Para argumentar mis reflexiones, parto de la Ley 3/2007, que ya permite el cambio de sexo y su rectificación en el Registro Civil, si una persona mayor de edad, acredita que padece una disforia de género estable en el tiempo, que esta disforia le genera una disonancia entre el sexo morfológico y las características físicas de la persona, que no hay trastornos de la personalidad y que se ha sometido a un tratamiento médico durante al menos dos años, para acomodar el sexo físico al percibido.
Con estos antecedentes, ahora el Ministerio de Igualdad encabezado por Irene Montero, pretende llevar al Congreso, un disparatado anteproyecto de Ley Trans, con el objetivo de “promover y garantizar la igualdad real y efectiva de las personas trans” y para ello pretende otorgar a una persona “el derecho a su identidad de género libremente manifestada”. O lo que es lo mismo, que cualquier persona a partir de los 12 años, con consentimiento paterno y a partir de los 16 años sin ningún permiso, puede presentarse en el Registro Civil y con su sola voluntad, pueda pedir que se le modifique el género que tiene registrado. No sólo se da esa libertad, sino que, además, se pretende prohibir expresamente cualquier examen médico o psicológico. Ya no va a ser preciso ningún aspecto externo de género, ningún tratamiento hormonal o quirúrgico y ni tan siquiera será necesario cambiar el nombre.
A mi juicio, este aberrante anteproyecto, no sólo no va a proteger realmente al colectivo trans, sino que, además, puede provocar graves conflictos con los derechos de otras personas y muy especialmente con los derechos de las mujeres. En primer lugar, va a afectar negativamente a esas personas que no se sientan identificadas con su sexo físico, desde el mismo momento en que no va a poder controlarse su capacidad mental o su madurez, control que, a nadie se le escapa, es necesario para protegerlos de ellos mismos y de otras personas.
Como ejemplo, aunque un menor de edad quiera casarse, la ley prohíbe su matrimonio, porque se entiende aun no es lo suficiente maduro y que, por esta causa, puede ser altamente influenciable por otros. En esta misma línea, hasta alcanzar la mayoría de edad, a los 18 años, una persona no puede votar, o no tiene capacidad legal para, por ejemplo, comprar un piso, contratar una hipoteca, o suscribir un seguro. En todos los sistemas legislativos se recoge que los menores de edad, no tienen la suficiente madurez para prestar un consentimiento de calidad y que, al tratarse de personas mas vulnerables, han de ser protegidas expresamente.
En estos momentos, ya es público y notorio que, en algunos países que aceptan el cambio de género, cómo Suecia o Reino Unido, están comprobando estadísticamente, cómo muchas personas, que ya desde la adolescencia empezaban a inclinarse por el cambio de sexo y que al llegar a la mayoría de edad lo solicitaron, tiempo después, desean revertirlo porque, con mas madurez, han apreciado el error cometido.
Valoremos ahora cómo un cambio de sexo, realizado con un simple trámite administrativo, puede afectar de modo directo a terceras personas que también tienen que ser protegidas. Así, en esta línea, refiriéndonos expresamente al mundo del deporte, puede ocurrir que una persona, con todos los atributos masculinos, cambia su sexo en el Registro Civil y ya sin más, puede participar en competiciones deportivas femeninas, algo que, sin duda alguna, va a provocar una fuerte desigualdad, ya que estarán dotados de mayor fuerza física, mas altura, mas peso y más corpulencia. Pensemos también en el problema de intimidad que se plantearía a muchas mujeres que se verían constreñidas a compartir duchas y vestuarios con hombres que se han convertido en mujeres, por ese sencillo trámite de inscribirse como mujeres en un Registro Civil.
¿qué pasaría si por ejemplo yo, soy un depredador sexual, opto por cambiar de sexo para conseguir mis objetivos y sin ningún obstáculo, accedo a esos vestuarios femeninos para acosar a mujeres, sabiendo, además, que, tras esa agresión sexual, podría ser condenado y decretado mi ingreso en una cárcel de mujeres, pese a todos mis atributos masculinos? Este aberrante anteproyecto, olvida materialmente los riesgos que puede generar el hecho de que un hombre trans, esté ingresado en una prisión para mujeres, o qué a la inversa, una mujer trans, pueda ser recluida en una prisión de hombres.
Termino diciendo para no hacer mas extenso este artículo que, si este anteproyecto prosperara, no sólo no se acabaría con los problemas que puedan padecer las personas transexuales o con disforia de género, sino que provocará nuevos problemas y agravará conflictos actuales. Es un anteproyecto totalmente disparatado, aberrante, deleznable y absurdo.