“El hecho de que más de 7.000 personas mueran en su intento por salvar vidas constituye una crisis a escala asombrosa”, así lo destaca un nuevo análisis de Amnistía Internacional, que revela que al menos 7.000 trabajadores de la salud han muerto en todo el mundo tras enfermar por COVID-19. México es el país con la cifra más alta, con 1.320 víctimas fatales, seguido por Estados Unidos (1.077 fallecimientos) y Brasil (634), otros países del continente refieren menos decesos.[1]
Según datos difundidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), México y Estados Unidos representan casi 85% de los fallecimientos en la región.[2] La directora de la organización, Dra. Carissa Etienne, alertó que casi tres cuartas partes de los trabajadores de la salud diagnosticados con COVID-19 son mujeres y que el continente americano es el que tiene el mayor número de trabajadores de la salud infectados en el mundo.
“Las comparaciones entre países en términos absolutos distan de la realidad”, comentó a Medscape en español el especialista en medicina interna y enfermedades infecciosas, Dr. Samuel Ponce de León, coordinador del programa universitario de investigación en salud y coordinador del programa de respuesta al COVID-19 en la Universidad Nacional Autónoma de México. El Dr. Ponce de León consideró que esta comparación expresa la falta de uniformidad en los ámbitos económico, social, de estructura de salud, y capacitación de personal sanitario, pero también en los sistemas de información y vigilancia.
De hecho, Amnistía Internacional, que ofrece un mapa global interactivo de los casos actualizados, destaca que el registro detallado de las muertes de trabajadores de la salud de México es ejemplar. “Esa transparencia es esencial, y todos los países deberían poner a disposición este tipo de detalles; también puede explicar las inquietantes cifras de México en relación con otros países”.
En algunos países el número de fallecimientos en personal de la salud puede ser reflejo de la gravedad de la pandemia. En otros, falta de entrenamiento o acceso a equipos de protección personal adecuados o plan de realización de pruebas de reacción en cadena de la polimerasa. Además, no existe una única definición universal de “trabajador de la salud”.
De las víctimas se dice que son personas y no números, pero a veces ni siquiera eso, porque muchos países no cuentan con datos oficiales completos. El mapa de Amnistía Internacional se realiza con información oficial complementada con datos de otras fuentes, como páginas conmemorativas, listados de asociaciones y sindicatos médicos, y hasta obituarios publicados en medios de comunicación.[1]
Por ejemplo, de Perú toma datos del Colegio Médico; de Brasil, del Sindicato de Médicos de Sao Paulo; de Bolivia, del Consejo Federal de Enfermería y de la Confederación Sindical; en Chile y Argentina usa datos propios y oficiales; de Venezuela, la organización no gubernamental Médicos Unidos de Venezuela, y para Ecuador, Uruguay y Puerto Rico cita como fuente a Medscape.