Los adultos con y sin enfermedad de Alzheimer tienen mejores capacidades cognitivas a fines del verano y principios del otoño que en invierno y primavera, según un nuevo estudio publicado en PLoS Medicine por Andrew Lim, del Sunnybrook Health Sciences Center y la Universidad de Toronto (Canadá), como primer firmante.
Ha habido pocos estudios previos sobre la asociación entre la temporada y la cognición en personas mayores. En el nuevo trabajo, los autores analizaron datos sobre 3.353 personas inscritas en tres estudios de cohortes diferentes en Estados Unidos, Canadá y Francia. Los participantes se sometieron a pruebas neuropsicológicas y, en el caso de algunos participantes, estaban disponibles los niveles de proteínas y genes asociados a la enfermedad de Alzheimer.

La asociación entre la temporada y la función cognitiva siguió siendo significativa incluso cuando los datos fueron controlados por posibles factores de confusión, como la depresión, el sueño, la actividad física y el estado tiroideo, según los resultados de este trabajo.
Finalmente, también se observó una relación con la estacionalidad en los niveles de proteínas y genes relacionados con el Alzheimer en el líquido cefalorraquídeo y el cerebro. Sin embargo, el estudio estuvo limitado por el hecho de que cada participante solo se evaluó una vez por ciclo anual, y solo incluyó datos sobre individuos de regiones templadas del hemisferio norte, no de regiones del hemisferio sur o ecuatoriales.
“Puede haber valor en el aumento de los recursos clínicos relacionados con la demencia en el invierno y principios de la primavera, cuando es probable que los síntomas sean más pronunciados -dicen los autores-. Al arrojar luz sobre los mecanismos que subyacen a la mejora estacional en la cognición en el verano y principios del otoño, estos hallazgos también abren la puerta a nuevas vías de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer”.