirar.
Debe ser habitual que cada casa lleve el nombre del propietario.
Y, cómo no, su iglesia, en la que ese día se estaban realizando los oficios religiosos.
Quienes me leen saben que los “detalles” , esos que a veces ni se perciben, me gusta plasmarlos en las crónicas. En esta ocasión no fue diferente.
Y fue así cómo puse el broche de oro a una visita por el Valledor donde, después de Fonteta y San Salvador, me paré a descubrir lo que Villalaín tenía que enseñarme. Pero eso, mejor lo dejamos para otra ocasión.