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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

LA CREDIBILIDAD DE LOS POLÍTICOS

Con tristeza, empezamos a ver que hemos entrado en una gran deriva anticonstitucional y una ostensible evolución de un Estado de Derecho a un llamemos Derecho del Estado, donde la separación de poderes ya es una quimera. A la vez, se vuelve a mirar atrás, se empiezan a olvidar aquellos pactos de compromiso y perdón que nos llevaron a la Constitución y surgen nuevamente los frentismos de épocas anteriores.

 

A nivel de calle ya se empieza a hablar de que la Constitución es papel mojado, que los políticos son unos personajes que sólo persiguen sus intereses de partido y su propio enriquecimiento y por ello son un problema, que los jueces se pelean unos con otros, que Gobierno y Oposición no pactan ni de casualidad, etc.etc.

 

Si analizamos el poder legislativo, nos daremos cuanta rápidamente que ya no está separado del Gobierno y que, cada vez más, se está gobernando a golpe de Decretos Leyes. En las bancadas del Parlamento y del Senado hay muy pocos políticos vocacionales, guiados por la ética parlamentaria. Ahora tenemos a unos diputados y senadores, profesionales de la política, que llegan a los escaños buscando un salario, una posición social cómoda y algunas otras prebendas que los hacen privilegiados frente a otros profesionales y trabajadores asalariados. Si se tiene mayoría absoluta, el partido gobernante legisla como le viene en gana. Y si no se tiene, se hacen pactos aberrantes con partidos nacionalistas o con el diablo si hace falta, y se saca adelante la legislación que el Gobierno de turno quiere. Los Parlamentarios y Senadores ya no representan al pueblo que los ha elegido. Buscan alcanzar los objetivos de sus partidos políticos y su propio beneficio personal.

 

Si se trata del poder ejecutivo, sea central, autonómico o municipal, vemos como de modo sistemático trata de controlar al poder judicial y al legislativo, además de las organizaciones sindicales. Los dirigentes políticos nos hablan con discursos huecos, como si fuéremos tontos, ocultan o manipulan informaciones, muchos de ellos ni tan siquiera tienen la mínima cualificación intelectual, mienten, manipulan e intrigan, además de gestionar muchas veces de modo absolutamente deficiente y en muchos casos caciquil. Lo mismo pasa con los partidos de la oposición que, en vez de oposición constructiva, lo que tratan permanentemente es de descalificar, al contrario. Bueno, y si hablamos de corrupción qué decir de todos los casos que han ido aflorando y que aflorarán en todo el abanico político. Los dirigentes, sin despeinarse, están instalados en ese juego de ¡has robado… y tu más! Por ningún lado se encuentra esa ética política y ese espíritu de cortar la corrupción en sus filas.

 

Si hablamos del poder judicial, sólo hay que ver todas las noticias que están apareciendo en la prensa sobre Jueces, sobre el Tribunal Supremo, sobre el Consejo General del Poder Judicial. La independencia de Jueces y Fiscales hoy es una quimera en cuanto que es el Gobierno y la oposición quienes designan al Fiscal General del Estado y a los miembros del Consejo. Hoy, los miembros de la carrera judicial y fiscal no pueden ser independientes. Presiones de todo tipo hacen que sus decisiones se inclinen a un lado o a otro, habida cuenta de que la interpretación de la ley no es algo matemático y que está sujeta a interpretaciones. Y si nos fijamos en la actual organización judicial, con unos métodos y procedimientos obsoletos, pensar en una tutela judicial efectiva puede ser una quimera.

 

Aun con este desolador panorama, quiero ser optimista. Confío en que estaremos pasando el Rubicón y que nuestro sistema constitucional se volverá a regenerar, que volvamos a tener políticos no profesionales guiados sólo por la ética parlamentaria, gobernantes que gobiernen para los ciudadanos y no para sus partidos políticos o intereses personales, y una administración de justicia absolutamente independiente. Creo que la Constitución sigue siendo válida, podrán introducirse algunas reformas, pero en conjunto es buena y también creo que una centralización administrativa es absolutamente necesaria. Espero impacientemente a esa necesaria regeneración democrática que probablemente empezará a producirse una vez dejemos atrás las devastadoras consecuencias del Covid-19.

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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