Hay quien ha dicho que por causa de la pandemia de coronavirus, en un año se van a tener que abordar las transformaciones sanitarias que en otras circunstancias se harían en diez.
Una de las más relevantes tendrá que ver sin duda con la telemedicina. La respuesta sanitaria a la pandemia ha supuesto, en la mayoría de los países del mundo, que se tengan que emplear canales innovadores para atender a los pacientes en unas circunstancias que no aconsejaban su presencia física en los centros de salud u hospitales. Igual que en estos meses se ha vivido el auge de las reuniones virtuales o el teletrabajo, también ha sido el momento de eclosión de la telemedicina.
En esta sección ya hemos hablado de este fenómeno, y de cómo se ha buscado una utilidad inmediata a herramientas que, de otra parte, estaban ya disponibles para la práctica clínica desde hace tiempo. El desarrollo de la teleconsulta, por ejemplo, se ha acelerado poderosamente en tiempos de confinamiento, y hay una opinión prevalente que dice que ha llegado para quedarse, porque los resultados de esta forzosa “prueba de concepto” son favorables.
El fenómeno ha ocupado a la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial, que ha emitido un informe sobre la telemedicina en el acto médico. Y más concretamente, sobre la consulta médica no presencial, la e-consulta o la consulta online, según mencionan en su preámbulo.
El informe está contextualizado en la situación actual, y se menciona que “la Covid-19 nos ha obligado a replantear el ejercicio de la propia Medicina, no sólo en ámbitos clínico-asistenciales, sino también en la forma de comunicación entre los propios profesionales sanitarios y entre estos y los pacientes”. De ahí que “se ha impulsado a la telemedicina como una alternativa tecnológica y organizativa que permite y ha permitido, atender a nuestros pacientes en determinadas condiciones, facilitar su acceso al sistema sanitario o favorecer la seguridad del paciente y del resto de la población como ha ocurrido durante la pandemia”.
En un análisis del contexto social y tecnológico, el informe de la OMC menciona los cambios relativos a la digitalización de muchas de las actividades cotidianas antes y durante la pandemia. “La generalización de la telefonía móvil inteligente en amplios sectores de la población, y el estímulo que ha supuesto el confinamiento por la pandemia de Covid-19 al uso de redes sociales, mensajería instantánea, videoconferencias, teletrabajo, y otras formas de conectividad virtual, ha sido el catalizador de un cambio cualitativo en la actitud y competencia de la población y los profesionales para trasladar una parte de los contactos clínicos a las consultas no presenciales”.