Resulta incuestionable que, de modo acelerado, nos estamos sumergiendo en una profunda transformación digital, que nos llena de nuevas tecnologías y que provoca profundos cambios no sólo en las empresas, sino en la forma en que vivimos las personas en nuestro día a día. Estoy muy de acuerdo con lo que leí recientemente, relativo a que, con esta profunda transformación, ya estamos inmersos en la Cuarta Revolución Industrial.
Primero, allá por los años 80 a 90, los que trabajábamos en las empresas, entramos en un nuevo mundo, donde todo empezaba a informatizarse y esto nos obligó a adaptarnos, tanto a los procesos informáticos, muy complejos en aquél entonces, como a las formas de trabajo que exigían aquellos primeros ordenadores. En los tiempos actuales, hemos dejado atrás el mundo analógico y de nuevo, nos estamos sumergiendo en una profunda transformación digital que origina cambios tanto en los procesos de trabajo en las empresas, como en el modo y en la forma en que los ciudadanos gestionamos nuestra vida diaria.
Si miramos a los años pasados, recordaremos que allá por los años 80, aún no había teléfonos móviles como los de ahora, no había ordenadores personales, no existía internet y no usábamos el correo electrónico, pero, poco a poco, todo el mundo empezaba a hablar ya de informática, sobre todo en las empresas. Mas tarde se empezó a hablar de esta nueva tecnología, en nuestros hogares. En aquellos tiempos, aun no sabíamos entender con claridad los cambios que se estaban produciendo, aunque sí que empezábamos a notar que se estaba produciendo un cambio de bastante calado.
Llegamos a 2023 y creo que todos los ciudadanos vemos con claridad que, aquel proceso de informatización vivido años atrás y que llevó aparejada la aparición de ordenadores personales, de aplicaciones informáticas en cada empresa, redes corporativas, etc.es algo que ya se ha quedado anticuado, desde el momento en que, hoy en día, estamos llenos de tecnologías disruptivas de todo tipo.
Por ejemplo, el mundo de las comunicaciones está evolucionando a pasos agigantados. acelerando la transformación digital en todos los sentidos, mediante la aparición de redes de fibra óptica de alta velocidad, conexiones wifi, ordenadores personales, tabletas y teléfonos inteligentes que son auténticos ordenadores de bolsillo. Para almacenar todos los datos que generamos en nuestro día a día, y no agotar la capacidad de almacenamiento de nuestros equipos, aparece el “iCloud” o computación en la nube, sistema que nos permite tener todo en gigantescos ordenadores externos y a los que podemos acceder desde cualquier lugar y desde cualquier equipo.
Consecuencia de migrar a la nube todos nuestros datos y también por la progresiva evolución de las comunicaciones, llegamos al internet de las cosas y a la domótica donde, mediante la que, dentro de nuestras propias casas, tanto de modo telemático, como utilizando nuestra propia voz, demos instrucciones para subir o bajar persianas, encender o apagar luces, poner la calefacción o pedir a nuestro frigorífico que nos diga los productos que faltan para ir a hacer las compras a la tienda. Y podemos seguir con el big data, la inteligencia artificial, la ciber seguridad, etc.
Para terminar, nos encontramos inmersos en una serie de tecnologías emergentes y disruptivas que nos han metido de lleno en un proceso de profunda transformación digital, mundo en el que, lamentablemente, las personas mayores van a tener muy serios problemas para adaptarse a el y necesitarán de muchas ayudas, para reducir en lo posible, la brecha digital que sufren y padecen.