La supervivencia por parada cardíaca en la calle se duplica cuando un transeúnte interviene para aplicar un desfibrilador externo automático (DEA) antes de que llegaran los servicios médicos, según una nueva investigación publicada en Circulation.
Según la American Heart Association (AHA), de las 350.000 paradas cardiacas extrahospitalarias que se producen en Estados Unidos cada año, más de 100.000 ocurren fuera del hogar. Menos de la mitad (45,7%) de las víctimas de parada cardiaca obtiene la ayuda inmediata que necesita antes de que lleguen los servicios de emergencia.
Un equipo internacional de investigadores analizó 49.555 paradas cardiacas extrahospitalarias ocurridos en las principales ciudades de Estados Unidos y Canadá, y se centraron en un subgrupo clave de estos infartos, aquellos que ocurrieron en público, con testigos y fueron susceptibles de que les proporcionaran una descarga.

Entre los resultados del estudio, cabe destacar que los espectadores usaron un DEA en el 18,8% de estos casos. Las víctimas de paro cardiaco que recibieron un shock de un DEA disponible públicamente registran muchas más posibilidades de sobrevivir y ser dados de alta del hospital que quienes no lo obtuvieron: 66,5% frente al 43%.
Las víctimas de paro cardiaco que recibieron un choque de un DEA disponible públicamente administrado por un transeúnte registraban 2,62 veces más de probabilidades de supervivencia al alta hospitalaria y 2,73 veces más resultados favorables en comparación con las víctimas que recibieron la primera descarga con un DEA cuando llegaron los servicios de emergencia.
Las víctimas que recibieron una descarga de DEA de un transeúnte (57,1%) que utilizó un dispositivo disponible públicamente en lugar de tener que esperar al personal de respuesta de emergencia (32,7%) estaban casi normales y tuvieron mejores resultados. Sin un transeúnte que utilice la terapia de choque DEA, el 70% de los pacientes con paro cardiaco murió o sobrevivió con deterioro de la función cerebral.
“Estimamos que aproximadamente se salvan 1.700 vidas en Estados Unidos por año por transeúntes que usan un DEA -afirma el autor principal del estudio, Myron Weisfeldt-. Desafortunadamente, no hay suficientes estadounidenses que sepan buscar DEA en lugares públicos, ni estén entrenados sobre cómo usarlos a pesar de los grandes y efectivos esfuerzos de la AHA”.
Según la AHA, el uso de un DEA es el tercer paso en la cadena de supervivencia de la parada cardiaca. Los dos primeros pasos en una parada cardiaca extrahospitalaria presenciada son llamar a emergencias y comenzar inmediatamente una reanimación cardiopulmonar (RCP). Una de las limitaciones del estudio es que solo examinó el uso de DEA por testigos sin considerar el impacto combinado de llamar a emergencias e iniciar una RCP inmediata.
Durante una parada cardiaca, la actividad eléctrica en el corazón se interrumpe. Según la AHA y otros órganos vitales no reciben suficiente sangre oxigenada. Por cada minuto sin RCP, la probabilidad de muerte aumenta en un 10%.
Basándose en los hallazgos del estudio, Weisfeldt y su equipo, incluido el autor principal, Ross Pollack, desearían una mayor distribución de los DEA, incluso equipar a la policía con desfibriladores, especialmente en regiones donde el personal de emergencia necesita mucho tiempo para llegar al paciente. “Los espectadores tienen el potencial de salvar una vida -continúa Weisfeldt-. Esto debería ser un gran incentivo para que los funcionarios de salud pública y los transeúntes luchen por que se usen DEA en todas las víctimas de una parada cardiaca”.