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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

PROTESTA DE UN CIUDADANO

Quien escribe estas líneas, es un ciudadano de a pie que, al igual que la gran mayoría de la población, le guste o no le guste, acata, respeta, cumple las leyes, los reglamentos y las normas que emanan de nuestro poder legislativo. Igualmente, le guste o no le guste, respeta a las autoridades que han sido elegidas democráticamente con el voto de todos los ciudadanos.

Yo, como la gran mayoría de los ciudadanos, quiero que nuestro país progrese, que tengamos mejores servicios, que haya pleno empleo, que tengamos una sanidad y una educación magnífica. Ese es el anhelo que ponemos cuando los políticos nos llaman a las urnas y decidimos dar nuestro voto a esos políticos que prometen y prometen pero que, una vez que han sido votados, se olvidan de los compromisos que han adquirido con el votante.

El problema es que, en los tiempos que corren, a los ojos de los políticos, parece que nosotros los ciudadanos sólo tenemos obligaciones, pero se olvidan de que también tenemos unos derechos, derechos que en muchos casos no son respetados.

Ya es hora de que esta politocracia que se ha instalado en nuestro país, con escasa altura de miras y que parece que sólo está guiada por intereses exclusivamente partidistas, o por defender sus poltronas o las prebendas que han creado para ellos y de las que sólo ellos disfrutan, empiece a pensar de verdad en los ciudadanos, porque esos ciudadanos no tenemos sus privilegios.

Ya es hora de pedir a nuestros diputados, a nuestros senadores, a los parlamentarios regionales, a los presidentes de las comunidades autónomas, a los alcaldes y a todos los dirigentes políticos, que dejen de pensar sólo en ellos, así como en sus intereses de partido, que eleven la mirada hacia los ciudadanos y que empiecen a pensar en nosotros y en nuestros intereses. Hay tres razones fundamentales para pedirles esto: Una y primordial es que el político tiene la obligación de estar al servicio del ciudadano y no a la inversa. Otra es que somos nosotros los ciudadanos los que pagamos sus salarios y sus privilegios. La tercera es que pagamos los impuestos que nos exigen y esos impuestos no son acordes a los servicios que recibimos, desde el momento en que ingentes cifras de esos impuestos son despilfarradas para alimentar a sus redes clientelares instaladas en todo tipo de chiringuitos.

No es de recibo que los políticos sólo se acuerden de nosotros cuando va a haber elecciones, momento en el que, en sus mítines electorales, empiezan a ofrecer el oro y el moro, aunque después, “una vez que he sido elegido, me olvido de lo prometido”. El problema además es que vamos a las urnas y votamos al más guapo, al que tiene más verborrea o al que dice que más me va a ayudar.

Yo no quiero que me ayuden dándome un salario social básico porque no tengo trabajo y necesito una cantidad mínima para ropa o alimentos. Lo que quiero es que den a mis hijos o a mis nietos un sistema educativo de calidad, que además lleve incorporada la formación precisa para incorporarse al mercado de trabajo. Quiero que legislen adecuadamente para favorecer el desarrollo del tejido empresarial, algo que permitirá la reducción del desempleo. Quiero que de verdad faciliten y ayuden a los jóvenes emprendedores que quieren montar un negocio y que, con él, además de modus vivendi, también pueden crear puestos de trabajo. Quiero que el sistema sanitario sea más eficiente y que se eliminen las listas de espera. Quiero que se mejore el transporte público y las redes ferroviarias. Quiero que todos los ciudadanos podamos acceder y tener una vivienda digna. Y quiero todo esto, no porque nadie me lo regale, sino porque lo voy a pagar con el producto de mi trabajo y con los impuestos que se me exigen.

El gran problema de los políticos que nos gobiernan es que, bajo el paraguas de un falso buenísimo, quieren resolverlo todo con un salario social o con otras ayudas básicas. El problema y no sé si lo saben o se lo imaginan, es que con estas ayudas buenistas, lo que están haciendo es que los receptores de esas ayudas se están haciendo pobres para toda su vida, porque se desincentiva su búsqueda de empleo.  Lo que tenemos que entender es que el que te ayuda dándote ropa o comida o te habilita un techo para vivir, te estará esclavizando para que sigas siendo pobre y en ese estado, además votarás a uno u otro político porque pide tu voto y promete que te va a ayudar. Sé perfectamente que hay muchos ciudadanos que tienen libre criterio para votar o elegir a un político, pero también sé que hay otros que, víctimas de esas ayudas sociales que reciben, votan a ese político para que puedan seguir percibiéndolas.

Nosotros, los ciudadanos de a pie, tenemos derechos y uno de ellos es el alcanzar el mismo nivel económico que alcanza un político. No es de recibo que mientras la gran parte de los ciudadanos educan a sus hijos en centros públicos o acuden a la sanidad pública, muchos privilegiados políticos llevan a sus hijos a colegios y universidades privadas, e igualmente, recurren a la sanidad privada.

Los políticos, en estos tiempos, sin altura de miras, están viviendo en su mundo de politocracia y partitocracia, mientras que los ciudadanos de a pie vivimos en el mundo real, que es muy diferente al suyo. Nos esforzamos por ganarnos la vida, pagamos cada vez más impuestos, nos engañan con el cobro de las pensiones para la que hemos cotizando durante muchos años, tenemos que defendernos todos los días de las exigencias que nos imponen las administraciones y somos víctimas de su voracidad recaudatoria.

Cuando un ministro o cualquier cargo público hace algo o inaugura una obra, y llama a los medios de comunicación para darse autobombo, no tenemos que ir a aplaudirlo, ya que él está obligado a hacerlo y para eso lo votamos. Ellos están a nuestro servicio y por tanto no hay que aplaudirlos. Si es caso felicitarlos cuando lo hacen bien.

Creo que ya es hora de que los ciudadanos empecemos a protestar pacíficamente y que se oigan nuestras voces, para que los políticos dejen de engañarnos y de abusar de los electores.  Esto es lo que yo estoy haciendo ahora escribiendo estas líneas.

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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