Uno de los mayores retos sanitarios europeos actuales es mejorar la asistencia a pacientes con multimorbilidad, una condición que afecta a más de la mitad de los mayores de 65, y que es cada vez más frecuente en personas jóvenes y adultas. Ahora, un nuevo modelo de atención integral a pacientes ha mostrado resultados prometedores tras haber sido testado en cinco centros de España, Italia y Lituania. Se conoce como Integrated Multimorbidity Care Model (IMCM) y, según cuenta Carmen Rodríguez-Blázquez, epidemióloga del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) de Madrid, y una de las investigadoras que participan en el proyecto, a Univadis España, “ya está disponible” para todo el que lo solicite.
Uno de los aspectos en los que más ponen énfasis los investigadores que lo testaron fue la buena acogida que tuvo entre quienes lo usaron: “[El modelo] ha tenido una gran aceptación por parte de los profesionales y los pacientes; tanto unos como otros han percibido una mejora en la atención, independientemente de la forma de aplicar el modelo y del contexto en que se implementó”, asegura la investigadora.
Se trata del primero de este tipo, pues aunque ya había diversas iniciativas de atención integral a pacientes con enfermedades crónicas específicas (por ejemplo, diabetes), no existía aún “ninguno que tuviera en cuenta a los pacientes que presentan más de una patología crónica”, asegura Rodríguez-Blázquez.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores hicieron cuestionarios a 3.000 pacientes, así como a todos los profesionales implicados. Usaron los modelos denominados Assessment of Chronic Illness Care (ACIC) y Patient Assessment of Care for Chronic Conditions (PACIC), una herramienta empleada habitualmente en la evaluación de la atención de enfermedades crónicas y cuyas puntuaciones van del 0 al 11, siendo 11 el cuidado óptimo. En el estudio se afirma que tanto la puntuación de 5,23 con el modelo tradicional de atención a un 6,71 (ACIC), y de un 3,25 a un 4,03 (PACIC), respectivamente, lo que a ojos de los evaluadores significa que el sistema se valoró “muy positivamente”.
Otro de los aspectos en los que este modelo destaca es su flexibilidad en diferentes contextos sanitarios: “No fue concebido para que se implementara como un todo, sino que pudiera adaptarse las peculiaridades nacionales y/o locales. Así, cada parte puede ser seleccionada y guiar qué dimensiones abordar y de qué manera”, subrayan en el paper, publicado en la revista Journal of Environmental Research and Public Health. En el estudio también han participado M. João Forjaz, del ISCIII, el equipo de Alexandra Prados-Torres del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), el Servicio Andaluz de Salud y el Hospital Miguel Servet de Zaragoza.
El IMCM está estructurado en 16 componentes que se agrupan en 5 dimensiones diferentes: provisión de servicios sociosanitarios; apoyo a la toma de decisiones; promoción del autocuidado; uso de sistemas tecnológicos y de información, y manejo de recursos sociales y comunitarios. Los 16 componentes permiten su desarrollo concreto en la práctica clínica del día a día, permitiendo a su vez seleccionar y especificar los componentes más útiles y efectivos para cada paciente y cada contexto sociosanitario.
El modelo considera los distintos niveles asistenciales, tanto de atención primaria como especializada, y cuenta con un sistema de indicadores comunes para medir su grado de implementación en el sistema (proceso) y los resultados en salud obtenidos (outputs). Por tanto, los usuarios de dicho sistema son equipos multidisciplinares, compuestos por médicos de familia, personal de enfermería, especialistas, psicólogos y trabajadores sociales.
A partir de ahí, cada servicio de salud puede adaptarlo a sus necesidades y características: “Generalmente se parte de un estudio de las necesidades de la población atendida y las debilidades y fortalezas del servicio (mediante análisis SWOT o DAFO), a partir del cual los gestores deciden qué componentes necesitan implementar y de qué manera. Por ejemplo, pueden darse cuenta de que necesitan mejorar el intercambio de información, para lo cual se puede diseñar un modelo de interconsulta e historia clínica electrónica”, apunta.
Su desarrollo, una de las patas del programa europeo Chrodis+, enfocado a aumentar la calidad asistencial de pacientes con enfermedades crónicas, llega en un momento de especial necesidad: se sabe que los casos de pacientes con multimorbilidad están aumentando cada año, lo cual no solo supone un sobrecoste para los sistemas sanitarios, sino que tiene un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes y su esperanza de vida: “Nos habíamos dado cuenta que la atención a este tipo de pacientes con varias patología era una atención fragmentada, y que requerían un enfoque coordinado, multidisciplinar, global y centrado en el paciente”, reconoce la experta.
De momento, solo Andalucía y Aragón están haciendo uso del modelo, pero ya está disponible para todos aquellos centros que lo soliciten. Las investigadoras confían en que el uso de modelos como IMCM pueda generalizarse: “El diseño consensuado de sistemas estructurados y armonizados de atención sanitaria es un camino prometedor, ya que permite conocer mejor la respuesta los sistemas sanitarios ante el desafío de la cronicidad, y supone una oportunidad de apoyo mutuo y mejora indudable para pacientes, profesionales y sistemas de salud”, concluyen las investigadoras. Fuente Univadis