Este discurso de hace más de dos mil años, que transcribo a renglón seguido, se atribuye al gran orador y jurista romano Cicerón “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.
Traigo a colación esta cita porque, en los tiempos que corren, después de tantos siglos transcurridos, sigue resultando plenamente vigente y aplicable a nuestros políticos y a los altos funcionarios de la administración nombrados por los políticos, ya que, con mucha frecuencia, olvidan que son servidores públicos. Viven a costa del estado y además de ello, con una gran arrogancia, salen a los medios de comunicación para lanzar todo tipo de promesas, que después incumplen de modo descarado, o también para criticar a sus contrincantes por lo que han hecho, aun cuando más tarde, ellos van a terminar haciendo lo mismo, lisa y llanamente porque gobiernan alejados de los intereses de los ciudadanos y sólo se preocupan de conseguir sus intereses personales y los de su partido.
A mi juicio, trátese de ministros, alcaldes, jueces, diputados o cualquier otro alto cargo público, que ejercen sus funciones con los poderes de que el Estado los ha dotado, cuando salen a los medios de comunicación, deberían de eliminar la arrogancia que portan y actuar de modo discreto, moderado y comedido. Deberían de abstenerse de lanzar a bombo y platillo todo tipo de promesas y golpes de efecto, para que el discurso quede bonito, o evitar esas desafortunadas críticas que por ejemplo un ministro hace sobre la actuación de un determinado juez, o criticar resoluciones judiciales, sencillamente porque no convienen a sus intereses o a los de su partido.
Estos personajes públicos olvidan con frecuencia que son servidores del pueblo al que gobiernan, y olvidan también que los dineros que se recaudan con los impuestos que pagamos todos, han de revertir a los ciudadanos en forma de servicios públicos de calidad y no utilizarlos para incrementar desmesuradamente los salarios y las prebendas de una ingente y desproporcionada cifra de polítócratas y partitócratas que sólo saben vivir de la política y que solo persiguen sus intereses, los de sus partidos y los de las redes clientelares instaladas en empresas públicas deficitarias, que sustentan para asegurarse el poder.
Somos los ciudadanos los que pagamos su trabajo y por ello nos deben servicio y eficacia. Nos deben transparencia para que todos sepamos en que se invierten los caudales públicos recaudados con los impuestos. Me parece una infamia que hoy en día, con tantos ciudadanos sufriendo severas penurias económicas, sigamos leyendo noticias relativas a despilfarros de nuestros dirigentes. Mientras que unos sufren auténticas penurias en sus economías domésticas, los políticos viven en el país de jauja, ocupando despachos de lujo, coches de alta gama (algunos tuneados), chóferes oficiales, viajes a exóticos países, recepciones y más recepciones, y, sobre todo, lo que es más grave, una tarjeta visa oro que sirve para pagarse muchas, muchas cositas que nada tienen que ver con su cargo público.
Hemos estado siendo gobernados por muchos políticos que han ido saqueando las instituciones y por eso no es de extrañar que, según el último barómetro del CIS, la corrupción sigue siendo con el paro, la principal inquietud de los ciudadanos. Entre tanto que los políticos pactan hasta con el diablo, para alcanzar el poder, las tramas de corrupción siguen golpeando duramente a la clase política, de modo que los ciudadanos cada día, seguimos sintiendo más desafección y más desconfianza hacia ellos.
Aun cuando hay casos muy destacados, como son el caso Bárcenas, la trama Gurtel, la operación Malaya, los eres falsos de Andalucía, las tramas del Palma Arena y Noos, los casos Pallerols y Palau de la Música en Barcelona, la operación Púnica, la operación Campeón, el caso Marea de Asturias, Villa también en Asturias, etc. lo realmente relevante es que en estos momentos los Tribunales tienen abiertos la escalofriante cifra de 1.700 casos de corrupción política, con más de 500 políticos implicados y con unos 40.000 millones de impacto económico que es la cifra que ha sido robada literalmente a los ciudadanos.
Hasta ahora, los politócratas y partitócratas, anclados y aferrados a los sillones de las instituciones durante mucho tiempo, excepto algunos paños calientes para lavar un poco la cara, no han hecho nada de calado para regenerar nuestro sistema democrático y como consecuencia de esa inacción, seguimos con una débil, lenta y politizada Administración de Justicia, carente de los medios personales y materiales suficientes para perseguir a los corruptos de modo eficaz.
En resumen, para finalizar, España necesita un proyecto de regeneración democrática a medio y largo plazo y para ello, lo más adecuado, es que este proyecto sea elaborado por profesionales jóvenes que entren ahora en el terreno político desprovistos de mochilas, de dineros en Suiza o imputados en casos de corrupción. Gente nueva no contaminada, que llegue a la política tras haber obtenido experiencia en el ámbito privado, que sea capaz de abrir ventanas, airear las instituciones, establecer las reformas regeneradoras que necesitamos y, sobre todo, lo mas importante, que empiecen a gobernar con altura de miras y con sentido de estado. ¿será pedir mucho?.