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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

SOBRECUALIFICACIÓN

Ten cuidado porque si dices que tienes dos carreras y un master, y además hablas tres idiomas, igual no te contratan por exceso de cualificación.

Hoy, debatiendo con mis colegas de Secot (Seniors españoles para la cooperación técnica), sobre la escuela de emprendedores que estamos poniendo en marcha, salieron a relucir las experiencias personales de algunos de nuestros hijos, que ante las grandes dificultades que tenían para encontrar un empleo, decidieron modificar sus curriculums y ocultar su amplia formación académica y técnica, porque al presentar el currículo real, habían sido rechazados en varias empresas debido a su alta cualificación.

En un caso, como el chico estaba en paro y no acababa de encontrar nada que encajara con su perfil y formación académica, decidió rebajar sus pretensiones laborales y  contestó a los anuncios de dos centros comerciales que estaban buscando dependientes. Envió su currículum con una carta de presentación y su oferta fue rechazada por sobrecualificación. En otro caso, el chico que era Licenciado en Económicas, que había hecho un master y que hablaba inglés y francés, después de mucho tiempo de infructuosa búsqueda, decidió rebajar sus pretensiones y encontró una oferta de empleo como administrativo de una oficina de servicios. Envió su currículum y después de algún tiempo, como no le contestaban, decidió llamar a la oficina que había puesto el anuncio. De modo verbal le dijeron que él no podía ser el empleado que buscaban ya que con su curriculum lo normal es que los dejara una vez que encontrara un empleo mejor.

Es curioso que, mientras muchos políticos y asesores de políticos, con el fin de aparecer ante los ciudadanos y mostrarse como personajes de alta cualificación, inflan sus currículos adornándolos de todo tipo de méritos y  titulaciones de medio pelaje o titulaciones no académicas, otorgadas por escuelas de negocios y universidades desconocidas que puedes encontrar en internet y que por el módico precio de 600€, te dan un título de experto con la calificación de matrícula de honor en lo que tú quieras, muchos de nuestros jóvenes universitarios tienen que tener mucho cuidado, porque si dicen que tienen dos carreras y un master, o que hablan correctamente dos o tres idiomas, igual no los contratan, por exceso de cualificación.

Lamentablemente ahora muchos jóvenes que buscan empleo tienen que maquillar sus currículos, quitando muchos datos o informaciones que hagan pensar al empleador que se trata de una persona muy formada o cualificada y que por eso puede ser una persona muy conflictiva para la empresa, ya que puede exigir mayores niveles salariales y si no se le dan, puede abandonar la empresa rápidamente para irse a otro trabajo. Ahora como estamos en crisis, las empresas piensan que estos jóvenes se van a agarrar a un clavo ardiendo, pero también dicen que en cuanto la situación mejore, los van a dejar tirados yéndose a otros sitios que les paguen mejor o que los valoren por su cualificación. Las empresas en definitiva piensan que este tipo de jóvenes van a terminar siendo conflictivos, muy poco fieles al trabajo, que siempre van a estar pensando que no se les paga lo suficiente y que por tanto van a ser poco disciplinados para el empleador. Por eso no están dispuestas a contratarlos.

Lógicamente, en momentos de crisis las empresas esperan que la tendencia negativa cambie y que la situación económica empiece a ser mejor. Por eso, se resisten a contratar a un dependiente, a un reponedor en un almacén o a un auxiliar administrativo que tenga un título universitario, ya que en cuanto pueda se marchará corriendo a otra empresa en la que pueda tener mejor proyección profesional.

Además, el problema de la sobrecualificación no sólo afecta y es preocupante para los jóvenes. Aun es mayor si tienes más de 50 años. Esos profesionales maduros, de alto nivel, que han salido de empresas víctimas de expedientes de regulación de empleo, lo tienen aún más complicado, sobre todo en nuestro país donde no hay la costumbre o la tradición del cambio de profesión y donde el empleo no es permeable. Si esos profesionales de alta cualificación, buscando un nuevo trabajo, consiguen una entrevista, lo normal es que se encuentren cara a cara con un entrevistador joven que se va a encontrar desbordado por el candidato al empleo que tiene enfrente. Consecuencia de ese desbordamiento va a sentir inseguridad, van a asaltarle todo tipo de dudas, y no se va a poner en el lugar de ese profesional maduro que al ser apartado del mundo laboral en plenitud de forma, va a buscar un nuevo empleo, incluso rebajando sus expectativas, porque necesita trabajar… El profesional entrevistador, frente a esas dudas tomará la decisión que va a ser la misma que afectaba a los jóvenes. No te acepto por “sobrecualificación”.

Hay una clara excepción a este problema de la sobrecualificación. Esta excepción está situada en el sector de los teleoperadores en la que, sorprendentemente, se da una clara situación de descualificación. Este sector está lleno de titulados universitarios que buscan unos ingresos mínimos que les permitan subsistir y a la vez seguir formándose. Probablemente este fenómeno se da porque se trata de empleos de enorme rotación, donde la fidelidad a la empresa es poco relevante o importa poco. Pero aun así, no deja de sorprenderme, porque al tratarse de un trabajo repetitivo, con poco valor añadido y en el que sobre todo lo que ha de haber es obediencia, resulta difícilmente entendible que se contrate a personas intelectualmente bien formadas, porque seguro que van a estar frustradas y esa frustración probablemente se trasladará al cliente de la empresa. ¿Quién no ha tenido la experiencia de llamar al call center de una empresa y encontrarse con una operadora monótona, mecánica, que usa frases hechas, que no tiene empatía con tu  que eres el cliente y que se limita a seguir el procedimiento?

Es lógico que si a un economista lo ponen a hacer fotocopias en una empresa, va a estar poco motivado y que este trabajo seguro que lo haría mejor un ordenanza que incluso podría sentirse motivado porque lo han ascendido a auxiliar administrativo, pero en época de crisis todo era y es posible. El problema es cuando la situación económica mejore. Por eso, esta crisis podría ser buena para entrar en una senda de mejora de la calidad de las empresas. Hay una buena oportunidad para contratar a personas muy bien formadas para desarrollar funciones que estén un escalón por debajo de su formación, pero teniendo muy claro que sólo ha de ser un escalón más bajo, dando la oportunidad de que a partir de ahí ese trabajador ascienda al escalón que le corresponde, porque si hay mucha distancia entre su formación y el puesto que ocupa, podría haber muchos problemas.

Habiendo invertido muchos esfuerzos y mucho dinero en alcanzar una buena formación académica, para terminar ocupando puestos de bajo nivel, puede resultar muy frustrante e incluso generar problemas psiquiátricos de los que conozco algún caso. Hay una gran contradicción que se vive en nuestro modelo productivo. Por una parte tenemos la exigencia de puestos de trabajo con gran esfuerzo formativo (postgrados, experiencia en el exterior, idiomas, etc.). y por otra tenemos empleos cada vez peor pagados. Entre estos hay un sector creciente de mano de obra que está demasiado formada para los segundos pero que tampoco es absorbido por los primeros. Tenemos por tanto un grave problema en nuestro sistema productivo. Han ido desapareciendo los puestos de trabajo intermedios que ocupaban los trabajadores con cualificaciones medias o con cualificación derivada de la formación profesional. Mientras vamos a una sociedad tecnológicamente avanzada, nuestro modelo productivo está ofertando trabajos descualificados, probablemente por la herencia del ladrillo. En España, la sociedad del conocimiento es un mito y por tanto, si queremos resolver estos problemas habrá que llegar a un cambio de nuestro modelo productivo.

 

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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