Ubicado a orillas de la AS-15, y a tan solo 11 kilómetros de Cangas del Narcea, ante la atenta mirada de las discretas y verdes montañas que lo contemplan, se encuentra nuestro destino de hoy en el cual viajaremos al pasado para rescatar de él toda una tradición gracias a Adolfo Llano y Carmen Zuazua. Una historia digna de ser contada por su afán emprendedor en un lugar, Tebongo, en el que los propios lugareños del pueblo, ante la apertura de este bar-hotel les han comentado “nos habéis dado la vida puesto que antes no salíamos de casa para nada”.
Tengo que reseñar que siempre he creído que el “boca a boca” ha sido una de las mejores publicidades que existen y que, en este caso, supe de este lugar gracias a mi amigo Jose, también motero el cual, hace un par de semanas me puso en conocimiento del mismo.
La historia de la finca Cadario comienza en 1925 cuando el bisabuelo de Adolfo la compró e instaló un viñedo. Actualmente, podemos ver las viñas en la parte alta de la misma.
Además, adquirió este edificio donde instaló su negocio, una tienda de ultramarinos de la cual aún quedan muchos ejemplos y, seguramente, a más de un lector, estas imágenes le traigan recuerdos.
Su abuelo lo llegó a usar como bodega. Prueba de ello son los falsos techos en los cuales se usaron maderas de las barricas que había, e incluso fueron colocadas en el mostrador y en los percheros, siendo un claro ejemplo de decoración creativa.
El ambiente en general es muy acogedor e invita a disfrutar del lugar en el que, según me comentó Carmen, siempre que ella esté, nadie se quedará sin comer pues la cocina permanecerá abierta. Una cocina donde todo es artesanal, como así lo fue el bizcocho que me comí hecho por la anfitriona que, junto a un Nesquik, lograron mermar el intenso frío que traía en el cuerpo después de haber rodado durante más de una hora a 3,5.4 grados centígrados.
Y, mientras continuábamos la visita, Marta en la cocina preparaba donuts caseros.
De hecho, la pareja quiere reactivar la economía local con productos hechos por gente de aquí. Me comentó Carmen que, antaño había 4 bares en Tebongo pero a día de hoy solo quedan ellos.
Desde el 2017 el edificio llevaba sin actividad hostelera y en el año 2021 Adolfo y su padre, ambos arquitectos, decidieron comenzar la reconversión del mismo en un bar-hotel. En la planta baja, el comedor invita a sentarse y disfrutar de la gastronomía asturiana de la mano de Carmen.
Y, donde después de degustar un buen plato, no nos faltará un sitio para descansar, como este pequeño salón en el que todo está cuidado al detalle y con mucho mimo-
O incluso para aquellos que no quieran aburrirse, siempre estará disponible, un rincón para jugar.
En el Hotel-Bar Cadario está presente, desde luego, la creatividad. Esta mesa fue diseñada por el suegro de Carmen.
Y en el interior de otras nos encontramos utensilios tan dispares como artilugios de caza, o libros antiguos.
Todo ello, ante unas ventanas a través de las cuales, nuestras miradas podrán disfrutar del paraíso asturiano.
En el exterior, nuestra anfitriona me explicó la cantidad de proyectos que aún están en el aire pero que, en unos días, serán realidad. Entre ellos, colocar una atractiva terraza que despierte la curiosidad del que pase por la zona, en la cual no podrá faltar una barbacoa y así poder disfrutar al aire libre de nuestra estancia.
Asimismo, pretenden ampliar la oferta hotelera rehabilitando el edificio anexo y convirtiéndolo en una casa rural cuyo alquiler será íntegro, mientras que el hórreo estará destinado a vivienda habitual de la pareja(una vez reformado).
Sin lugar a dudas, tendrán unas vistas envidiables.
En Semana Santa el hotel se abrirá al público con 7 habitaciones: 6 dobles y una individual.
Después de haber vivido en lugares como Italia, Berlín, Madrid, Miami,…para Carmen el objetivo principal es volver a casa, como así han hecho. Pero con ellos, se traen la fuerza necesaria para rescatar del olvido no solo este edificio de 1925 sino también, y mucho más importante, toda la historia que la cubría de polvo. Ambos son un claro ejemplo de personas jóvenes que han decidido que el pasado no se quede atrás, sino que han tratado de reavivarlo dando vida a esta pequeña población canguesa y, a su vez, a esa Asturias que necesitaba una inyección económica.
Estoy convencida de que Alipio, el abuelo de Adolfo y a quien todo el mundo quería en la zona, estaría muy orgulloso de todo lo que esta pareja ha logrado y, lo que es más importante, de todo lo que lograrán porque, gracias a todos, podremos colaborar a que su trabajo no haya sido en vano y, personalmente, con esta crónica, espero poder aportar mi granito de arena a que sean más visibles. Ojalá a partir de ahora, en la AS-15 haya un lugar que ha dejado de ser “de paso” para convertirse en un lugar “de parada”.
Para información y reservas: https://cadario1925.com/