Hace ahora cincuenta días, tras realizar un esfuerzo, levantar peso quizás excesivo ( la ciencia pesa mucho, se trataba de libros) y probablemente de forma no correcta, sufrí lo que luego, médicos expertos tildarían como una hernia discal extrusada, a nivel de la cuarta vértebra lumbar. El dolor por compresión del nervio ciático desde su origen, ciática o radiculopatia lumbar, es desde luego importante, a veces insoportable, mezcla de sensaciones diversas todas ellas desagradables, motoras sensitivas, irradiado por toda la pierna, hasta el pie que va perdiendo fuerza, tono con sensación de cierta parálisis, el poder encontrar una postura un poco adecuada donde el dolor sea medianamente soportable se presenta como algo imposible, la medicación funciona mal y cualquier alternativa a la analgesia contra el dolor neuropático, llámese masajes, acupuntura etc, es ciencia ficción.
Pero de lo que quería escribir no es tanto de la ciática y el dolor que comporta que para cualquier persona que la halla padecido seguro que no olvidará, sino del continuo que supone el ser usuario de la sanidad pública, el ver su funcionamiento y bondad desde el lado como paciente.
Gijon como otras ciudades asturianas dispone de hospitales donde los profesionales desarrollan una labor callada y acertada no siempre reconocida.
Puedo constatar en mi propia persona una atención exquisita, humanizada, profesional, tanto entre médicos como enfermeras y auxiliares de la planta de Traumatología del Hospital de Cabueñes , donde estuve hospitalizado.
Desde aquí un reconocimiento a todo el equipo médico dirigido por el Dr. G. Acebal al quien junto al Dr. L. Moro, de forma precisa y concisa me imagino que casi milimétrica pudieron extraer la dichosa hernia y con ello como por arte de magia hacer desaparecer los terribles y a veces insoportables dolores de la pierna.
El hospital de Cabueñes, visto como un paciente médico tiene múltiples visiones no solamente la panorámica y estética que podía contemplar desde la ventana de la habitación donde estuve ingresado, también la de cercanía y amabilidad de enfermeras y auxiliares de planta, y la ya comentada profesionalidad y actualización en modernas técnicas quirúrgicas, como la realización en mi caso de una microdiscectomia, cirugía poco invasiva muy resolutiva y con un tiempo de hospitalización muy corto.
Hablar bien de un hospital como el de Jove, en el que trabajé durante treinta años, no es difícil pues te invade un sentimiento de pertenencia y lealtad, hacerlo del otro gran hospital de Gijón como el de Cabueñes, es desde la observación neutra y serena una cuestión más que de justicia de agradecimiento y pundonor
Desde mi convalecencia mi afecto y agradecimiento al Hospital de Cabueñes y en particular al Servicio de Traumatología.