Hace ya un tiempo, en la organización a la que pertenezco, Secot, estuvimos asesorando a un joven emprendedor, que, aprovechando el tirón de los muchos peregrinos que pasaban por allí, pretendía montar una posada en el Camino de Santiago, en el tramo de Luarca a Navia, valiéndose de una casa rural y de un hórreo anexo, propiedad de sus abuelos, que estaban bastante abandonados desde hacía algunos años. Tenía algunos ahorros y lo ayudamos a elaborar un plan de negocio, para ver si la idea era viable.
En principio, tras analizar los costos para rehabilitar la vivienda y el hórreo, en base al presupuesto de obras que había pedido a un aparejador y a un carpintero, los seniors asesores consideramos que el proyecto era viable y por tanto lo animamos a que se pusiere manos a la obra, empezando en primer lugar, por solicitar todos los permisos a las administraciones competentes, máxime cuando estábamos ante un bien de interés cultural como son los horros, las paneras y los cavazos y estos permisos iban a ser clave para iniciar en proyecto.
Empezó el plan, pagando con los recargos correspondientes, el IBI tanto de la vivienda como del hórreo. Hecho esto, presentó ante la Administración del Principado, ante la Administración central y ante el Ayuntamiento correspondiente, todas las solicitudes necesarias. Solicitó también subvenciones a la Consejería de Cultura para rehabilitar un bien de interés cultural, cuál era el hórreo. Transcurrido mas de un año desde el inicio de las solicitudes, habiendo gastado bastante dinero en restaurar la vivienda, no sólo no se le concedió subvención alguna, sino que el Principado rechazó el proyecto, entre otras cosas porque el hórreo, al ser un bien de interés cultural, no podía dedicarse al negocio de hostelería, aun cuando el emprendedor, lo que pretendía era que bajo el hórreo se sentaran a descansar los peregrinos y tomarse un bocadillo o a beber algo.
Tras todas estas vicisitudes que obligaron a este emprendedor, a no llevar a fin su idea, llego a la conclusión de que, en torno a los hórreos, hay una terrible burocracia que genera muchos problemas a los propietarios de estas construcciones tradicionales en Asturias. Hay una exasperante hiperregulación que, por ejemplo, prohíbe el uso de un hórreo desvinculado de una vivienda, además de exigir que su rehabilitación tiene hacerse con materiales como los tradicionales. En este estado de cosas, los dueños de un hórreo se enfrentan a diversas opciones como son repararlos, donarlos, venderlos si pueden o, como tristemente suele ser habitual, dejar que se arruinen.
En lo que se refiere a subvenciones, aun cuando el Principado, el año pasado, para rehabilitar hórreos, tenía un presupuesto de 450.000€, casi todas las solicitudes fueron denegadas y sólo se concedieron a 22 peticionarios.
Otros desafíos que plantea la tenencia de un hórreo pasan por los graves problemas que la Administración plantea para trasladarlos a otro lugar. Igualmente, ante tanta burocracia, si el propietario opta por dejar que se deteriore, puede incurrir en sanciones por incumplir el deber de conservación que le impone la normativa actual.
En resumen, la enorme burocracia y las rigideces legales, dificultan el uso de estas antiguas construcciones. Por ello, a mi juicio, se requiere una seria y profunda reflexión para ver cómo se puede equilibrar la protección de un patrimonio de interés cultural, con la realidad práctica y las dificultades que tienen los propietarios. De no hacerlo así, con toda esta burocracia, Asturias seguirá perdiendo hórreos todos los días. Pena me da.