Mensaje de a bordo en el avión de la vida: Señores pasajeros, les habla el comandante…abróchense los cinturones, que hemos entrado en unas fuertes y desconocidas turbulencias, de las que no habíamos sido avisados, ni por la torre de control ni por los centros de meteorología. Mensaje en el autobús de la vida: Señores pasajeros, agárrense bien que llegan curvas. Estábamos circulando plácidamente por una autopista de seis carriles y no sé por qué, de repente estamos circulando por algo que se parece a un camino forestal.
Utilizo este circunloquio informal, para meterme de lleno en el problema y hacer referencia, a algo que estamos sufriendo ahora mismo, como es que, de modo súbito, en un muy corto espacio de tiempo, todo nuestro mundo ha volado por los aires y esto, sin duda alguna, nos va a obligar a introducir profundos cambios en nuestra vida y en nuestra sociedad. Creo que hemos entrado en una nueva era a la que necesariamente nos iremos adaptando.
El primer dato de lo que está ocurriendo es que, desde la terraza del último piso, en la que estábamos plácidamente sentados, disfrutando del estado del bienestar, de repente, desde lo más alto, hemos caído rodando por las escaleras y hemos quedado tirados en el suelo, para encontrar en el las necesidades básicas que ahora tenemos, como son la salud y la alimentación. En muy pocos días, de modo súbito, ha entrado en nuestro mundo un bicho hasta ahora desconocido e invisible, nos ha noqueado y nos ha dejado tirados en el suelo.
Podríamos preguntarnos ¿qué ha pasado? ¿por qué ha ocurrido esto? ¿por qué nadie nos avisó? La respuesta seguro que es, porque somos humanos, porque no somos tan racionales como imaginábamos y porque seguro somos irracionalmente predecibles.
Un segundo dato podemos encontrarlo en el mundo en el que ya estábamos inmersos de las nuevas tecnologías. Bigdata, blockchain, inteligencia artificial, robótica, ordenadores cuánticos, redes de telecomunicaciones globales, etc.etc. Y resulta que, de la noche a la mañana, tenemos que dejar todo esto a un lado y empezar a preocuparnos por algo tan básico como es encontrar alimentos, una mascarilla, unos guantes o unos equipos protectores.
También descubrimos ahora, que ese mundo tecnológico tan avanzado, no nos sirve para encontrar urgentemente una vacuna que nos proteja ahora, ya que hacer cosas lleva su tiempo y todas las investigaciones, pruebas, etc. pueden durar un año o incluso más. Otro problema añadido, es que tenemos que volver a recomponer una cadena de suministros que se ha roto y que impide que esas materias básicas lleguen incluso a los propios sanitarios.
Vivíamos en la ilusión de un mundo global, que parecía moverse cada vez a mas velocidad, y de repente, un virus fantasma que no podemos ver, nos da un golpe brutal y nos lleva a otra realidad que nadie esperaba. Nos deja confinados en nuestras casas y, además, al igual que nos pasaba cuando íbamos al baño y no teníamos papel higiénico, nos ha pillado sin algo tan básico como son mascarillas o productos desinfectantes.
Bienvenidos por tanto a esta nueva y dura realidad, en la que, para adaptarnos a ella, tenemos que resetear nuestras vidas para volver a empezar de nuevo. Tengo claro que la pandemia terminará combatiéndose. Por el contrario, lo que no tengo tan claro es lo que va a pasar con nuestra economía, aunque me anticipo a pensar que lo que va a pasar, es que viviremos un tiempo, rodeados de todo tipo de incertidumbres, que tendremos que pensar en rentas básicas porque muchas personas quedarán sin trabajo, a muchas empresas que cerrarán, a la volatilidad de los mercados de capitales y a una crisis económica de proporciones desconocidas…
Aun así, nos armaremos de valor, nos recompondremos, volveremos a levantarnos de la lona donde hemos quedado tirados, y volveremos a salir adelante. Quiero ser optimista, porque esta dura lección nos servirá para aprender.