Nuestro salario mínimo no nos da derecho a una remuneración decente.
Mediante Real Decreto del pasado día 23 de Diciembre, el Gobierno aprobó una subida de 3,30€ en el salario mínimo interprofesional, que quedó situado en 648,6 euros brutos anuales y que implica un incremento del 0,5% respecto al año anterior.
¿Es un salario mínimo suficiente? Los ciudadanos al unísono decimos que no, pero es que, según ha denunciado el Comité Europeo de Derechos Sociales del Consejo de Europa, que ha evaluado el cumplimiento de la Carta Social Europea y de su protocolo adicional, nuestro salario mínimo es insuficiente, no es una remuneración decente y no resulta equitativo.
En su último informe del pasado mes de Enero, el Comité concluyó que el salario mínimo español no se ajusta a la Carta Social Europea, por cuanto que ese salario fijado para los trabajadores, tanto del sector privado como de la administración pública, no asegura un decente nivel de vida y por ello resulta manifiestamente injusto. Para llegar a esta conclusión tomó nota de toda la información que le facilitó el gobierno español, así como de las alegaciones realizadas por los sindicatos UGT y CCOO. Se observa en el informe que el SMI está congelado en un nivel que no permite un nivel de vida digno, máxime cuando el 21,80 de la población vive por debajo de la línea de pobreza y el porcentaje de las personas en riesgo de caer en la pobreza tiende a crecer considerablemente, debido a la crisis económico financiera. Este salario está en la raya de la pobreza y se queda manifiestamente por debajo en los hogares con dos personas o más.
El informe, en el apartado del “tiempo de trabajo razonable” considera también que la situación española no es conforme ni con la Carta ni al Estatuto de los Trabajadores, por cuanto que la duración máxima del trabajo semanal, puede exceder de 60 horas en los horarios de trabajo flexibles y para ciertas categorías de trabajadores. Igualmente, cuando se trata de tareas peligrosas e insalubres, el informe concluye que la situación española no es conforme sobre la base de que los trabajadores expuestos a riesgos para su salud y seguridad, deberían de tener un derecho que no tienen, a medidas compensatorias como son la reducción de las horas de trabajo, tiempo de exposición, o permiso pagado adicional. También se recoge en el informe que nuestro Estatuto de los Trabajadores no garantiza en España o un incremento del salario o una compensación por días de descanso, en base a las horas extraordinarias realizadas. Curiosamente, y contrariamente a lo que nosotros pensamos, en España no hay discriminación salarial por género y que se cumple con el principio de no discriminación entre hombres y mujeres en cuando a su salario.
Si quisiéramos compararnos con los salarios mínimos europeos, empezando por Luxemburgo que es donde está el salario mínimo más alto y pasando por Irlanda, Holanda. Alemania, Bélgica, Francia, llegamos a España que ocupa el undécimo puesto de la clasificación, quedando por debajo de nosotros, pero no a mucha distancia, Portugal. Incluso Gracia nos superaba en esta clasificación desde el momento en que sus sueldos no pueden ser inferiores a 877€ (el rescate obligó al Gobierno de Atenas a situarlo en 608€ que es una cifra prácticamente igual a la nuestra)… Además, si se comparan las cuantías del salario mínimo con el poder adquisitivo de cada país, España perdería dos posiciones más, siendo superada por Malta y Estonia.
El debate por tanto queda situado en la necesidad o la conveniencia de incrementar el salario mínimo para que los trabajadores peor pagados aumenten su poder adquisitivo, o mantenerlo como está para que las empresas sean más alegres a la hora de contratar nuevos trabajadores y con ello se pueda reducir el desempleo al tiempo que se mejora la competitividad para favorecer la recuperación económica que ya se ha iniciado. Si se incrementa para igualar nuestro poder adquisitivo al de otros países europeos, igual se pierde en competitividad, pero si no se incrementa, igual se perjudica la capacidad adquisitiva del trabajador y por tanto el consumo. Difícil equilibrio.