El nuevo siglo está suponiendo (y supondrá en el futuro inmediato aun mas) cambios muy profundos en el entorno y en los mercados que van a afectar al mundo de los negocios y que requieren, al frente de las empresas, de un tipo de ejecutivos que sepa adaptarse y enfocar adecuadamente estas nuevas circunstancias.
Por ello, las cualidades que inexcusablemente deben adornar el perfil del buen directivo de cara al nuevo siglo, en esencia son: Anticipación y sensibilidad ante los cotínuos cambios, sean estos demográficos, sociales, económicos, tecnológicos o legislativos; flexibilidad y capacidad de adaptación,talento para la capacidad de realaciones con los clientes a través de los nuevos canales, y maximización de los contactos con los clientes.
Estas son las conclusiones mas relevantes que al menos se desprenden del estudio que ha llevado a cabo la consultora
PeopleMatters, especializada en la estrategia de gestión de personas, sobre los nuevos retos que tienen los dirigentes de empresa ante los cambios de tipo macroeconómico que se presentan.
El informe, que también analiza los retos que para estos profesionales suponen la adaptación a la coexistencia de ejeutivos con responsabilidades cruzadas, capacidad de negociación y persuasión y trabajo en entornos globales, apunta que los modelos directivos tienen que desarrollar lo que se denomina “pensamiento lateral” es decir, una mente imaginativa, creativa y divergente, además de ser capaces de dominar y promover en su organización las nuevas tecnologías y contar con la suficiencia necesaria para aprender y desaprender cómo lograr resultados convenientes a través de los procesos de negocio.
Para ello será también preciso apostar por la innovación continuada, por la cultura de la productividad y por un absoluto compromiso con el proyecto empresarial con el que se identifiquen.
En lo que se refiere a las relaciones con sus equipos humanos, el estudio de PeopleMatters, que ha sido realizado entre multinacionales y grandes empresas españolas, señala que la principal labor del jefe debe enfocarse hacia la creación en su organización de un microentorno mentalizado para atraer y retener talento. Y luego procurar una perfecta conciliación de su gente entre la vida profesional y la personal. Esto debe de ayudar al objetivo último de todo buen ejecutivo: La identificación de toda la plantilla con el proyecto empresarial y con la cultura de la empresa.