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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

RECUERDOS DE LA MILI

El pasado día 8, aceptando la invitación que me hizo el Coronel del Regimiento de Infantería Principe nº 3, acudí acompañado por uno de mis hijos al acuartelamiento Cabo Noval, para asistir a los actos que tuvieron lugar con motivo de la celebración de la Inmaculada Concepción, Patrona del Arma de Infantería.

Pensé que al igual que ocurría cuando yo hice la mili en 1970 en el antiguo Regimiento Milán, el día de la patrona estaba constreñido a militares y a algunas autoridades civiles. Con esta idea en la mente, mi primera gran sorpresa fue encontrarme con una caravana de vehículos que esperaban cola para acceder a las instalaciones del complejo militar. Una vez dentro y como aun había tiempo antes del inicio de los actos, hice un recorrido por las instalaciones y contrariamente a lo que podía imaginarme, me encontré todo abarrotado de cientos de personas que al igual que yo, acudían a estos actos. ¡caramba con el ejército!. Algo ha cambiado en 46 años, cuando ahora tanta gente está interesada por los actos castrenses.

Sentado ya en la tribuna de invitados, expectante, empiezo a ver movimientos de tropas, suena el cornetín de órdenes y todo se pone en marcha. Me retracto entonces de lo que afirmaba antes de que algo había cambiado en 46 años. Me retrotraigo a aquel 8 de Diciembre de 1970 en el que yo estaba allí en la primera compañía del primer batallón, al mando del Capitán Valenzuela y con poquísimas e inapreciables variantes, todo era prácticamente igual.

La salida de los pendones y después la salida de la bandera de España, El depósito de la corona y el himno a los caídos, el himno nacional, el decálogo del infante y ¡uf! el himno de la infantería,  Los recuerdos se agolpan, sientes un escalofrío y hay riesgo de que se caiga alguna lágrima. Mi hijo lo nota, me da un pequeño toque y me dice ¿buenos recuerdos eh?.  Discurso del Coronel, entrega de condecoraciones y finaliza la parada militar con el desfile de las tropas.

¿cómo es posible que en 46 años, con la única excepción de que ahora los militares son profesionales y no de reemplazo como en mis tiempos, haya cambiado tan poco el ejército y sus valores de sacrificio y entrega de la vida y su devoción a la Inmaculada?. Las virtudes de que hoy hace gala nuestra infantería, son las mismas que teníamos 50 años atrás. Servir a una causa justa, lealtad, honor y honra, era algo que se inculcaba en mis tiempos y  además venía heredado desde la guerra de Flandes y es algo que sigue inculcado hoy. Aquella infantería que se decía era la mejor del mundo, hoy es una punta de lanza en la OTAN y ha participado en misiones en Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Irak, Afganistan y Líbano.

En mi época, aunque el servicio militar era obligatorio, quizá de tanto repetirlo, quedábamos impregnados de esos valores de sacrificio y entrega, pero ahora veo, que los soldados profesionales siguen impregnados de esos mismos valores. A mi juicio, muy poco o nada ha cambiado en tantos años. Seguramente alguien criticará que el ejército es inmovilista porque sigue teniendo reminiscencias franquistas, pero lo cierto es que hoy vivimos en una democracia y me agrada enormemente que los infantes de hoy sigan manteniendo esos valores de sacrificio y entrega en defensa de los intereses de todos los españoles. El ejército ha sido, es y seguirá siendo necesario para garantizar nuestra defensa. Pero es que además, nuestros soldados practican la ayuda humanitaria allá donde son destinados y ayudan también dentro de nuestro territorio cuando se producen emergencias.

Termino por tanto diciendo ¡víva la infantería! ¡viva España!

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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