Empiezo hablando del “binladen”, ese billete al que solíamos llamar así, porque todo el mundo sabía que existía, pero nadie lograba verlo. Desde el pasado domingo 27 de enero, este billete ha dejado de emitirse en España, en aplicación de la decisión adoptada por el Eurosistema en mayo de 2016. Si bien seguirá siendo de curso legal y por tanto medio de pago, una vez que llegue a las entidades bancarias, irá siendo retirado de la circulación.
Hace ya muchos años que las agencias tributarias y las policías europeas, venían detectando que estos billetes se estaban utilizando para actividades delictivas, fraude fiscal, blanqueo de capitales y delincuencia organizada. (estos billetes eran los preferidos por los traficantes de drogas y armas, así como las organizaciones delictivas para el blanqueo de dinero) Incluso hoy en día, algunas asociaciones como Gestha, siguen criticando el sistema tan lento que ha decidido utilizar la autoridad monetaria europea, debido a que considera, que hubiera sido mejor dar un plazo más corto para retirarlo, puesto que de ese modo afloraría más deprisa el dinero oculto.
De modo concreto, en España se llegó a acaparar el 27% del total de los billetes de 500€, a causa, sin lugar a duda, de las tramas de dinero B del antes floreciente mercado inmobiliario. Hemos destacado como el país de toda la eurozona en el que más billetes de 500€ tenía en circulación. Es obvio que este billete no estaba destinado a las transacciones comerciales habituales destinadas al consumo, sino que su finalidad era y sigue siendo materializar grandes operaciones o atesorar grandes sumas de dinero.
Hay otros datos significativos que apuntan al fin próximo de otros billetes y más adelante del dinero en efectivo. Por ejemplo, es un hecho que entre los billetes de 200 y de 100€, conforme a los últimos datos, se han retirado 38 millones de unidades, lo que significa que las entidades financieras que operan en nuestro país, han entregado al Banco de España, más billetes de los que ha puesto en circulación. Es sorprendente igualmente, que los billetes de 50€ también van desapareciendo del mercado desde el pasado año 2015. En definitiva, ya es incuestionable que en los últimos años se ha consolidado una tendencia a la baja en el número de billetes de cualquier valor, produciéndose un descenso progresivo de los billetes en circulación.
Y por si fuere poco, en este momento, el Banco Central Europeo ya está proponiendo también la retirada de las monedas de 1 y 2 céntimos, cuyo costo de fabricación es incluso superior a su valor nominal.
Lo cierto es que, en la nueva economía y en la que se vislumbra de aquí a pocos años, la desaparición de los billetes y monedas físicas, es algo más que probable. Ya en estos días, resulta muy frecuente que se page con tarjetas de crédito, monederos electrónicos o pagos digitales. Y es también más que evidente que se promociona mucho la utilización de estos medios, ya que de ese modo se pueden evitar robos y fraudes. En esta línea, ya en 2016, en Dinamarca se legisló para que los comercios y negocios se negaran a cobrar en efectivo, como primer paso para erradicar el uso de billetes y monedas. Otros países nórdicos están siguiendo este mismo camino.
Hay muchas razones que me llevan a pensar que, a medio plazo, los billetes y monedas físicas desaparecerán o tendrán un uso residual. Y pienso esto porque en la nueva economía, lo habitual ya son las transacciones económicas virtuales en las que se mueven grandes sumas de dinero. Estas transacciones no llegan a transformarse en dinero físico, debido sobre todo a la velocidad a la que se mueven los mercados de capitales, así como a una importante deslocalización de los servicios. Pensemos por ejemplo en grandes operaciones bursátiles o en grandes transacciones en las que se transfieren masas de dinero sin que por el medio aparezca moneda física alguna. Probablemente nos moveremos con moneda virtual.
En estos momentos, si no se sustituyen totalmente las monedas y billetes que constituyen el dinero físico, por el dinero electrónico, no es por impedimentos de tipo técnico o legal, sino por los usos y costumbres que vienen de tan antiguo y que sobre todo afectan a las personas más mayores. Probablemente influye también el uso de billetes con el objeto de defraudar a la hacienda pública. Añadiría a esto también que el dinero electrónico deja una huella digital, mientras que el dinero físico no deja ningún rastro y mantiene el anonimato, razón está por la que algunos seguirán usando el papel para intentar engañar al fisco.
Lo que parece evidente es que ante la nueva situación que nos viene encima, es preciso tener una regulación jurídica dirigida a incrementar la seguridad de los pagos por vía electrónica, así como para preservar la privacidad de los usuarios.
A mi juicio, son muchas las ventajas de llegar al fin o al menos reducir al máximo la utilización de dinero físico. Una ventaja es que se eliminaría toda la logística que se necesita para mover el dinero, logística que es cara y compleja. Otra ventaja la encontramos en la seguridad que aporta el hecho de que no van a poder robarnos. Además de esto podría eliminarse el fraude fiscal y de forma notable, muchas actividades ilícitas, ya que el dinero electrónico va a dejar una trazabilidad y unos rastros que no deja el dinero en mano.
Termino diciendo que, en este momento, la tecnología para utilizar sólo dinero electrónico ya existe y está creciendo de modo exponencial. En mi caso, excepto pequeños pagos en tiendas o bares, que sí realizo con pequeños billetes y monedas, realizo todas las transacciones utilizando tarjetas de crédito, transferencias bancarias, paypal, etc.etc. Es más, hasta he prescindido de las tarjetas de plástico, que las llevo incorporadas en el teléfono móvil y desde el que hago pagos con total facilidad. El fin del dinero en efectivo está próximo.