Coloquialmente, como insulto, llamamos “cabrón” o “hp” a esa persona perversa, que nos juega malas pasadas, o que nos genera situaciones desagradables. Habitualmente, en ese mismo sentido coloquial, solemos expresarnos u oír cosas como esta: “este tío es un pedazo de hp y una mierda de persona, pero, sorprendentemente está ascendiendo sin parar en la empresa”. En nuestra vida profesional, en algún momento, todos nos habremos quejado de esas personas trepas, egoístas, pelotas, etc. que, sin saber por qué, veíamos como iban escalando puestos profesionales, mientras que otras personas afables, buenas compañeras y buenos profesionales, se quedaban estancados en su promoción profesional.
En mi vida laboral, he podido conocer a algún directivo con ese perfil de “cabrón o hp” y que obedecía a un claro parámetro de actuación: Entre tanto hacía la pelota, halagaba y hacía todo tipo de reverencias a los de arriba, no hacía más que exigir, patear y poner zancadillas a los de abajo y de modo mas concreto, abusar de los empleados que tenía a su cargo. Parece que estas actitudes constituyen la estrategia favorita de esos trepas, para escalar en los puestos directivos de la empresa, algo que, misteriosamente y contra todo pronóstico, consiguen.
He leído algún libro de investigadores que intentan identificar los rasgos positivos o negativos que lleven a las personas a convertirse en líderes. Se analizan de modo concreto las biografías de grandes triunfadores como Bill Gates o Steve Jobs. Tras estas lecturas, da la impresión de que no hay ningún modelo definido, pero sí se llega a identificar con bastante acierto, en qué casos resulta ventajoso y rentable comportarte como un auténtico cabrón. Se destaca que las personas mas cabronas, no sólo parecen mas poderosas, sino que, además, esa actitud es la que los lleva a crecer profesionalmente.
Creo que todos estaremos de acuerdo con lo que ocurre con estos personajes que describo, pero, paradójicamente, si sabemos que esto es así ¿por qué no podemos hacer nada para impedirlo.
He leído un estudio que publicó el Journal of Experimental Social Psycology, donde se describe como este tipo de personas y particularmente maleducadas, resultaban ser mas poderosas. Se informa de un experimento llevado a cabo, donde dos hombres llegaban a un restaurante y se sentaban en la mesa. Uno de ellos saludaba amablemente al camarero, le pedía la carta y tras verla la volvía a dejar en su sitio para pedir los platos que había elegido. El otro se sentaba con los pies encima de la mesa, trataba de modo despectivo al camarero y tiraba la carta encima de la mesa, de modo airado. Las personas participantes en el estudio tenían que elegir entre uno u otro de los comensales. Sorprendentemente, eligieron al maleducado.
Quedó demostrado que esa actitud maleducada, que, de modo flagrante, violaba las normas sociales al uso, a los ojos de los participantes en el estudio, lo hacían más poderoso, mientras que la opinión sobre el comensal educado, era que se trataba de una persona débil y pusilánime.
Dentro de las empresas, puede resultar muy complicado valorar las competencias y las actitudes de los colaboradores que, en variados entornos y con muchos factores en juego, pueden hacer difícil ver el éxito o el fracaso de los profesionales, como para reducirlo a una sola variable. Muchas veces, lo que sólo utilizamos, son patrones visuales para analizar el comportamiento de las personas y de ese modo, por ejemplo, decimos: “si pone los pies encima de la mesa y está fumando un puro, seguro que es alguien importante”. En esa misma línea decimos: “si es el director general, por algo será”.
Otra investigación realizada en la Universidad de Berkeley, dice que personas que aseguraban conocer geografía, aunque no fuere así, eran valoradas de modo mas positivo por sus compañeros de trabajo, respecto a sus conocimientos sobre la materia, aunque en realidad no tuvieren ni idea sobre el asunto. Reseña la investigación realizada, que cuando esa persona de muestra, dice que tiene una nota de 9, aunque en realidad fuere de 3, las personas se lo creían, sin ninguna otra valoración.
Tras estos estudios, todo parece indicar que, si te muestras altivo, prepotente, confiando en ti mismo y maleducado, la gente pensará que eres un tipo interesante y eso te allanará el camino para ascender profesionalmente e ir escalando en los puestos jerárquicos de la empresa. El trepa no suele enfrentarse con aquél al que va a ser difícil que pueda superar, sino que va a elegir para combatir, a aquel compañero afable y educado al que cree va a poder adelantar. Una vez que ha tenido éxito en esa primera, llamemos guerra, ya va a proseguir su ascenso en el escalafón, utilizando esa estrategia con otros colegas que le pueden quitar el ascenso. Eso sí, una vez que ya llega al escalafón superior, va a permitirse el lujo de “mantener una actitud agradable”, debido a que ya no necesita acabar con la reputación de nadie para ocupar su lugar. Incluso podría resultar contraproducente, ya que sólo los que temen por su puesto, atacan a los demás.
Una vez que el trepa ya se ha instalado en su nuevo puesto, el circulo se cierra y trata de empezar a parecer una persona amable. Va a tratar de dirigir discusiones, de canalizar los destinos de los demás y, sobre todo, de buscar y elegir a los aliados que más le van a convenir para sus intereses, que son los de mantener su estatus e incluso perpetuarse en él.
No es categórico que sólo los cabrones triunfen, ya que puede haber profesionales que, por sus cualidades personales y por sus conocimientos, lleguen a lo mas alto de las cúpulas, pero es probable que, frente a un cabrón con determinadas cualidades y ambición, puedan ser superados por este. En la misma línea, también es cierto que, algunos de esos cabrones, al ser detectados, pueden hundirse en las escalas mas bajas o expulsados de la empresa.