A mi no me sorprende nada que el ministro de Universidades Sr. Castells haya dimitido por unas razones u otras. Lo que si me extrañó mucho es que, siendo como es un sabio en las nubes, con una trayectoria en las ciencias sociales de primera línea, llena reconocimientos académicos, libros y conferencias, pero sin ninguna capacidad de gestión, hubiere aceptado el cargo.

Lo que sí resulta manifiesto es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuvo que aceptar la propuesta de Ada Colau para meter a Castells en el gobierno, aun sabiendo como sabía que este personaje era un manifiesto defensor del proceso secesionista catalán.  Y ahora, otra vez vuelve a hacerlo, probablemente por los mismos motivos, aceptando que, para sustituir a Castells, entre Joan Subirats quien, si está claro que conoce nuestra Universidad, por su trayectoria como profesor y reconocido investigador durante muchos años. Pero, por lo que pude ver, su experiencia de gestión también es muy escasa, ya que sólo fue comisionado de cultura en el Ayuntamiento de Barcelona, nombrado por la misma Ada Colau, que lo ha propuesto para entrar en el gobierno.

Esto se ha hecho con toda naturalidad y normalidad, hasta el punto que, los españoles de a pie, probablemente aletargados y aborregados para mantener la democracia sin sobresaltos, somos incapaces de mostrar nuestra indignación ante tamaña burla y desprecio a esa regla esencial que es el Estado de derecho, el respeto a nuestra carta magna, a la que todos nosotros y también los poderes públicos, están obligados.

Ha de saberse que el Sr. Subirats es un reconocido independentista catalán que en octubre de 2017 votó positivamente en el referéndum ilegal que tuvo lugar en Cataluña, para declarar la independencia. Es el que, con sus prácticas, provocó que la autonomía catalana fuere intervenida, conforme a lo que se establece en el artículo 155 de nuestra Constitución. Conviene recordar que estos incidentes, provocaron el inicio de un procedimiento judicial que terminó, aplicando todas las garantías constitucionales y procesales, con la condena en la sentencia dictada por el Tribunal Supremo, a penas entre nueve y trece años de prisión, por delitos de sedición y de malversación, a todos los cabecillas de esta trama.

El Sr. Subirats votó en esta consulta que estaba prohibida por los Tribunales y que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado trataron de parar, con poco éxito. Pero no todo quedó ahí, ya que, en las redes sociales y más concretamente en Twitter, con todo descaro, decidió subir la foto del momento en el que votaba, acompañada de estos comentarios >he votado, referéndum catalán¸ Rajoy dimisión>.

En este estado de cosas, me pregunto, ¿alguien que ha participado y colaborado activamente en un referéndum ilegal y delictivo, puede ser designado por el presidente del Gobierno, para que se siente en el Consejo de ministros? Si los miembros del Gobierno tienen como una de sus primeras obligaciones, respetar y garantizar el cumplimiento de nuestra Constitución ¿puede ser nombrado miembro de ese Consejo, alguien que ha apoyado de modo decidido, un acto anticonstitucional y además delictivo?

Si para poder seguir ocupando la poltrona, nuestro presidente está aceptando que en Cataluña se incumplan las leyes, o que en Cataluña las autoridades se nieguen a ejecutar una sentencia de nuestro Tribunal Supremo, ya no me sorprendería nada que, como eso del cumplimiento de la ley se lo pasa por el forro, si necesitara mas apoyos para seguir sentado en La Moncloa y Bildu le hiciere la propuesta, segurísimo que también aceptaría que el etarra Otegui, se sentara en el Consejo de ministros. Para seguir subido al Falcon, todo vale.

¡qué pena!