Ayer noche, cuando regresaba en coche a casa, al tratar de acceder a la Plaza de América, la Policía Municipal me informó que debía de dar la vuelta y acceder a mi calle por dirección prohibida, ya que la plaza y todos sus accesos estaban colapsados por la gente que había acudido a celebrar el ascenso del Real Oviedo. Tras aparcar en el garaje, salí rápidamente para presenciar esa manifestación popular.
La plaza y las calles de acceso , se habían convertido en un hervidero de gente que vociferaba, cantaba, se abrazaba y bailaba, provista de camisetas y bufandas azules. Había muchas ganas de fiesta. La Gabinona, como popularmente se conoce a la fuente que hay en la plaza, estaba repleta de jóvenes bañándose, pese a que el ambiente era muy húmedo debido al orbayu que estaba cayendo. La gente celebraba alegre y eufórica el éxito deportivo del Real Oviedo al ganar en Cádiz y acceder a la segunda división. Aunque no soy muy aficionado al fútbol, me agradó ver ese espectáculo y ver a tanta gente cantando el alirón. Era divertido ver todo teñido de azul y mucha gente empapada. Probablemente algunos de ellos hoy tendrán un constipado monumental, pero es igual, el Real Oviedo se lo merecía y la euforia estaba justificada.
Lo que me gustó menos es que, hacia las 12 de la noche, al salir al último paseo para que mi perrina hiciera sus pipís, me encontré con algo realmente desolador. Los jardincillos de la fuente estaban materialmente destruidos, no quedaba ni una sola flor y los arbustos quedaban gravemente deteriorados. Las aceras estaban llenas de suciedad y de botellas rotas por todos los lados. Algunos aficionados, en estado verdaderamente lamentable, vomitaban y hacían sus necesidades en la calle. Parecía que por la plaza había pasado un ciclón tropical. No había ni un solo Policía Municipal controlando la situación.
Esta mañana, a primera hora ya había una cuadrilla de operarios municipales tratando de recoger todas las plantas y arbustos pisoteados y destruidos, así como preparando el terreno para replantar todo otra vez. Por lo que oí a un técnico, parece que también había serias averías en los sistemas hidráulicos de la fuente. En resumen, que esta eufórica exaltación va a costar una pasta a las arcas municipales y como consecuencia a los ciudadanos de Oviedo.
A mí me parece muy bien que la gente salga a la calle para celebrar el éxito deportivo del Real Oviedo, pero lo que ya no me parece también es que eso termine como terminó, convirtiéndose en un auténtico acto vandálico. Como el lector sabe, los vándalos eran los integrantes de un pueblo bárbaro que quedó marcado en la historia por su salvajismo e incivilidad. Eso es lo que mis ojos vieron ayer a última hora de la noche.
Y a cuento de qué viene esto que estoy contando. Pues viene a cuento que hace algún tiempo, alguien vino a mi pidiéndome ayuda para que le hiciera unas alegaciones a una sanción que le había impuesto el Ayuntamiento de Oviedo. Era una sanción que le imponían por haber sustraído cuatro plantas que arrancó en un parterre del Campo de San Francisco. Había transgredido la Ordenanza Municipal de Parques y Jardines, había causado un daño patrimonial al municipio y se le conminaba a pagar el valor de esas plantas, y la correspondiente sanción añadida. Las alegaciones no surtieron efecto y la sanción fue impuesta en firme.
La cuestión que planteo por tanto, es la siguiente: Está claro que si se trata de daños causados por un ciudadano, se le persigue y se le obliga a pagar, pero cuando se trata de una manifestación pública como la de ayer ¿no se aplica la Ordenanza Municipal?. ¿Las sanciones previstas por causar daños, decaen ante un fin superior cual es la celebración del ascenso del Oviedo?. Yo como ciudadano, si no soy aficionado al fútbol ¿por qué tengo que contribuir al pago de esos daños?.
Lo que está claro es que hay diferentes varas de medir y que entre tanto al ciudadano en particular se le persigue con todo el peso de la ley, cuando se trata de una exaltación deportiva como la de ayer, “todo vale”, al menos para el Ayuntamiento de Oviedo que ha dado barra libre a los aficionados.