En estos días del final del verano, mientras contemplaba la lluvia tras los cristales de la ventana, he estado reflexionando y sacando algunas conclusiones de lo que está ocurriendo en nuestra España. Realmente, la primera conclusión es que el escenario resulta desalentador.
Mientras que algunos creen que España es un Estado donde cohabitan partidos y políticos socialdemócratas, conservadores, liberales, comunistas, independentistas, de extrema derecha o de extrema izquierda, la cruda realidad demuestra que el Estado Español, mas allá de ideologías, en verdad es una mastodóntica estructura montada para que la clase política viva saqueando y expoliando a las clases medias, valiéndose para ello de un sistema impositivo que tiene como objetivo estrujar al sistema productivo de nuestra sociedad, para con ello alimentar a un desproporcionado número de políticos, a enormes redes clientelares y a chiringuitos de todo tipo, donde, a dedo, se coloca a amigos o se pagan favores debidos.
Es sabido que, si algo funciona bien en España, es la Agencia Tributaria y la Dirección General de Tráfico. ¿qué casualidad? Ambos órganos cuentan con los sistemas informáticos más completos y perfeccionados de nuestro país, con funcionarios de alto nivel profesional y con una estructura de funcionamiento, que logra que el resto de las administraciones públicas sean colaboradoras necesarias de Hacienda. El objetivo es recaudar con precisión y expoliar a las clases medias. Igualmente, Tráfico, en vez de velar por la seguridad de los conductores, en realidad lo que está haciendo es tener una gran voracidad recaudatoria a base de multas que, en gran parte de casos, si son recurridas a los Tribunales, son declaradas nulas de pleno derecho.
La casta política, unida a sindicatos y a algunas grandes empresas, para mantener sus privilegios, no duda en utilizar a nuestro sistema productivo de autónomos, pequeñas y medianas empresas, friéndolos a impuestos que no ayudan en nada a mantener su productividad. Se desprecia a empresarios que consiguen beneficios y crean empleos, se ponen palos a la rueda a los emprendedores innovadores y en definitiva se frena la productividad, en mor de una mayor recaudación que alimente el sistema de expolio creado,
El sistema actual nació allá por los años 80 cuando gobernaba el PSOE y a partir de ahí, gobernara quien gobernara, tomando el relevo alternativo de PP y PSOE, se engordó la administración, se dio a los políticos el control de las cajas de ahorro, se eliminó la transparencia, se politizó al poder judicial y consiguieron el control de todo, sin ningún freno. La casta política creó su mundo de privilegios, a base de chiringuitos inútiles de todo tipo, de puertas giratorias que permiten a los políticos que dejan sus puestos, seguir cobrando en los consejos de administración de algunas grandes empresas, para crear un estupendo enlace entre esas grandes empresas y la clase política. Poco les importa que el país se vaya desindustrializando.
Y como todo esto era poco, se fue moldeando el cuarto poder a base de subvenciones públicas, haciendo desaparecer el sentido crítico, el análisis imparcial de las noticias y la objetividad de las informaciones, fabricando con ello un estupendo aparato de propaganda de la clase política. En esta tesitura creada, como todo lo que se recauda expoliando a las clases medias no es suficiente, se fue generando una enorme deuda pública que, eliminando el ahorro privado, pone a España a merced de sus acreedores.
En resumen, el español de buena fe, que desconoce lo que hace la politocracia, sin rechistar, está permitiendo que su dinero sirva para pagar ese entramado de privilegios que ha creado la casta política, en muchos casos totalmente corrupta, cuando meten mano en la caja común. Pero, corrupción no sólo es meter la mano en esa caja común, ya que también lo es fabricar chiringuitos inútiles, crear cargos absurdos e inservibles y montar redes clientelares que consumen muchísimo dinero de nuestros bolsillos.
Las administraciones, en general, en vez de orientarse a conseguir una mejor gestión, lo que hacen es manipular a algunos medios de comunicación y al sistema educativo para, poco a poco, conseguir el lavado de cerebro de los ciudadanos incautos. Pero, en sentido contrario, no hacen absolutamente nada para regenerar un sistema productivo menguante y que está estancado desde hace ya más de diez años.
Mala gestión, corrupción, inflación de decretos y de leyes, falta de oportunidades, alta factura eléctrica, pesada burocracia, escasa innovación y salarios bajos, son sin duda algunas las consecuencias de este saqueo político. La clase política sólo se preocupa de sí misma y de como distraer a los ciudadanos para que estemos cada vez más sometidos a sus intereses personales y de partido. Termino por tanto diciendo que, hasta que no expresemos públicamente la indignación ciudadana y no nos quitemos a esos parásitos de encima, tendremos un país cada vez mas mediocre e irrelevante en el contexto europeo y mundial y seguiremos presenciando día a día nuestro deterioro económico y moral.